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El Telégrafo
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El Quito del norte y el del sur, ¿2 ciudades diferentes?

‘A tus espaldas’ es un filme que narra la historia de un quiteño que concibe un Quito dividido por la Virgen del Panecillo.
‘A tus espaldas’ es un filme que narra la historia de un quiteño que concibe un Quito dividido por la Virgen del Panecillo.
Foto: Miguel Jimenez / El Telégrafo
04 de diciembre de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez B.

Hay diferentes  formas de percibir el espacio urbano y más aún cuando se trata de representar las zonas que integran la ciudad donde habitamos.

En el caso de Quito, que conmemora 482 años de fundación, el imaginario urbano, se concibe al sur como un sector desfavorecido frente al norte, catalogado como pudiente. Según el libro Quito Imaginado, nadie sabe, a ciencia cierta, dónde comienza el norte y dónde el sur, por lo tanto, se trata de fronteras móviles. Ni el norte ni el sur ocupan espacios fijos.

A su vez, el norte y el sur son asumidos como diferentes, pero no se ha especificado, con claridad, en qué consiste esta distinción.

De acuerdo con la investigación Imaginarios urbanos y segregación socioespacial, de Alfredo Santillán Cornejo, Quito tiene un rasgo particular, en el que persiste  una representación dual de la ciudad, siempre segmentada en un norte asociado con la modernización permanente, el estatus e incluso los privilegios sociales y, a su vez, el sur ligado a lo popular, a la pobreza y, en general, a la subalternidad.

Para Juan Paz y Miño, historiador, desde los años sesenta y setenta, la capital de los ecuatorianos se zonifica y surge el norte y el sur.

Las personas de clase media que vivían en el centro histórico comenzaron a poblar el norte de la ciudad, y este espacio se convirtió en la zona urbana más burguesa, mientras que más hacia el norte (El Inca, La Kennedy, etc.) se trasladaron las clases consideradas populares.  

“Nos quedó la imagen de que en el norte vive la clase media y alta y en el sur los migrantes provenientes de otras provincias que encontraron en estos sectores opciones más baratas para vivir”.

De igual manera, se percibe que la gente del sur frecuenta más el norte que viceversa. Se estima que en el sur se ubican alrededor de 421 barrios organizados en 2 administraciones zonales; el casco colonial es su límite en el norte y la parroquia Cutuglahua, del cantón Mejía, en el sur.

En definitiva, detrás de la Virgen del Panecillo habitan más de 800 mil personas (36% de la población del Distrito Metropolitano).

Una de las películas que ilustran estas representaciones es A tus espaldas, del cineasta Tito Jara. En la cinta se narra, con humor, la historia del joven quiteño Jorge Chicaiza Cisneros que vive en el sur de la ciudad y que siempre ha renegado ser de origen humilde, considerando que la capital es una urbe dividida por la Virgen del Panecillo que bendice al norte y da la espalda al sur.  

Por otro lado, Paz y Miño sostiene que hay administraciones municipales que, en realidad, atienden mejor al norte que al sur.

Según asegura el investigador, son contadas las alcaldías que se preocupan por las necesidades de los barrios de este sector de la capital.

“Es claro que las autoridades del Cabildo, concejales y otras autoridades, con frecuencia, han respondido a una clase media y alta, y han dejado de lado a los sectores menos favorecidos”. Para el historiador Freddy Bravo Calle hay 4 Quitos: el norte, el centro, el sur y los valles. “Concebimos a estas zonas con el propósito de identificar el lugar donde vive cada persona y qué rasgos culturales tiene, pero en el camino se generan falsas imágenes”.

Es así que se concibe al norte de Quito como una zona limpia, organizada y próspera mientras que al sur como un sector desorganizado y propio de la migración provinciana.

Para Paz y Miño, el Quito norte y el Quito sur tienen su propio estilo de vida. En el sur vive la mayor parte de la población y, por lo tanto, es allí donde se generan más votos. Por esta razón, precisa, debería ser mejor atendido.

Según el investigador Alfredo Santillán Cornejo, si bien el sur se consolidó a través de la implementación de infraestructura de servicios importantes, y desde hace varias décadas es habitado por clases medias con un importante poder adquisitivo, también es representado como ‘desfavorecido’ frente al norte.

Santillán puntualiza, además, que la historia de la segregación socioespacial comenzó a principios del siglo XX, con el desplazamiento de las élites hacia el sector norte en relación con el casco histórico-colonial, mientras hacia el sur se planificó el desarrollo de los ‘barrios obreros’, en función de la cercanía con la naciente zona industrial y el centro quedó como sector de residencia para clases medias vinculadas al aparato administrativo, situado en esta zona.

