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La declaratoria de emergencia del centro médico de guayaquil contará con una inversión de $ 50 millones

El IESS aplicará un plan piloto para distribuir medicinas en farmacias privadas

El Hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil recibe un promedio de 5.500 pacientes diarios. Foto: William Orellana / El Telégrafo
El Hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil recibe un promedio de 5.500 pacientes diarios. Foto: William Orellana / El Telégrafo
29 de enero de 2015 - 00:00 - Redacción Actualidad

En los alrededores de la sala de emergencia del Hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil hay 4 farmacias privadas. 3 de ellas atienden en promedio a 4 o 5 clientes cada 10 minutos. Una, la que más vende, exhibe el nombre de este hospital del IESS en su factura.

Se trata de EconoFarm S.A., o conocida como Sana Sana Teodoro Maldonado Carbo. “Compro aquí porque me hacen descuento y por lo general los médicos me dicen vaya al frente”, dice Luis Fernández, uno de los pacientes del hospital del Seguro en Guayaquil.

Él sufre de afecciones cardiacas y debe tomar 3 pastillas claves: cardioaspirina, plavix y cordarone. De estas, desde hace 3 meses solo recibía la aspirina, pero por los otros 2 medicamentos gastaba hasta $ 300 mensuales. ¿Qué  le decían en el Seguro? “Los médicos me indicaban que no habían las pastillas, que no aparecen en el sistema, y en realidad creo, es, que hay mala administración”, dice el afiliado.

El caso de Ana Inés Zurita es  más peculiar. Ella es una paciente calificada de crítica porque padece diabetes, obesidad y trastorno psicológico. Toma una decena de medicamentos para cada dolencia y muchas veces solo encuentra complejo B o aspirina en la farmacia del Seguro Social.

Ana muestra un papel que el médico le entregó con el fármaco que necesita. Se llama Maxgalin de 75 mg, cuyo principio activo es Pregabalin y es recetado para aliviar el dolor neuropático o dolor producido por los nervios dañados. Junto a la indicación del medicamento había una lista de al menos 20 boticas privadas, como El Trébol (ubicada en el centro de Guayaquil), donde las podía conseguir. “Aún no he ido a preguntar cuánto me costará la pastilla”, dice la paciente.

Precisamente estas irregularidades por la falta de medicinas es lo que investiga la Fiscalía, por pedido del Consejo Directivo del IESS, tras detectarse supuestas desviaciones de fármacos.  De los $ 178 millones de presupuesto anual del IESS, al menos $ 100 millones se destinaban para la compra de fármacos, según datos del propio Seguro. ¿Por qué ocurre entonces la falta de medicamentos? Los pacientes consultados aseguran que existe una ‘fuga’ de fármacos que no llegan a las bodegas del IESS, pero sí a las farmacias ‘aliadas’.  Otras denuncias apuntan a que los encargados administrativos no ingresaban los fármacos al sistema utilizado y en otros casos estos salían de las bodegas del IESS con recetas dirigidas a pacientes ya fallecidos. “La denuncia de las derivaciones es importante porque existe un mal funcionamiento y un mal uso de una política adoptada en un principio con el propósito de brindar un mejor servicio”, reconoce el titular del Consejo Directivo del IESS, Víctor Hugo Villacrés.

Hay quienes, como el cirujano Wilson Benítez, sostienen que el argumento del sistema es una verdad a medias, “a veces realmente los fármacos no llegaban a bodega, porque los propios médicos y enfermeras bajaban a verlos y no había”.

Benítez es expresidente de la Asociación de Médicos y Profesionales Afines del Seguro Social. Esta asociación, creada en 1966, es regional y está integrada por 400 miembros, entre personal del Hospital Teodoro Maldonado Carbo, de los dispensarios de la ciudad del Guayas, del hospital de Milagro, de Babahoyo, la Libertad y Galápagos.

Hace pocas semanas enviaron un manifiesto al Consejo Directivo para denunciar la falta de medicamentos. Según Benítez, gracias a esta gestión el IESScomenzó a investigar las irregularidades. “Ahora tenemos un sistema que se llama AS400. Si viene alguien con una infección de una herida y yo le quiero dar un medicamento dentro del sistema y sale agotado, tengo que darle algo más como ampicilina, pero eso no le va hacer nada. A veces el mismo paciente me dice que le recete, aunque sea antiético, cuenta Benítez.

A partir de la declaratoria de emergencia al hospital, ocurrida el 21 de enero pasado, la Asociación actuará como fiscalizadora de los directivos de turno. “No está dentro de nuestro estatuto, pero buscaremos el mecanismo del diálogo para que mejore esto”, dice.

Entre las medidas de la declaratoria de emergencia, que responde principalmente a un problema hidrosanitario, se contempla pasar de 25 bodegas de fármacos a un solo centro de dispensación que esté robotizado con un stock de inventarios.  Habrá además un plan piloto de distribución de fármacos a partir de febrero con las farmacias privadas. Es decir, si un paciente no encuentra el medicamento en el IESS, podrá ir a una botica particular y retirarlo allí, luego la factura pasará al Seguro.

De esta forma, estiman las autoridades, se tendrá un registro de la ineficiencia de los directores administrativos, porque si un hospital tiene muchas derivaciones a farmacias privadas es porque no está haciendo bien el registro de inventario o no hizo la compra necesaria.

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