Ecuador, 23 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Fernando Véliz convirtió su bicicleta en ambulancia

No tiene el pelo blanco ni anda con una bolsita de papel como el médico del programa humorístico de televisión, pero sus pacientes lo llaman “Chapatín”.

Fernando Véliz es un profesional de la medicina ambulante; inicia su recorrido a las 06:00 en la ciudadela Martha de Roldós, en el norte de Guayaquil, donde vive desde hace más de 22 años.   

Su transporte: una bicicleta, a la que en el barrio se la conoce como “la ambulancia”. Es mejor que un carro, dice, pues le permite llegar más rápido a lugares poco accesibles como los callejones.  

Su seudónimo encierra una de sus características más notables: la jocosidad, singularidad que  asocia con sus prácticas médicas, mientras examina las dolencias de sus pacientes en un consultorio  en su domicilio.

“Pórtese bien, Don Aladino, que usted no escucha nada cuando la gente habla mal de usted”. Aladino Berrezueta, de 72 años, -con quien hay que comunicarse a gritos  debido a la sordera casi total que padece- es uno de los pacientes frecuentes de Véliz. Además sufre de catarros, dolores de garganta y cólicos renales reiteradamente.  

Recibe entre 10 y 20 pacientes diarios de diferentes partes del país, como Nobol, Daule y Portoviejo...Berrezueta manifiesta que en los centros de salud cercanos a su domicilio no halla alivio a sus dolencias, por eso prefiere hacerse tratar con el pionero en medicina ambulatoria de la zona.

Véliz atiende entre 10 y 20 pacientes diarios de diferentes partes del país como Nobol, Daule, Petrillo, Portoviejo e inclusive de los Estados Unidos.   

Durante su itinerario en el cual recorre Mapasingue, Coop. Madrigal, Cerros de Prosperina, Coop. Corazón de la Patria, Coop. 1 de Mayo y Coop. 28 de Febrero, Véliz deja a un lado la “formalidad” que identifica a los doctores -en su vestimenta- por unos jeans, zapatos de lona, mandil celeste, mascarilla y guantes quirúrgicos.   

Además lleva un maletín en el que guarda  implementos médicos como estetoscopio, paleta de lengua, tubos de ensayo y equipos de sutura.

Su historia

Véliz, oriundo de Vinces, llegó a Guayaquil a los 21 años con el  propósito de estudiar medicina, profesión que al poco tiempo desempeñó en el hospital Luis Vernaza, luego de terminar su servicio rural en Naranjito.

Fernando se crió en las afueras de Vinces y durante su infancia se dedicó a ordeñar y arrear vacas, lo hizo hasta su adolescencia. Una de sus pasiones en su juventud era montar a caballo. Cuenta que si no fuese doctor le hubiera gustado ser vaquero.              

Véliz extraña la vida en el campo y el  contacto directo con la naturaleza. “En el campo se aprenden muchas historias del pasado, mitos y leyendas interesantes. El campesino hace tertulias con su familia, se reúne para contar cuentos de apariciones y relatos muy interesantes de los abuelos”, rememora con cierta nostalgia.   

Lo mueve su espíritu de servicio

El especialista, de 42 años, trabaja todos los días, incluso en feriados, fecha en la que los pacientes visitan con más frecuencia su dispensario, pues en una buena jornada percibe $ 60, a diferencia de lo que ocurre con una mala, en la que generalmente no recibe ningún ingreso.

Recuerda que la última vez que no cobró a un paciente fue cuando un señor acudió hasta su domicilio porque presentaba un dolor en la mano luego de haberse enterrado una aguja mientras realizaba tareas de limpieza. “Le hice una pequeña incisión para curar la herida. No recibí remuneración, pero me sentí bien ayudándolo”, agrega.
 
Sus rutas no solo se limitan al norte de Guayaquil, ya que también visita a sus pacientes en el Guasmo, La Pradera e Isla Trinitaria, con la única diferencia que se moviliza en taxi, ya que ha sido víctima de robo en tres ocasiones. “Siempre quise ser doctor, principalmente al ver las dolencias y la discriminación que sufren las personas que no tienen suficiente dinero”, manifiesta.

Ha recibido propuestas para trabajar en la penitenciaría y hospitales públicos, pero prefiere ser médico de barrio, pues según dice su satisfacción está en ayudar a quienes viven en sectores periféricos de la ciudad.

Su experiencia le permite tratar a pacientes con enfermedades crónicas -cáncer, sida, tuberculosis, gripe-, sin embargo, después de estabilizarlos, dando los primeros auxilios, los deriva a un hospital del Ministerio de Salud Pública (MSP) para que reciban un tratamiento más adecuado. Su habilidad para diagnosticar inmediatamente una patología, en varias ocasiones, le ha permitido salvar vidas.

“Mi satisfacción es enterarme de que por mi evaluación médica a muchas personas no se les complicó su cuadro clínico y tuvieron una pronta recuperación”, sostiene Véliz.

DATOS

Trabajó en el hospital Luis Vernaza por 5 años, donde se desempeñó en varias ramas de la medicina: traumatología, alergología, cardiología y cirugía en general.

Tiene 10 años recorriendo como médico ambulante en sectores aledaños a la ciudadela Martha de Roldós.

Es padre de Miguel Fernando (18), quien estudia ingeniería comercial, y Allison Carola (11), alumna del colegio Matilde Amador.

Hace dos años sufrió un accidente automovilístico cuando viajaba a la playa, desde entonces solo maneja bicicleta.

Tiene horario fijo, labora hasta las 23:00, sin embargo, cuando el paciente lo necesita extiende su jornada hasta las 02:00.

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