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Miguel Ángel León Donoso / cirujano vascular

Médico riobambeño salva a 11 españoles de que les amputen sus piernas

Médico riobambeño salva a 11 españoles de que les amputen sus piernas
Foto: Cortesía
17 de septiembre de 2017 - 00:00 - Silvia Murillo

Nadie es profeta en su tierra. Quizás esta frase podría aplicarse al Dr. Miguel Ángel León Donoso, quien radica en España y desde hace dos años y medio trabaja con la medicina regenerativa empleando células madre.

El profesional, quien tiene la especialidad en angiología y cirugía vascular, conseguida en el Hospital de Santa Cruz y San Pablo, en Barcelona, España, salió de su natal Riobamba, provincia de Chimborazo, luego de haber ejercido la medicina rural en los hospitales de Macas (Morona Santiago) y militar de Pasaje (El Oro).

Sus estudios de medicina los realizó durante 6 años en la Universidad Central, en Quito. Una vez terminada la carrera buscaba una especialidad, de modo que, con el apoyo de sus padres, viajó hasta el Viejo Continente.

Su intención era regresar con su especialidad a Ecuador y poner al servicio de los ciudadanos sus conocimientos, sin embargo, el destino le tenía deparado otro camino.
Confiesa que no para todo sudamericano es fácil triunfar en tierras europeas, pero afirma que con él fue diferente.

“He tenido la suerte de que a mí me han aceptado como uno más, pero entiendo que no todos tienen esta suerte. De alguna manera logré conectarme mejor con estas personas y eso fue una ventaja porque he podido desarrollarme en el ámbito profesional sin ningún problema”. Actualmente trabaja en el Hospital Universitario de La Ribera, en la ciudad de Alcira, en Valencia, donde lleva prestando 19 años de servicio.

Antes estuvo en otras casas de salud, como la St Mary’s Hospital, de Londres, en Inglaterra.

El doctor León asegura que mantiene su acento de latinoamericano y que, cuando tiene cerca a sus pacientes u otras personas, ellos se dan cuenta de que no es europeo.

La medicina regenerativa

El especialista aclara en entrevista con EL TELÉGRAFO que en el Hospital de La Ribera, atendiendo a su especialidad, practica cirugías de revascularización a pacientes con extremidades inferiores que están a punto de la amputación o que tienen una claudicación a muy corta distancia.

Es por ello que, hace aproximadamente 2 años y medio, y abierto a nuevas posibilidades de tratamiento, a través de un laboratorio comercial se enteró del procedimiento con células madre. “Siempre he tenido interés en hacer cosas nuevas. Vino la oportunidad en el hospital donde trabajo, en Valencia, de empezar a hacerlo”.

León cuenta que su primer paciente fue uno que ya había agotado todos los tratamientos quirúrgicos y médicos para evitar la amputación y tenía constante dolor.

En esta etapa, destaca, la persona está dispuesta a probar cualquier método para evitar que le amputen una o las dos extremidades inferiores.
¿Los pacientes para amputación son generalmente diabéticos? Realmente, la mayoría sí lo son.

El médico detalla que hay 3 o 4 factores de riesgo que amenazan a estas personas, uno de ellos es el consumo excesivo de cigarrillo, que es uno de los factores más importantes; además de la diabetes, la hipertensión arterial, y el colesterol alto.

“Cuando uno tiene todos estos factores juntos está predispuesto a que las arterias se vayan tapando de forma progresiva y, de acuerdo al grado de taponamiento, se ofrece uno u otro tratamiento”.

En ese sentido, menciona que lamentablemente los pacientes con los cuales empezó a poner en práctica el tratamiento con células madre, estaban  desahuciados “por decirlo de alguna manera en cuanto a la revascularización de la extremidad”.

Aun así afirma que de 14 casos que tenían un diagnóstico de amputación, 11 lograron preservar sus extremidades. “Es cerca del 80%”.

“Aquellos que se amputaron, a pesar del tratamiento con células madre, eran pacientes que ya estaban con lesiones de gangrena (estadio final de la falta de circulación)”.

Cómo es el tratamiento

Al preguntársele al médico si las células madre se obtienen del cordón umbilical de los recién nacidos, indica que no, que más bien se extraen del mismo paciente, específicamente de la cresta iliaca (cadera).

