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El Telégrafo
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Los perros rescatados ya tienen su propio club

Chestnut (izq.) llegó a la vida de Adriana Álava para convertirse en una compañía para ella y sus dos hijas.
Chestnut (izq.) llegó a la vida de Adriana Álava para convertirse en una compañía para ella y sus dos hijas.
Foto: Juan Carlos Holguín / El Telégrafo
24 de diciembre de 2017 - 00:00 - Juan Carlos Holguín

Emocionada, Nana devora un helado con sabor a hígado mientras su madre adoptiva, Soledad Moya, le sostiene el pasabocas con una sonrisa de satisfacción. 

La pequeña parece haber olvidado la pesadilla que vivió el 16 de abril de 2016, cuando sufrió en carne propia el terremoto que azotó a Manabí. Nana fue uno de los más de 400 perros y gatos damnificados por el movimiento telúrico,  auxiliados por fundaciones y animalistas independientes que se movilizaron hasta la zona de desastre.

Una de las agrupaciones fue Yo Amo Animales, que efectuó varios rescates en Manabí. Entre ellos estaba Nana, quien fue trasladada a Guayaquil para darle atención física y anímica.

Con los días, aquella perrita flaca, temerosa, llena de pulgas y garrapatas, se convirtió en un animalito amoroso y juguetón. Sin embargo, algo le faltaba: el amor de una familia. Fue entonces que, hace un año, Soledad la adoptó y le dio una nueva vida.

“La encontramos en una feria de adopciones en el Parque Samanes. Fue amor a primera vista. En cuanto nos vio vino hacia nosotros y nos abrazó. Los trámites demoraron cerca de una semana y finalmente la llevamos a nuestra casa”, relata la mujer, quien considera importante darles a los animalitos esa segunda oportunidad de ser felices.

Así como Nana, muchos perros y gatos han encontrado un hogar, gracias a fundaciones y activistas independientes que los rescatan de las calles para darlos en adopción. Es una tendencia que se ha incrementado en los últimos años y por eso la fundación Yo Amo Animales decidió crear en Guayaquil el primer club de perros rescatados.

Con esta iniciativa la agrupación busca promover la adopción de mascotas. Para ello aprovechó la moda de formar clubes de perros. Ya existen grupos que congregan a  los pug, pitbull, schnauzer, poodle, beagle, entre otros. Ahora los mestizos también tienen su propio club.

“Casi siempre las personas buscan más a los perritos de raza que a los mestizos. Queremos enseñarles a todos que es lindo darles una oportunidad a los animalitos, aunque no sean de raza”, aseguró Paola Alcívar, miembro de Yo Amo Animales.

La primera reunión del club se cumplió en la veterinaria Pet’s House, ubicada en la Alborada, sobre la avenida Francisco de Orellana. Ahí se realizaron juegos, competencias de habilidad y se entregaron productos de las firmas auspiciantes. Y lo principal: se logró la integración de los canes, todos sobrevivientes de la fría calle, de esa selva de cemento en la que enfrentaron a la muerte y de la que fueron salvados por almas caritativas.

Como Chestnut, un cachorrito que deambulaba por las aceras guayaquileñas exponiéndose a morir atropellado  o a ser asesinado por alguna persona sin alma, de esas que se regodean torturando y matando a estos pequeños seres.

Por fortuna, lo encontró el personal de la Unidad de Rescate y Recuperación (URRA) de la Prefectura del Guayas. El perrito recibió atención médica y cuando estuvo apto para ser dado en adopción, fue llevado a uno de los eventos que realiza el organismo. Ahí Chestnut conoció a Adriana Álava, su nueva madre. 

“Lo adopté el 31 de junio de este año, tenía dos meses y medio. Ya tiene seis meses. Con Yo Amo Animales había adoptado varios gatos y fuimos al evento de URRA. Ahí mi hija se enamoró del perrito y nos lo llevamos”, relató Adriana mientras jugaba con su “hijo”, quien ya es miembro del Club de los Rescatados.

Para ella, el animalito ha sido una gran compañía. “Es el único ‘hombre’ de la casa. Somos mis dos nenas y yo”, afirmó la mujer entre risas. “Como es engreído, él tiene su área, su propia colcha, todo. Le encanta correr. Es así como lo ve ahora, superjuguetón. Juega mucho con las bebés. Él llegó a nuestra casa cuando pasábamos por un momento difícil y nos cambió la vida”.

La primera reunión del club tuvo una buena acogida. Según Paola Alcívar, acudieron cerca de 50 personas. “Estamos agradecidos con quienes nos ayudaron. Tenemos marcas auspiciantes, nuestro bazar animalista y todo esto nos sirve para recaudar fondos y cubrir los gastos de nuestros rescatados”.

La fundación Yo Amo Animales no cuenta con un refugio para sus rescatados. Trabaja con hogares temporales en toda la ciudad, y corre con los costos de mantenimiento y atención médica de los perros y gatos que auxilia. Este dinero proviene de donaciones y de la autogestión de la fundación, que a menudo realiza bazares y venta de comida, entre otros eventos.

El día de la reunión del Club de los Rescatados también se cumplió el Piscinazo Canino, durante el cual los perros miembros del club y algunos particulares disfrutaron de la piscina ubicada en la veterinaria Pet’s House y que se utiliza para terapia física de los canes.

Hugo Yánez, quien labora en la veterinaria y además es el presidente del Club Pug Guayaquil, acompañó a los perros mientras nadaban. “La natación en las mascotas les ayuda a quemar energía y desestresarse. Es más efectiva que una caminata”.

Según el experto, a los perros le encanta esta actividad. “Los instructores nos metemos a la piscina para tener cuidado de que si el animal se cansa lo sacamos, si se desespera lo ayudamos. Pero el perro va a nadar solo”.

El Club de los Rescatados informará sus actividades a través de las redes sociales, donde también publica tips y consejos animalistas. En Facebook e Instagram se lo encuentra como @clubdelosrescatados y en Twitter es @clubrescatados. Los interesados en hacer parte de él pueden escribir a [email protected]. (I) d7a

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