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Estudio asocia el azúcar con desarrollo de la hiperactividad

Estudio asocia el azúcar con desarrollo de la hiperactividad
16 de noviembre de 2013 - 00:00

A diario el azúcar o sacarosa está presente en las golosinas, postres y gaseosas, entre otros productos; incluso de forma oculta en varios alimentos, como galletas saladas, cereales, panes, salsas, aderezos y zumos de frutas naturales.

Su excesivo consumo no solo está vinculado al sobrepeso y enfermedades crónicas, como la diabetes o hipertensión. En marzo de este año, un estudio del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos analizó la relación del azúcar con la hiperactividad en los niños. En ese país, el consumo de la sustancia representa el 25% de la dieta en menores.

Según los investigadores, la ingesta de azúcar por meses provoca un déficit de dopamina, neutransmisor que regula emociones, motivaciones, adicciones y estados de ánimo. La dopamina está relacionada con la adrenalina. 

Precisamente, el estudio determinó que los cambios o desarreglos en la dopamina incrementan la posibilidad de pacientes con trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Para la doctora Susana Villavicencio, del departamento médico de la Unidad Educativa Letort, la cantidad de azúcar en el cuerpo de un niño representa un problema para mantener la disciplina y atención en las clases. “Si los pequeños consumen de forma exagerada azúcar, vamos a tener niños hiperactivos, lo que causa que la profesora no puede trabajar con ellos. Hay que llamar a los padres y hacerles un tratamiento de psicología para descubrir los posibles problemas de atención”.

Villavicencio explica que esto ocurre porque el azúcar es una sustancia que llega al cuerpo y se absorbe de forma rápida. “Lo que pasa en los niños es que al consumirla, les da una sensación de saciedad y alegría. Se sienten bien en ese momento. Además es adictiva, porque quiere volver a probar azúcar para sentirse así”.

La psicóloga clínica Rosa Cepeda asegura que el azúcar guarda cierta relación con el comportamiento de los niños hiperactivos o con TDAH, un trastorno neurológico. “Cuando llegan al consultorio se recomienda a la mamá que no les den café, té, ningún tipo de azúcar, chocolates, bebidas hidratantes, porque estimulan el sistema nervioso y los ponen más inquietos”.

En cuanto a los niños diagnosticados como hiperactivos, Cepeda agrega que se urge a los padres no incrementar el consumo de azúcar, porque ellos ya poseen esa porción extra de energía.

OPINIONES ENCONTRADAS
Para la licenciada en nutrición Thalia Chele, del Hospital Teodoro Maldonado Carbo (Guayaquil), el azúcar no tiene relación con la hiperactividad, porque existen muchos niños con problemas de atención y que no consumen azúcar.

“No es una regla general que cada niño hiperactivo se deba a que consuma dulces”, dice.

Basada en su experiencia, Chele indica que los niños obesos son por lo general más tranquilos, “nunca se los ve hiperactivos sino sentados detrás de un televisor o computadora”. Aún así, advierte de los peligros por ingerir azúcar en exceso, como los problemas cardíacos. Según Chele, un menor que tome un vaso de gaseosa está consumiendo tres cucharadas de azúcar.

Por otra parte, el tecnólogo en nutrición Omar Vargas, de la Dirección Provincial de Salud del Guayas, expresa que el aumento de la energía que se obtiene de la glucosa (un tipo de azúcar) proviene de los productos azucarados y de diferentes carbohidratos ingeridos. Los hidratos de carbono simple se encuentran en el pan blanco, arroz, harina y galletas.

“Cuando consumo pan blanco, lo voy a absorber o desdoblar como glucosa, sustancia que aporta las calorías y se transforma en energía”, indica Vargas.

La sacarosa también es un hidrato de carbono, hecho de fructosa y glucosa, que si bien se halla naturalmente en frutas y hortalizas (caña de azúcar o remolacha, por ejemplo), es extraído para usarlo como edulcorante en jugos, gaseosas y dulces procesados.

La doctora Susana Villavicencio dice que en una fiesta, un niño ya ha consumido las 2.000 calorías que necesita y que se logran a través de la ingesta de las cinco comidas.

Agrega que las fechas como Navidad y fin de año representan un riesgo para los niños, porque comen dulces en exceso. La especialista recomienda a los padres controlar el consumo de azúcar.

Datos

Según Omar Vargas, un niño de 3 años debe consumir 1.200 calorías mientras que pasados los 10 años entre 1.500 y 1.800, que variarán dependiendo de la actividad física que realice.

El Instituto Nacional de Salud de EE.UU. recomendó que las medidas sanitarias se enfoquen en reducir la ingesta de azúcar, especialmente en niños menores con predisposición a desarrollar TDAH.

La Unidad Educativa Letort de Quito desarrolló la semana de la nutrición, en la que trataron la prevención de la obesidad infantil y adolescentes con recomendaciones para mejorar los hábitos alimenticios.

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