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El Telégrafo
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la ‘H’ es la segunda sustancia a la que se accede con mayor facilidad

Los centros de salud públicos se suman al tratamiento de adicciones

En el Centro de Salud Martha de Roldós, ubicado en la zona 8, se brinda tratamiento contra las adicciones. Existen 4 unidades más en el sector.
En el Centro de Salud Martha de Roldós, ubicado en la zona 8, se brinda tratamiento contra las adicciones. Existen 4 unidades más en el sector.
Foto: Eduardo Escobar / El Telégrafo
10 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

Génesis durante dos años consumió la droga ‘H’. Los últimos días de su adolescencia fueron así. Tras conversar con su madre acordó, si era necesario, internarse, pero cambió de parecer y huyó de su casa (ubicada en el norte de Guayaquil) para evitar el tratamiento.

Por tres semanas sus familiares la buscaron por la ciudad. Su madre, Ángela, la halló camino a la vivienda un día, a las 12 de la noche. Lo único que hicieron fue abrazarse.  

La joven, de 18 años, hoy tiene 5 meses de embarazo y desde hace un mes acude a uno de los centros del Ministerio de Salud Pública (MSP). Ella se acogió al protocolo de atención para el tratamiento por consumo de droga, tabaco y alcohol. Este servicio está disponible desde hace un año en el país.

La atención es ambulatoria intensiva (acude a citas programadas, tres veces a la semana, con citas).

Omar Garay, responsable del programa de Salud Mental de la zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), detalla que se debe agendar una cita a través de la línea 171 cuando se sospecha que alguien está consumiendo drogas.  

Otra opción -sugiere- es acudir al centro de salud más cercano y pedir una cita prioritaria como se hace con las personas de la tercera edad o con discapacidad.

En cambio, si el usuario presenta síntomas de abstinencia por dejar los estupefacientes o presenta intoxicación, debe llamar al 911 para que sea trasladado a Emergencia de uno de los hospitales públicos.

Luego de estabilizar al paciente, este también es derivado a un centro en donde un psicólogo habla con la familia y hace acuerdos para realizar el plan terapéutico
César Guarquila, responsable de Emergencias del centro de Salud Martha de Roldós (en el norte de Guayaquil), detalla que hasta el lugar llegan más los adolescente (que tienen entre 11 y 17 años de edad) y los jóvenes (de 22 a 28 años). Esto es por consumo de cocaína, marihuana y ‘H’.

De acuerdo con el último informe de la Unicef, ‘Niñez y Adolescencia desde la Intergeneracionalidad’, la última es la segunda droga a la que pueden acceder con facilidad los adolescentes en Ecuador.

La ‘H’ es una droga altamente adictiva que mezcla heroína con otra sustancia adulterante.

Por otro lado, el estudio precisa que casi 1 de cada 4 adolescentes (24%) alguna vez se ha embriagado y el 29% ha visto usar drogas a estudiantes del colegio. El 15% de los consultados confesó que sería fácil conseguir marihuana; el 8%, heroína; el 6%, cocaína; el 4%, éxtasis, y el 3%, pasta base.  

Los equipos periodísticos de este Diario han encontrado reiteradamente este problema en las paradas y en el interior de las unidades del sistema Metrovía en el puerto principal.

La metodología

Para Garay, los adolescentes tienen más vulnerabilidad de consumir drogas porque están en la búsqueda de su identidad, de estabilidad emocional y se someten a la presión de desafíos sociales. En cambio los adultos suelen consumir por el dolor de la pérdida de algo o alguien.

El psicólogo Galo Lara Paguay, de la unidad de salud de Martha de Roldós, aclara que en el tratamiento ambulatorio básico los pacientes reciben charlas sobre los peligros que existen al consumir estupefacientes.

La familia también es incluida en el proceso y puede tomar alrededor de dos meses, con asistencia una vez a la semana, aunque depende del tiempo que el usuario haya consumido la droga. “Si el periodo se ha extendido por meses o años lo más probable es que necesite un tratamiento intensivo”.

En este caso, las citas pueden extenderse hasta 3 veces a la semana con el propósito de identificar el problema a través de terapias grupales, de actividades de recreación y de cines foros.

Solo en este proceso, realizado en el centro de salud del norte, participan 126 jóvenes, de los cuales 12 son mujeres “Cada 15 días se cita a la familia para que pueda entender el problema porque algunos creen que pegándoles (a los afectados) se soluciona”, dice el especialista.

Cuando no existe adherencia al tratamiento, porque el medio en el que habita el paciente no le permite mejorar, el responsable zonal de salud mental pide el internamiento del paciente bajo su voluntad.

El servicio público y sin costo continúa en las Casas de Acogida, si se trata de menores de edad; o en los Centros Especializados de Tratamiento de Adicción y Drogas (Cetad) si se trata de adultos.

“No buscamos el tratamiento residencial como primario, porque si le quitamos la posibilidad de seguir estudiando, desarrollar amistades sanas, en contra de su voluntad, vamos a vulnerar sus derechos y a limitar la capacidad de respuesta al concienciar por qué no debe de consumir”.

Garay añade que el objetivo del proceso es reducir el daño que se origina por el consumo de estupefacientes, para que el tiempo en que la persona lo haga sea cada vez más distanciado y lo deje por completo, si así lo desea. (I)      

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