Una visión territorializada

Alejandra Delgado, socióloga y catedrática de la Pontificia Universidad Católica, explica que las diferencias que podrían establecerse entre el norte y el sur de la ciudad tienen relación con los imaginarios sociales.

“Los habitantes de las ciudades vamos construyendo ciertas afirmaciones alrededor de los espacios, pero también concebimos ciertas representaciones de lo que queremos como ciudad y cómo la concebimos como territorio de lo habitable”.

Es así que predomina una visión territorializada en función de un deseo y de una aspiración de una ciudad más modernizada, más racionalizada en términos de organización de los espacios, de las actividades e incluso de la forma cómo se recuperan esos espacios.  

Al referirse al modo en que los ciudadanos perciben a los habitantes del sur, Delgado recalca que hay una suerte de invisibilización del sur, principalmente, por parte de la gente que habita en el norte que no toma en cuenta que existen otros polos de desplazamiento de la ciudad. “A veces se cree que Quito está comprendido entre la calle 24 de Mayo y la Orellana y en esa configuración, tan limitada, lo que se oculta es la comprensión de una ciudad extremadamente compleja y diversa”.

La académica también advierte que existe la imposición de un modelo de ciudad que se reconstruye únicamente sobre la base del centro norte de la urbe. “Así como se niega la complejidad del sur,  se desconoce la realidad de las zonas que se expandieron hacia el norte, hacia las faldas del Pichincha y los valles, sobre todo, aquellos sectores que no forman parte de las urbanizaciones privilegiadas de Cumbayá y Los Chillos.

Representaciones que surgen desde la Colonia

El historiador y miembro de la Academia Nacional de Historia, Manuel Espinosa Apolo explica que estas representaciones de la ciudad no son recientes, sino que se forjaron hace siglos.

Relata que todo empezó en la época colonial cuando los españoles crearon la Villa de San Francisco de Quito.

Fueron los españoles quienes, según asegura Espinosa, dividieron el territorio en una ciudad de indios y una de blancos. Fue así que la quebrada de Jerusalén hacia el sur se convirtió en una de indios y de allí hacia el norte hasta San Blas la habitada por los blancos.

Con este antecedente, en la época colonial se fue afianzando la idea de que el sur era un territorio indígena.

Cuando llegó el siglo XX esta connotación racial tuvo un alcance económico.

 “Hay que recordar que la extrema derecha se había tomado el Municipio y esta era falangista, dirigida por Jacinto Jijón y Caamaño, quien creó las fiestas del 6 de Diciembre”.

El  historiador afirma que se organizó la fiesta del 6 de Diciembre como una celebración supuestamente quiteña, pero, en realidad, es antiquiteña y explica por qué. “Quito nunca fue una ciudad leal ni noble, sino insumisa y siempre en contra de la autoridad. Fue así que se registró una serie de levantamientos durante toda la Colonia que culminaron con un proceso independentista”.

Según explica Espinosa, fue la descendencia de los traidores del 10 de Agosto de 1809 quienes tomaron la fecha del 6 de diciembre como la principal celebración cívica de Quito.

Además —manifiesta— fueron ellos quienes forjaron las ideas del hispanismo, “este culto vergonzante al conquistador”. Según los registros históricos, en 1934 se instaura el 6 de Diciembre como la fiesta de la ciudad, 400 años después de la Fundación de la villa española. Es así que desde 1934 hasta los años cincuenta, se constituyó en una celebración que, hasta cierto punto, pasaba inadvertida, porque tenía un carácter cívico y municipal.

Fue a los sectores pudientes de Quito —como explica Espinosa— a quienes se les ocurrió hacer de esta fecha una celebración popular. “La gente celebra sin conciencia una fiesta que no debería ser celebrada.

En América Latina es una excepción que Quito celebre precisamente el día de su caída, porque el 6 de diciembre se consagra la caída del Quito que fue bastión de la resistencia a la conquista española en Sudamérica”. Espinosa afirma que la capital fue el primer bastión de la resistencia indígena a la colonización española liderada por Rumiñahui.

Según Juan Paz y Miño, el 6 de diciembre no se fundó Quito; sino que se instaló el Cabildo de la ciudad.

Además, según indica, la fundación se realizó el 28 de agosto como  Villa de San Francisco. “No se puede celebrar la fundación española de la ciudad, sin considerar que esta  implicó la destrucción cultural y el sometimiento de la población indígena. Hay una dualidad, por un lado fue destrucción y por otro la creación de la ciudad que tenemos.