“Este hueso es la fuente de células madre. Allí se hace la punción y se obtienen aproximadamente 250 centímetros de medula ósea propia del paciente adulto”.

Explica que la médula ósea se centrifuga con factores de anticoagulación y lo que se obtiene es la base de todo lo centrifugado, que se conoce como células madre. “Se inyectan progresivamente en los sitios donde la arteria ha sido completamente bloqueada, siguiendo el eje arterial, mediante inyecciones intramusculares. La técnica es básicamente esa”.

Detalla, además, que la aplicación se realiza a 1 cm de diferencia y 1 cm cúbico por inyección. Menciona que las células madre también pueden obtenerse del esternón o de los huesos planos que hay en el cuerpo, pero hacer una punción, por ejemplo, en el esternón, que está en la mitad del pecho, debe ser doloroso. Este tratamiento no requiere de un proceso de días o semanas; basta con una sola aplicación, tal y como lo explica León.

“El paciente viene al hospital con el grado de isquemia para amputar; se hace la extracción de la médula y se inyectan las células madre a lo largo de la extremidad. Una vez que se ha hecho eso, la persona se va a su casa con el tratamiento antiguo, es decir con los medicamentos que tomaba antes, los que diluyen la sangre. Después de eso se los vuelve a ver a los dos meses”.

Asegura además que a ninguno de ellos hubo que repetirles la dosis. “Estamos muy animados en seguir con este tipo de tratamiento que funciona especialmente en los que son candidatos para amputar”.

Experimenta en su día a día las reacciones de las personas que atiende y, sobre todo, cuando les dan la nefasta noticia de que van a perder una de sus extremidades. “Es como coger un clavo ardiente”.

Recuerda con regocijo que uno de ellos, al que se le inyectó células madre en una de sus piernas afectadas, le dijo: “me he comprado unos zapatos nuevos porque ahora los puedo usar”. Dice que están agradecidos con esta técnica.

Resalta que es importante que estas personas dejen de fumar, aunque reconoce que es complicado, pero si lo logran, y además caminan y continúan con su medicación, “creo que se evitaría la amputación”.

Explica que no todos los pacientes que atiende y que tienen problemas de circulación resuelven su problema con la amputación o la aplicación de células madre. “La mayoría se soluciona con stent o bypass. Tampoco hago una amputación cada día sino una al mes o cada dos meses, en casos específicos donde no hay otra opción”.

En lo que tiene que ver con el costo del tratamiento con células madre, dice que trabaja con la seguridad social, pero estima que en clínicas privadas el valor sería de 5.000 euros ($ 5.972).

Detalla que solo el hecho de utilizar maquinaria especial y la extracción de las células madre tendría un costo aproximado de 2.500 euros ($ 2.986).

“El resto es la hospitalización y los honorarios del médico que lo haga. Es un dinero que quizás esté bien empleado si se evita una amputación”.

Advierte que sería magnífico que en Ecuador se pusiera en práctica este tipo de tratamiento alternativo, especialmente para las personas con diabetes, pero aún no se lo hace.

En ese sentido, destaca que al país le hace falta lo que es investigación científica relacionada con la medicina.

“He trabajado muchos años en España y también en Inglaterra; si usted compara, por ejemplo, las dos, la segunda hace mucha más investigación que la primera. Y si comparamos España con Ecuador, en mi país es menos. No tengo mucho conocimiento de lo que estén haciendo allá en cuanto a investigación, pero evidentemente es lo que hace falta”.

Él recomienda que se investigue un poco más sobre diferentes enfermedades para que también los médicos ecuatorianos se den a conocer en el ámbito internacional.

En un reciente simposio en el que participó, en Argentina, explicó al auditorio que la morbimortalidad que conlleva a una amputación se traduce en que después de 2 años el paciente amputado pierde la otra extremidad y que, a los 5 años, por la comorbilidad de este procedimiento, la persona fallece.

“Esto nos ha incentivado para buscar un método alternativo, sobre todo cuando ya toda la terapéutica farmacológica y quirúrgica, y actualmente la endovascular, han fallado. Lo último que nos queda es el tratamiento con células madre”.

