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El Telégrafo
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El acceso a la educación superior aumentó en toda América Latina

La Universidad Central es el segundo centro de educación superior público que registra la mayor cantidad de alumnos. La institución cuenta con 58 carreras.
La Universidad Central es el segundo centro de educación superior público que registra la mayor cantidad de alumnos. La institución cuenta con 58 carreras.
Foto: Fernando Sandoval / El Telégrafo
29 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción Sociedad

A pasos acelerados, América Latina y el Caribe experimentan un aumento en la cobertura de la educación de tercer nivel. Esto se evidencia en la tasa de matrícula, la cual pasó del 21%, a inicios de 2000 al 43% a finales de 2013. El alza equivale a más de 20 millones de estudiantes que actualmente asisten a  una de las 10.000 instituciones de educación superior que operan en toda la región (ver infografía).

El informe, ‘Momento decisivo; la educación superior en América Latina y el Caribe’, publicado hace pocos días por el Banco Mundial, sostiene que quienes definen las políticas en la región, aprovecharon el período de crecimiento económico, para mejorar la accesibilidad al sistema universitario.

En promedio, el 78% del aumento  de las matrículas se atribuye al incremento de bachilleres. El documento de 60 páginas señala que en Chile, Colombia, Ecuador y Perú se tomaron medidas agresivas para expandir el acceso a la enseñanza.

En Ecuador, por ejemplo, el Estado se planteó asegurar que todos los niños completen la primaria. Datos del Ministerio de Educación (MinEdu) indican que la tasa neta de asistencia de alumnos en Educación General Básica (EGB)  pasó en los últimos años (2006-2016) del 92,5% al 97,5%.

El exministro de Educación, Augusto Espinosa, atribuyó el logro a la gratuidad de la formación académica en todos sus niveles. “Esto ubica al país en un nivel superior al promedio de América Latina, que llega al 92,3%.

 En el caso del bachillerato, aún hay un camino por recorrer para lograr los objetivos, la tasa neta de asistencia creció del 51,2% al 65,1% entre 2007 y 2014.

Ya en la universidad, el exsecretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, René Ramírez indicó que la matrícula creció 13 puntos porcentuales desde 2006. En la actualidad hay más de 303.000  nuevos estudiantes.

Entre 2006 y 2014, la tasa bruta de matriculados pasó de 28% al 39% en ese período.

Además, la población más pobre duplicó su matrícula. El 70% de los universitarios son la primera generación de sus familias que acceden a la educación superior.

Además de las políticas públicas a favor de la educación, la empresa privada juega un papel clave. La región registra un aumento de universidades particulares y emisión de préstamos educativos. Según el informe del BM, la mayoría de los nuevos programas de formación superior son del sector privado, mientras que el público expandió los programas existentes.

Las autoridades de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), uno de los ocho centros cofinanciados del país, confirmaron que sí existe un aumento de estudiantes.  Esto se debe a un trabajo conjunto entre las universidades y el Estado.

La titulación es un tema pendiente

A pesar de que América Latina registra más estudiantes universitarios, apenas el 50% logra graduarse, entre los 25 y los 29 años. Esto refleja que aún queda mucho por hacer en términos de eficiencia y calidad señala el informe del BM.

El porcentaje de deserción varía mucho entre países. Mientras México y Perú alcanzan tasas de graduación cercanas a la de Estados Unidos (70%), en Uruguay, Costa Rica, Honduras y Bolivia la tasa de graduación es solo del 40%.

En Ecuador, Ramírez informó  que antes de la implementación del examen estatal de ingreso a la universidad el porcentaje de deserción era del 52%; ahora llega al 20%.

Para la economista del BM y autora del estudio, María Ferreyra, algunas de las causas de la elevada tasa de abandono de la región incluyen la falta de preparación académica, la baja calidad de enseñanza que se da en la secundaria y la falta de medios económicos entre alumnos de escasos recursos. A esto se suma la larga duración de algunas  carreras, así como la falta de flexibilidad para cambiar de profesión.

Ramírez indicó que en el país, desde 2012, 180.000 jóvenes que aprobaron el examen de ingreso a la educación superior no aceptaron su cupo en una universidad pública.

La razón: existen dificultades en cuanto a su orientación vocacional. Del 100% de alumnos que postulan, el 70% se inscribe en cinco opciones de diferentes áreas de conocimiento. Por ejemplo: cada uno escoge como primera opción medicina; como segunda, periodismo; y tercera, una ingeniería.

Por su parte, el presidente Lenín Moreno indicó -durante su campaña electoral- que mantendrá el examen de ingreso a la universidad, pero  evaluará el sistema de admisión, pues el objetivo del Mandatario es que todos los bachilleres estudien la carrera que eligieron.

Las becas, claves en el alza de la cobertura

El informe del Banco Mundial resaltó que, los préstamos educativos al igual que las becas otorgadas ayudaron en el alza de la tasa de matrícula universitaria.

En Ecuador, los bachilleres que pertenecen al programa Grupo de Alto Rendimiento (GAR) pueden acceder a una beca total para obtener su título de pregrado en una de las mejores universidades del mundo.

La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) entregó desde 2007 más de 20.000 becas de este tipo.

El presupuesto anual que maneja esa entidad es de $ 200 millones. De esta cifra, $ 150 se invierten en los programas de becas.

Por su parte, el experto en educación Leonardo Tobar sostiene que analizar los logros educativos en términos de acceso ya es viejo, porque el problema estructural de la actualidad se centra en la calidad.

En el caso del sistema universitario, las autoridades aseguran que se ha conseguido el mejoramiento de la calidad. Por ejemplo, el porcentaje de profesores con maestría o doctorado creció 20 puntos y el porcentaje de profesores a tiempo completo se duplicó.

El estudio recomienda que para lograr eficiencia en la educación superior  se debe diseñar políticas que no solo evalúen la calidad de los contenidos, si no que apoyen a los estudiantes que no están académicamente listos para la universidad.  A esto se suman incentivos tanto para los centros de educación superior como para los estudiantes con el fin de  terminar la carrera. (I)

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