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El colectivo recuerda las consecuencias de los procesos estéticos

El cambio de género es un camino lleno de dolor y discriminación

Clémence Zamora-Cruz a los 6 años de edad decidió cambiar de género. Ella denuncia la discriminación.
Clémence Zamora-Cruz a los 6 años de edad decidió cambiar de género. Ella denuncia la discriminación.
Foto: AFP
07 de octubre de 2017 - 00:00 - Agencia AFP

París.-

La transición de género es un proceso en la vida de las personas nacidas con una identidad que no les corresponde, pero el camino para alcanzarla es un vía crucis.

“Yo salí del armario trans a los 6 años, pero enseguida fui castigada. Cuando a uno le consideran niño pero se siente niña, la gente busca ‘normalizarle’”, contó Clémence Zamora-Cruz, quien recibió escupitajos, tirones de pelo y empujones.

“Para mí esta normalización fue con violencia”, relató Clémence que nació hace 42 años en México, pero dejó su país a los 18 después de pasar varios meses en la calle y sufrido durante años.

En Francia logró realizarse profesionalmente como profesora de español, casarse y militar en organizaciones sociales. Sin embargo, denunció que persiste una transfobia y que la palabra “travesti” está al acecho. Muchos profesores tenían la obstinación de negarse a usar la identidad de género que ella había elegido e incluso recibió una multa por ‘fraude’ debido a que sus papeles de identidad no estaban al día.

Después de años de combate de la comunidad LGTB, el Estado francés facilitó en 2016 el cambio de identidad civil para las personas trans. Pero si bien los líos administrativos han disminuido, la discriminación perdura.

Curiosidad malsana

Clémence narró el acoso constante y las preguntas llenas de “curiosidad malsana” de las que es objeto. “¿Y estás operada?” o “¿Cómo te llamabas?”, pregunta la gente.
“Se puede considerar que la transición no se termina nunca”, se lamentó esta enjuta mujer morena, de cara redonda y largos cabellos.

Christelle, por su parte, inició el cambio tras haber estado 34 años en un cuerpo que no le correspondía, el de un militar macizo y temerario. “Lo sabía desde muy pequeña”, aseguró. “Pero se necesita mucha valentía para decirlo”.

Durante ese tiempo tuvo “tres intentos de suicidio”. Después su mujer la dejó y su hija no le habla.

De piel morena y con gafas recordó las “torturas” que sufrió en operaciones. La depilación eléctrica para quitarse la barba hacía que sintiera “miles de pinchazos”.

Para transformar su pene en una cavidad vaginal viajó a Tailandia y sufrió los efectos del posoperatorio durante un año. “Lloraba todos los días. Tuve que sufrir eso para poder tener después una vida normal”.

A los 45 años, sigue en el ejército y está casada con un militar, con quien tuvo un hijo mediante reproducción asistida. “Si yo no hubiera hecho la transición, no estaría acá”, dijo. “Eso es una certeza”.

“Si hay un punto en común entre todas las trayectorias es la noción de que es algo inexorable. Para todos mis pacientes trans no había otra opción”, comentó el psiquiatra Thierry Gallarda, especialista.

Pero la transición, cuyo proceso médico genera “júbilo”, conlleva arbitrariedad. “Hay físicos más o menos plausibles”. Otro factor de injusticia es el sexo de nacimiento. “Se viriliza más fácilmente a las +F hacia M+ (paso de mujer a hombre en inglés) que lo que se puede desvirilizar a +M to F+ (hombre hacia mujer)”, observó la endocrinóloga Catherine Brémont.

La más simbólica, la cirugía para cambiar de sexo, se la realiza solamente la mitad de las personas transexuales, constató Arnaud Alessandrin, sociólogo especialista en el tema, para quien al final hay “tantas transiciones como individuos”. (I)

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Iglesia anglicana sancionó a su rama escocesa por matrimonio homosexual

La iglesia anglicana sancionó a su rama escocesa, la Iglesia Episcopal de Escocia, por haber reconocido el matrimonio homosexual y celebrado ese sacramento en los templos.  

La Iglesia Episcopal de Escocia votó en junio pasado retirar de su doctrina la frase que estipula que el matrimonio es la unión “entre un hombre y una mujer”.

Desde entonces se han celebrado varias uniones en Edimburgo o Glasgow, y en la provincia de Morray.

El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, confirmó en una reunión de dirigentes anglicanos en Canterbury, sureste de Inglaterra, que los obispos aplicaron las mismas sanciones a la rama escocesa que a la Iglesia Episcopal de Estados Unidos el año pasado.

“El obispo Mark (Strange, primado de la Iglesia Episcopal de Escocia) anunció en su presentación que esperaba que pasara eso y que lo aceptaba. Me correspondía decidir sanciones y eso es lo que se hará, como hice en 2016”, explicó Justin Welby.

Mark Strange anticipó que iba a recibir sanciones por la nueva doctrina sobre el matrimonio, pese a haber integrado una cláusula de conciencia para permitir que los sacerdotes en desacuerdo pudieran abstenerse de celebrar bodas.

“Reconozco que esta decisión haya podido provocar furia o dolor en la comunidad anglicana”, declaró Strange. (I)    

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