Retratos
La interculturalidad se vive en el Cristo del Consuelo
El marisco manaba / Jesús Mendoza, 58 años
Jesús promociona sus mariscos debajo de una carpa azul. “¡Venga, tengo picudo, dorado, corvina, camarón y bagre!”. Lleva 22 años en el comercio de mariscos en el mercado Cristo del Consuelo, al sur de Guayaquil.
Su labor empieza a las 07:00, de lunes a sábado. El ‘Manaba’, como lo conocen, bromea con sus clientes y los trata con amabilidad. El producto de la venta es el sustento familiar de sus 3 hijos y su pareja. Expende $ 200 diarios y su faena comercial termina a las 12:00. (I)
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El secreto azuayo / Juan Cabrera, 47 años
Hace 33 años llegó a Guayaquil para iniciar su negocio en casa de su hermano. Trabajó 10 años para ahorrar y comprar su vivienda.
En la actualidad es propietario del local de víveres Cabrera, donde vende al por mayor y menor gran variedad de productos.
Su jornada comienza desde las 07:00 hasta las 13:00, y, luego, de 16:00 a 22:00. Lleva 15 años trabajando de domingo a domingo.
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Hortalizas de Chimborazo / María Morocho, 46 años
Arribó a Guayaquil hace 25 años en busca de trabajo y se convirtió en comerciante.
Ella se levanta a las 03:00 para comprar hortalizas en el mercado mayorista Montebello y luego las comercializa en el Cristo del Consuelo. Junto a su esposo Simón
Cacuango saca adelante a sus 8 hijos. Sus clientes la prefieren porque si se les queda algún objeto, ella lo guarda y devuelve.
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Las aves de El Oro / María Herrera, 49 años
Ella empezó ayudando a su madre Julia Méndez, en el negocio de tienda de abarrotes.
Hace 28 inició en la venta de pollos y gallinas. Su hermana le enseñó a descuartizarlos. Trabaja apoyada de algún familiar y siempre con una sonrisa.
Las aves que comercializa provienen de Balsas, en El Oro. En promedio, expende 50 pollos y gallinas.
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Los huevos de ‘gallina viuda’ / Adela Rúa, 56 años
Debajo de un parasol multicolor, con sus brazos cubiertos de pulseras y sus dedos de aros, Adela enfunda los huevos: 8 por $ 1.
Tiene sobre su mesa rodante un muñeco como cábala (gatito chino), el cual llama a clientes.
Hace 3 años promociona los huevos de Catarama y afirma que son de ‘gallinas viudas’.
“Cero colesterol y los mejores del Ecuador”, asegura doña Adela.
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La sazón esmeraldeña / Carmen Solís, 53 años
Con un capital de $ 2, Carmen comenzó vendiendo cocos. Lleva 16 años expendiendo la fruta rallada.
Usa un pañuelo en la cabeza y un mandil azul. Trabaja sentada sobre una tabla de madera con una pieza de metal, que sirve para rallar.
Su clientela compra el coco rallado a $ 1. Es un ingrediente para platos esmeraldeños. Ella gana alrededor de $ 30 diarios, que se convierten en el sustento familiar.