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Crónica

Una casa de pallets, el inicio de una nueva vida

Una casa de pallets, el inicio de una nueva vida
Foto: Cortesía
07 de agosto de 2016 - 00:00 - Javier Carrera. Periodista

“En cuestiones de trabajo, yo he hecho de todo”, comenta Belfor Arteaga mientras corta con un serrucho las puntas irregulares de un pedazo de madera.

Es una tarde nublada y seca en Chacras, sin mucho viento. En medio del silencio habitual del sector, lo único que se escucha es el golpe repetitivo del martillo contra la madera y las voces de los niños que corretean por un camino polvoriento.

A unos pocos metros de Belfor, su esposa, Ángela Zambrano, recoge un puñado de hierbas del pequeño huerto familiar.  Aunque el terremoto del 16 de abril los obligó a dejar su natal Portoviejo, ahora aprenden a reconstruir sus vidas y las de sus hijos en esta pequeña comunidad del cantón Arenillas, en la provincia de El Oro.

Lejos de la tierra que los vio nacer y sin dinero, la ayuda recibida de 2 organizaciones ciudadanas fue fundamental para este nuevo comienzo.

Y es que la vida de Belfor y Ángela, al igual que la de miles de personas en Manabí y Esmeraldas, cambió por completo la noche de aquel sábado 16 de abril. Desde hace 12 años esta pareja manaba vivía en el sector de La Bartolita, en Portoviejo, con sus 3 hijos: Johao, de 17 años, Jaén, de 12, y Jaela, de 9.

Antes del terremoto, Belfor tenía un pequeño negocio en casa para la venta de cervezas, gaseosas y agua. Con el dinero obtenido podía educar y alimentar a sus hijos.

Recuerda que minutos antes de las 19:00, del 16 de abril, ingresó a su cuarto para cambiarse de ropa, mientras su esposa se encontraba sentada en el portal de la casa con la pequeña Jaela y su perro Mike. Johao y Jaén estaban en la sala jugando en la computadora.

Momentos después todo fue oscuridad, caos y desesperación. “Los chicos corrieron a ver a su mamá. Yo no pude salir rápido. Ellos se abrazaron, pero el movimiento fue tan fuerte que los tumbó a todos”, dice Belfor.

Durante el sismo, una pared de la vivienda contigua cayó sobre la casa de Belfor.

El desconcierto y el temor se apoderaron de la familia como ocurrió con otras tantas de las zonas afectadas, al haber perdido, en menos de un minuto, todo aquello que se consigue a lo largo de una vida.

Esa noche decidieron pasar en casa de la mamá de Belfor, en el sector conocido como Jaboncillo. Angustiados por la situación y con el miedo permanente a las constantes réplicas, la familia decidió irse a Chacras, donde vive la mamá de Ángela. Aunque permanecieron en Chacras, la familia de Belfor seguía sin solucionar su mayor problema: dónde vivir.

A pesar de haber encontrado un refugio, la necesidad de comida, vestimenta y un sitio donde vivir continuaba siendo urgente para ellos.

Por esos días, personal del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) llegó hasta el sector para entregar víveres a la familia. Por esta institución, el grupo cultural Cronopios El Oro conoció la situación de los damnificados y poco después decidieron visitarlos.

La idea de construir una casa con materiales de fácil acceso para Belfor, Ángela y sus 3 hijos se fue gestando después de ese primer acercamiento. Fue entonces que se pusieron en contacto con el colectivo de arquitectos Natura Futura e iniciaron las gestiones para construir una vivienda en un terreno aledaño a la casa de la mamá de Ángela, donde utilizaron materiales como pallets, tablas, cuartones, zinc, entre otros.

La mayor parte de estos elementos fueron donados por diferentes organizaciones, entidades públicas y privadas, autoridades locales, familiares y amigos. Los trabajos se iniciaron a mediados de mayo y contaron con la participación de los integrantes de ambos colectivos, personal militar y voluntarios.

José Fernando Gómez, socio fundador de Natura Futura, explicó que el diseño arquitectónico de la obra obedece a criterios conscientes con el entorno natural, económico y social del sector. La vivienda tiene un área de 30 m² y se asienta en 12 pilotes, elaborados con hormigón y ladrillos, que la separan del suelo para evitar la humedad y permitir el flujo de aire constante. Su cualidad de vivienda productiva está en 2 de sus espacios: una plataforma de ingreso que puede servirles para poner un negocio —venta de almuerzos, por ejemplo— y un pequeño huerto familiar elaborado con llantas y canastas de frutas.

Conforme pasaron los 10 días de construcción, el ánimo de la familia fue cambiando, todos se involucraron en la edificación de la casa. Cada uno tenía una tarea o ayudaba en algo.

Aunque el fin era tener un lugar donde vivir, todo el proceso sirvió para asimilar la situación que estaban viviendo a partir del terremoto y poco a poco ir superándola.

La inauguración de la casa fue a inicios de junio y las agrupaciones encargadas de la construcción armaron una pequeña presentación de títeres, que contó con la asistencia de una veintena de niños del sector. El día en que la vivienda estuvo lista se vivió un ambiente de fiesta en Chacras. (I)

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