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Las abejas solo defienden a su reina

Las abejas solo defienden a su reina
18 de octubre de 2016 - 00:00 - María Fernanda Arreaga

Pedro Mendoza vive hace 18 años en     Estación Terrena. El asentamiento, de abundante vegetación y caminos de tierra, está a cinco minutos de la comuna Casas Viejas (Chongón, parroquia de Guayaquil).

El hombre, de 41 años, recolecta  miel en la zona. La extrae de los panales de abejas que se encuentran en palos y árboles. Usa abrigos con capucha y gafas para evitar las picaduras.

Pedro, quien es hombre de campo, descubrió que si mata inmediatamente al insecto que lo acaba de picar el enjambre lo ataca. “Es mejor sacarse la ponzoña y dejarla ir. He aprendido a respetarlas”.

Hace una semana un trabajador murió tras ser picado por 400 abejas. Él limpiaba con maquinaria pesada esa zona cuando tropezó con un panal que colgaba de un árbol. Tres trabajadores se salvaron, dos se lanzaron a una laguna cercana y el otro corrió.

El capitán Jean López, director de la división apícola del Cuerpo de Bomberos de Daule, que atendió la emergencia, explica que la clase de abejas del lugar se llama Apis mellifera.

Esta especie, de origen europeo, fue introducida en Ecuador. Posteriormente se mezcló con la africana o ‘abeja asesina’, que también fue traída de otro lugar.

Reacción del organismo

La apicultora Fanny Caizza, propietaria del negocio Zángano Danny, aclara que las Apis mellifera (usadas en los criaderos para obtener miel) son defensivas, a diferencia de las Meliponini (nativas de Ecuador) que se caracterizan por ser dóciles. Esta última no tiene aguijón.

La especialista indica que ellas no atacan, sino que defienden a su reina. Cuando pican y dejan su aguijón pierden sus vidas. “No hay que verlas como una amenaza”.

La infectóloga Evelyn Argüello detalla que la picadura produce una reacción en la piel (enrojecimiento, dolor e hinchazón), pero cuando hay una reacción alérgica se genera un choque anafiláctico, es decir, las vías respiratorias se inflaman y la persona se asfixia. Además, la temperatura sube a 40 grados. Una persona que no es alérgica puede soportar hasta 25 picaduras.

La apicultora Paola Vidal, fundadora de Abejas del Ecuador, asegura que  el comportamiento  agresivo se da ante cualquier amenaza externa que ponga en peligro la colmena,  por ello atacan en grupo. “Ellas persiguen a la víctima hasta 900 metros del enjambre”.

Es por este motivo que, según López,  es necesario que los trabajadores utilicen equipos especiales para evitar situaciones lamentables. “Hay que evitar el pánico, pues no toda picadura produce la muerte”.

Por su parte, Caizza recomienda a las personas que están expuestas  que se sometan a exámenes para que conozcan si son alérgicas a la apitoxina (veneno). La prueba consiste en dejarse picar varios segundos y esperar la reacción. Incluso, a nivel medicinal existe la apiterapia, que sirve para tratar el dolor.

Polinización de cultivos

Xavier Sotomayor, profesional dedicado a la apicultura y propietario de Colmena Reina, asegura que no se puede evitar que una abeja haga su enjambre en el techo de una casa o cerca de ella.

Ellas -señala- migran donde haya vegetación y cultivos para alimentar su colonia y a su reina.

En octubre y noviembre, que son los meses de floración, ellas buscan el alimento que conservarán hasta septiembre del próximo año.

Sotomayor recomienda que cuando se presente una amenaza por picadura de abeja llamar a un apicultor y evitar quemarlas. “Si prendiéramos fuego terminaríamos con las  responsables de polinizar el 75% de los cultivos (para alimentarse) del planeta, el proceso de la renovación  de  la vida de las plantas”.

Especie en peligro

La reducción de la población de abejas en Estados Unidos es grave. El Servicio de Pesca y Vida Salvaje informó que en 1988 había 5 millones de colmenas, pero en 2015 quedaban 2,5 millones. Por este motivo está en la categoría de especie en peligro de extinción.

La disminución es causada por los incendios, el cambio climático y el uso de pesticidas en los cultivos.

En Europa, según el estudio financiado por la Comisión Europea,  el 9,2% de las 1.965 especies corre peligro de extinción, mientras que el 5,2% se verá amenazado.

La preocupación  llevó a López en 2012 a proponer al Cuerpo de Bomberos crear la división apícola. Desde entonces -asegura- recibe a diario cuatro llamadas de Daule y de Guayaquil. “Buscamos evitar que las quemen y dar el manejo adecuado para trasladar los enjambres a sitios seguros”.

Para Sotomayor, las abejas viven estresadas por la falta de alimento. “Hace falta educación sobre su importancia. Son el termómetro de la naturaleza”. (I)

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