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Turismo

Ni el terremoto de 1996 apagó la alegría en Pujilí

Ni el terremoto de 1996 apagó la alegría en Pujilí
Foto: Carlos Novoa / El Telégrafo
19 de octubre de 2016 - 00:00 - Carlos Novoa

La alegría es una de las emociones más agradables y satisfactorias de la vida. La mayoría de diccionarios la conceptualizan como un desbordante sentimiento de placer. En el mundo hay muchos rostros que representan perfectamente esta emoción, como un niño en brazos de su madre, un deportista al ganar una medalla de oro o una mascota al ser acariciada por su dueño. Si bien este sentimiento nace solo en el corazón de seres vivos, hay pueblos donde la alegría parece personificarse en calles, plazas, iglesias y parques.

Uno de ellos es Pujilí, cantón cotopaxense ubicado a 14 kilómetros de Latacunga y a 2 horas de Quito. Callejones rebosantes de bulliciosos y juguetones niños, ancianos sonrientes tomando el sol y gente amable por doquier forman parte de una escena que allí se observa a diario.

Quien llega por primera vez podría pensar que allí nunca llegó una desgracia. Sin embargo, el 28 de marzo de 1996 un terremoto de 5,7 grados en la escala de Richter, redujo cientos de casas a escombros, dejó 62 muertos y 15 mil damnificados.

Reconstrucción de la urbe

La mayor parte de construcciones que cayeron por el sismo tenían más de 100 años de antigüedad. Si bien por un lado se perdió gran parte del patrimonio arquitectónico del cantón, esto dio paso a la modernización de toda la ciudad. Fernando Matute, alcalde de Pujilí, destacó la importancia de la reconstrucción urbana para el turismo.

“Hoy el casco urbano combina modernas viviendas y edificaciones que tuvieron que ser restauradas totalmente. Una de ellas es la basílica, pues esta quedó completamente destruida. Hoy es uno de los atractivos turísticos más visitados”, dijo. Al igual que el templo, gran parte de las casas fueron repotenciadas y hoy forman parte de una moderna infraestructura urbana.

“El mirador más importante de Pujilí está en la cumbre del cerro Sinchaguasín, ubicado justo frente al cantón. Desde allí, hasta antes de 1996, el paisaje era el de una ciudad antigua y con poco desarrollo. Hoy desde el sector se observa un moderno mercado, una terminal terrestre nueva y una majestuosa iglesia de piedra”, explicó Lorena Cabezas, restauradora patrimonial.

Atractivos turísticos

El centro del cantón Pujilí representa el atractivo turístico más destacado del casco urbano. El parque central, frente al Municipio, una edificación centenaria que no sufrió mayores daños en el sismo y que a más es un museo, son destinos accesibles para todo público. Según ancianos pujilenses, esto representa el esplendor arquitectónico de la población en siglos pasados.

“Ni el terremoto del 96 logró apagar nuestra alegría, que es nuestro mayor patrimonio. En las paredes del ayuntamiento y otros edificios centenarios se guarda nuestro legado festivo, un elemento fundamental de la cultura de Pujilí que se refleja en las fiestas del Corpus Christi y el Niño de Isinche”, manifestó Wenceslao Rodríguez, profesor pujilense de 85 años.

Estas celebraciones se organizan en junio y diciembre, en ese orden. El personaje más destacado de la primera es el Danzante, quien representa la alegría de la vida y es el precursor de la lluvia en tiempos de sequía.

En estas fechas las estrechas calles de Pujilí se llenan de coloridas comparsas que evocan a personajes propios del sincretismo ideológico y del mestizaje de la época colonial.

El hornado, las tortillas de maíz, las morcillas y el chaguarmishqui (cabuya dulce, en idioma kichwa), son las delicias que en esos días se pueden degustar en los hogares, comedores del mercado y demás restaurantes y picanterías populares.

En Pujilí además se puede visitar durante todo el año, la laguna de Quilotoa, Zumbahua y Tigua, donde se pintan hermosos paisajes andinos en fibras animales. (I)

El hornado es uno de los platos típicos que se pueden degustar durante todo el año en el mercado y comedores populares del cantón. Delicias como la morcilla, las tortillas de maíz y el chaguarmishqui son propias de Pujilí. Foto: Carlos Novoa / El Telégrafo

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