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El Telégrafo
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El templo estuvo lleno de feligreses que lo conocieron

Quiteños despidieron a monseñor Luna Tobar

Personas de distintas partes del país y religiosos acompañaron la ceremonia de cuerpo presente en Quito.
Personas de distintas partes del país y religiosos acompañaron la ceremonia de cuerpo presente en Quito.
Foto: Daniel Molineros / EL TELÉGRAFO
09 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción Sociedad

La iglesia de Santa Teresita, en el centronorte de Quito, que fue el templo donde monseñor Luis Alberto Luna Tobar dio su primera ceremonia religiosa como sacerdote, ayer fue el espacio para despedirlo en su ciudad natal.

Con una breve semblanza de lo que fueron los 93 años del arzobispo de Cuenca, se inició la liturgia de agradecimiento a quien fuera una de las principales figuras en la reconstrucción del desastre de La Josefina en marzo de 1993.

La orden de los Carmelitas Descalzos, en la que Luna Tobar se formó como el primer ecuatoriano de esta congregación, recitó ayer los versos de Santa Teresita de Jesús que el exarzobispo de Cuenca repitió  constantemente, aun en sus momentos de confusión producto del mal de Alzheimer que padecía.

“De todo pudo olvidarse monseñor, menos de los versos de Marianita de Jesús y de Juan de la Cruz que con solo decirle una frase él terminaba todo el verso”, contó Fausto Trávez, arzobispo de Quito.

Durante 22 años, el religioso fue el párroco principal de esta parroquia y el mayor consejero de la orden de los carmelitas. Tras la semblanza que escucharon con atención los presentes, ingresaron al  altar las principales autoridades de la Iglesia católica con el cardenal Raúl Vela a la cabeza. Él fue quien presidió la ceremonia religiosa a la que acudieron políticos, dirigentes indígenas, familiares y allegados al monseñor.

De la ceremonia fue parte el cómico callejero Carlos Michelena, quien contó que monseñor bautizó como arzobispo de Cuenca hace casi 25 años a su hija.

“Estaba de paso por esa ciudad porque daba unos talleres de actuación y sin mayor problema aceptó bautizar a mi pequeña. Siempre fue un ser humano con gran corazón y sensibilidad al que conocimos sobre todo por esa entrega desmedida para ayudar en la reconstrucción de Paute tras el desastre de La Josefina”.  

Los religiosos lucieron trajes blancos con bordados dorados; y en el caso de los arzobispos portaron la mitra (tocado) en la cabeza. Cuando todos ingresaron cerraron el féretro y sobre este colocaron la estola y la mitra característica de los arzobispos.

A diferencia del último martes en la tarde -cuando se desarrolló la misa en el Sagrado Corazón de la Armenia- esta vez la iglesia lució llena. Acudieron, sobre todo, personas mayores de 50 años que presenciaron o fueron partícipes del accionar de Luna Tobar como sacerdote.

“Siempre se caracterizó por su amor y entrega desmedida a los más necesitados y prueba de ello fue su ayuda como gestor del comité de reconstrucción de La Josefina, donde estuvo pendiente que todos tengan su vivienda y su fuente de trabajo”, contó Oswaldo Ordóñez, quien colaboró con Luna en la reconstrucción tras el desastre de Paute.

Su familia más cercana estuvo en las dos primeras bancas y varios de los presentes se acercaron para darle sus condolencias.

Cada palabra en la liturgia resaltaba la labor del exarzobispo de Cuenca, quien en los últimos 7 años de vida pasó en el Valle de los Chillos -en la casa sacerdotal del Sagrado Corazón de la Armenia.

Por ello su sobrino Francisco Bustamante agradeció con breves palabras los cuidados otorgados en ese lugar y, sobre todo, el cariño que su tío recibió. “Estamos muy conmovidos por todas las atenciones recibidas y el cariño que le tuvieron a una persona muy sensible y amorosa a la que cualquier ser humano se podía acercar y recibir siempre un abrazo muy cordial”.

En el momento de la eucaristía hubo un pequeño congestionamiento en el pasillo principal por la cantidad de personas que recibieron la comunión, pero que rápidamente fue solventada por los sacerdotes.

Tras la bendición con agua y sahumerio varios fieles se acercaron al ataúd para observar por última vez al ‘monseñor de los pobres’. Algunos obispos besaron el cajón de madera y otros se persignaron como señal de despedida. (I)

DATOS

Ayer, mientras las personas abandonaban la iglesia de Santa Teresita se repartió una estampa con la Virgen María y Jesús y en el interior la oración por la patria.

Pasadas las 15:30 arribó el féretro de monseñor Luna a la capital azuaya que será su última morada. Una extensa calle de honor se formó desde el aeropuerto Mariscal La Mar hasta la catedral donde será velado.

Un antiguo vehículo del Cuerpo de Bomberos de Cuenca trasladó los restos hasta la catedral. Cientos de personas con banderas de la ciudad saludaron a su exarzobispo.

Alrededor de una hora demoró el recorrido de los casi 4 km que separan el aeropuerto Mariscal La Mar de la catedral azuaya. Sus fieles esperaron en las calles la llegada del cuerpo desde el mediodía. (I)

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