Asimismo, menciona que no le ve mayor problema al hecho de ejecutar nuevos tratamientos y, en este punto, se refiere específicamente al plasma rico en plaquetas (PRP).

“De hecho estamos tratando ahora un tipo de pacientes con úlceras o lesiones isquémicas difíciles de curar y erradicar. Tengo entendido que el PRP está indicado para este tipo de patología”.

El doctor Miguel León (der.) en una entrevista que le hicieran en Argentina, donde hace pocos días participó de un simposio para hablar de la medicina regenerativa. Foto: Cortesía

Espera retornar al país

Hace 8 meses estuvo en Ecuador y, lógicamente, en Riobamba, su tierra de origen. Dice que intenta venir cada vez que puede.

En esta última oportunidad participó de una reunión en el colegio en el que estudió, el Santo Tomás Apóstol, donde celebró el aniversario número 40 de haberse incorporado de bachiller. “Tuve la oportunidad de ver amigos que no había visto en 40 años. Y pude abrazarlos. Extraño mucho mi tierra, pero ya uno se afinca por aquí y es bastante difícil volver. Lo haré cuando me jubile, supongo”.

Se siente agradecido con sus padres, que siempre lo apoyaron en la decisión que tomó de estudiar medicina. Su progenitora, quien ya falleció, estuvo a su lado dándole el impulso que necesitaba. De igual manera, lo hizo su papá, quien actualmente reside en Quito y se desempeñó como gerente de algunas sucursales del Banco de Fomento, en Riobamba.

Confiesa que si volviera a nacer escogería nuevamente la carrera de medicina, aunque reitera que su intención no fue quedarse en España sino regresar a Ecuador con una especialidad, pero tuvo la oportunidad de ejercer en Europa.

Una de las cosas que extraña de este país es la gastronomía, a la cual califica como “estupenda”. “La de mi propio pueblo de Riobamba, Quito y la Costa es muy apetecible (sonríe)”.

Indica que le gusta mucho el cebiche y el encocado de pescado, entonces rememora que cuando trabajó en el hospital de Muisne, en Esmeraldas, antes de partir hacia España, había una chica que les preparaba encocado de langostinos y una larga lista que, al mencionar, le van abriendo el apetito, pero sobre todo lo llena de nostalgia.

En su tiempo libre, que no es mucho, le gusta practicar tenis y footing, además de fútbol.

Sobre lecturas dice que prefiere las que están vinculadas con la medicina.

Hablando de fútbol salta la pregunta de si es hincha del FC Barcelona o del Real Madrid y, entre risas, confiesa que le va al segundo equipo, pero después de la Liga de Quito.

Su proyección

Su futuro, al parecer, ya lo tiene claro. Empieza por recordar que tiene 61 años y que en unos cinco años más estará gozando de su jubilación.“Llevo laborando en este hospital (La Ribera) bastantes años. Soy el segundo en comando (jerarquía) de mi especialidad; trabajamos todos los días con cirugías.

Cuando termine esto, que será más o menos en unos 5 años, mi idea es alternar Ecuador con España, o Inglaterra, donde viven y trabajan mis hijas. Ese es mi proyecto futuro, en cuanto me jubile”.

Sin embargo, hace una breve reflexión e inmediatamente dice que podría estar más tiempo en Ecuador porque le llama mucho la atención regresar. Ahora solo puede quedarse un mes, que es el tiempo que duran sus vacaciones del hospital.

De la medicina dice que siempre le gustó, desde pequeño, y que con sus compañeros de colegio perteneció al grupo ‘La patrulla de los halcones’, que era una división de los boy scouts, donde fungía como enfermero.  

Una de sus anécdotas al partir de Ecuador es que se sorprendió al llegar a Europa, cuando pisó España, un 3 de enero de hace más de 25 años. “Era época invernal y estaba nevando, por ello había nieve en las calles, en el suelo, incluso en el mar; una cosa que no sucede en Ecuador”.

Asimismo, pensó que allá todos hablaban español y fue un choque para él, al llegar a Barcelona, encontrarse con que hablaban catalán. De todos modos dice que en el camino tuvo que aprender ese idioma.

Miguel León mantiene viva la esperanza de seguir salvando pacientes con el tratamiento de células madre y ver a las personas caminar y sonreír. (I)

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