El historiador afirma que Quito es ancestral y, por supuesto, anterior a la época española. “No hay que celebrar el 6 de Diciembre, sino conmemorar esta fecha, porque es un hecho de conquista, de muerte y de destrucción. Lamentablemente ha primado la visión hispanista sobre las fiestas de la capital”.

Quito y sus flujos migratorios

A la capital llegaron los flujos de migrantes y este proceso fue percibido como una invasión del indio y del cholerío.

De alguna manera, se reactiva el choque racial y étnico, como califica este historiador. Al mismo tiempo, durante toda la mitad del siglo XX hubo enfrentamientos cotidianos y racistas entre los chagras, los recién llegados, los cholos y longos con la gente ‘decente’.

Es así que el norte será definido como el sector residencial y el centro histórico y el sur los lugares menos ‘bonitos’ donde habitan los chagras, recién llegados y los indígenas.

Como señala este académico, a fines de los años cuarenta, las diferentes administraciones municipales diseñan un plan de desarrollo urbano, a través del cual se ratifica la división entre los barrios residenciales y barrios destinados para obreros en el sur de la capital.

Uno de los primeros en construirse fue el barrio  obrero situado en la Loma,  luego surgió la Villaflora, la zona de la calle México. Con el tiempo, la Villaflora dejó de ser un barrio para obreros para ser una zona poblada por empleados públicos. (I)

Punto de vista

Fernando Carrión, académico e investigador- Flacso

"En el sector norte de la urbe también hay grandes bolsones de pobreza"

Los límites no siempre son explícitos como en el caso de países donde un hito geográfico —como un río o una montaña— puede ayudar a establecer este aspecto. Si nos referimos a una ciudad puede ser una calle o un parque, pero justamente al hablar de imaginarios es esa situación difusa, poco clara, porque son construidos socialmente y no tienen una concreción física y explícita.

De tal manera, que el sur podría ser considerado lo que está “más al sur”, digámoslo así reiteradamente, del Centro Histórico de Quito. Sin embargo, cuando se habla de sur y norte, ni siquiera el Centro Histórico aparece como un factor que define a estos puntos geográficos, sino que este sector también aparece como un imaginario poco claro.

Además, el hecho de pensar que la gente del sur es menos ‘pudiente’, por decirlo así, tiene históricamente su justificación: que las zonas industriales, en la década de los cuarenta, empezaron a localizarse en el sur y alrededor de este sector, los obreros que trabajaban en este sector levantaron sus viviendas allí.

Lo que se observa es que la primera gran migración o movilidad socio-espacial de los sectores con mayores recursos económicos no se  realizó hacia el sur, sino hacia el norte de la capital, primero a la zona de la Manuel Larrea, después a la zona de La Mariscal, El Batán, la Granda Centeno y por último se extendió hacia los valles de Cumbayá y Tumbaco. Entonces se fue consolidando un imaginario e incluso se afianzó una suerte de estigma de que lo popular está al sur, y la zona más próspera y más pudiente al norte. Esta concepción, de algún modo, se ajusta o está relacionada con esa realidad de Quito que es absolutamente longitudinal.

Por otro lado, hemos visto que, a partir de los años ochenta y comienzos de los noventa, comienzan a aparecer los barrios periféricos, donde habitan familias de bajos ingresos. Eso hace que en el norte haya grandes bolsones de pobreza como fueron, en su debido momento, el caso del Comité del Pueblo, en el nororiente, y hacia el noroccidente, el sector de la Jaime Roldós Aguilera y esa zona cercana a la avenida Occidental. Aunque el norte ya no corresponde con la realidad, el imaginario sobre este sector sigue vigente y cobra mucha fuerza.

Es un hecho que lo que percibimos de las zonas que conforman la capital es una construcción social, es la percepción de la ciudad por parte de un grupo de personas, lo cual también puede entenderse como un punto de vista. Además, hay que entender que no siempre hay una coincidencia entre lo real (tangible) y lo imaginado (percepción) y eso ocurre en este caso. (O)

Datos

Para Juan Paz y Miño celebrar el 6 de Diciembre como fecha de fundación de Quito es un equívoco.

En la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central se dictó una conferencia, dirigida por el historiador Manuel Espinosa sobre por qué no se debe celebrar a Quito el 6 de Diciembre.

Según la socióloga e investigadora Alejandra Delgado, es interesante contrastar la forma en la que cada zona se representa a sí misma y cómo la conciben otros sectores. (I)

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