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El instinto materno, ¿existe o es una construcción social?

El instinto materno es un mito para algunos y una realidad para otros. Lo cierto es que el deseo de alimentar y cuidar a los bebés es esencial para la supervivencia de la especie humana.
El instinto materno es un mito para algunos y una realidad para otros. Lo cierto es que el deseo de alimentar y cuidar a los bebés es esencial para la supervivencia de la especie humana.
Foto: internet
22 de enero de 2017 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Mientras hay científicos que aseguran que el instinto maternal tiene un origen biológico y que el deseo de ser madre se activa para preservar la especie; otros estudiosos descartan que esté asociado a la naturaleza femenina.

El escritor español y divulgador científico Eduardo Punset tiene una postura clara frente al tema: “El instinto maternal subordina papeles y determina, desde el punto de vista social, los espacios para expresar lo femenino y en definitiva idealiza el deber de toda mujer de ser madre”. Al igual que Eduardo Punset, quienes cuestionan este instinto son contrarios a que se lo asuma como un deseo innato que impulsa a los seres humanos, en particular, a las mujeres a tener descendencia.

Pero ¿qué es el instinto?,  ¿cómo lo describen los científicos? Desde el campo de la Biología, este concepto se aborda como aquello que permite la supervivencia y, en consecuencia, la evolución de la especie, pero no siempre es una regla.

Por ejemplo, en el siglo XVII, en Francia, cientos de niños fueron amamantados y criados por nodrizas y otros tantos fueron entregados desde el instante mismo de su nacimiento a nodrizas que recibían un sueldo.

¿Dónde quedó el instinto maternal? Susana Fernández, psicóloga, explica que siempre se pensó a la mujer desde una perspectiva biológica y se le asignó una tarea: la maternidad.

Es así que el amor maternal, según lo sostienen diferentes investigaciones, fue concebido durante mucho tiempo como un instinto o como un comportamiento arraigado en la naturaleza de la mujer.

Sobre este tema, la socióloga israelí Orna Donath encendió un debate a partir de su investigación titulada Madres arrepentidas. En esta publicación, Donath afirma que el instinto maternal no necesariamente existe, y que si existiera, no sería de dominio exclusivo de las mujeres.

La académica pone como ejemplo y prueba a las parejas gais que también adoptan niños y niñas.

En este estudio, la investigadora recoge, además, los testimonios de más de una decena de mujeres que se arrepienten de haber tenido hijos, a pesar de que los aman.

De igual manera, desarrolla la tesis de que a las mujeres, a pesar de ser libres de decidir, se les marca el camino de ser madres.

La socióloga advierte que si el instinto maternal existiera, no haría falta que convencieran a las mujeres de que la maternidad es estupenda. Los defensores de la tesis de Orna Donath dicen que la maternidad es una construcción social y que no responde al dictado de la naturaleza.

“En la Historia ha habido culturas en las que era corriente que las madres abandonasen a sus hijos, los ofrecieran como sacrificio para los dioses o que incluso matasen a sus recién nacidos. Si existiese el instinto, esto no sería posible”.

Para el biólogo Santiago Ron, catedrático de la Pontificia Universidad Católica, este planteamiento es rebatible, porque hay una base evolutiva que confirma la existencia del instinto maternal en los seres humanos y en especial en las madres. “No solo está presente en los humanos, sino también en la mayoría de animales. Además es evidente en nuestros parientes más cercanos, como  los chimpancés y los gorilas.

De todas maneras, según precisa el investigador, los humanos tenemos la capacidad de comportarnos de forma distinta a lo que nos dictan nuestros instintos, porque tenemos inteligencia. Aunque hay opciones de comportamiento más amplias que las que poseen los animales, eso no quiere decir que la base instintiva no exista.

Para el catedrático,  también hay evidencias de que los hombres desarrollan un instinto paternal. “Investigaciones científicas revelan que ellos, a las pocas semanas de ser padres, experimentan cambios hormonales, lo que demuestra que la paternidad acarrea cambios fisiológicos en los varones que, a su vez, desembocan en cambios de comportamiento”.

De hecho, se produce un aumento de la prolactina y el estradiol en hombres que conviven con mujeres embarazadas, al igual que un descenso de la testosterona. Por lo pronto, no se conoce cuál es el mecanismo, ni en qué momento exacto comienza a funcionar, pero la naturaleza procura un comportamiento menos agresivo y más tierno al futuro papá.

En un artículo publicado en el diario argentino La Nación, la socióloga María Flórez Estrada recalca que el instinto de sobrevivencia acompaña a los seres humanos desde los inicios del Homo sapiens, y sin él, “la especie no hubiera subsistido. Por eso, para esta especialista, el instinto es una construcción social que recubre el llamado instinto maternal que no es otra cosa que una presión social”.

Para la argentina Silvia Starkoff, socióloga e investigadora radicada en Quito, el instinto maternal como tal no existe. “Al parecer, son acciones que una mujer desarrolla solo con la información genética. Entonces, nosotros no somos madres porque tenemos un mandato genético, lo somos porque  decidimos engendrar un hijo en algún momento de la vida”.

La investigadora recuerda que en algún momento de la vida le dijeron que tenía que ser madre, como si fuera un mandato cultural, un mandato que todavía está vigente.
“Estoy orgullosa de ser madre, pero es un mandato social. El ser humano tiene muchas muestras de instintos, como el de supervivencia. En los bebés, cuando amamantan, lo hacen por instinto, pero hay que precisar algo, no todas las mujeres dan de mamar. ¿Eso quiere decir que no tienen instinto?”.

Para Starkoff no se puede generalizar con el instinto, porque el de supervivencia, por ejemplo, no se aplica a todos los seres humanos. Ella sostiene su argumento al decir que existen muchas personas que demuestran actitudes suicidas.

Al referirse al instinto maternal, indica que las mujeres tienen, sobre todo, una capacidad para cuidar. “Eso sí que es muy natural en las mujeres y probablemente tenemos otro tipo de ADN que no tienen los hombres, aunque hay muchos que son protectores”.

“Incluso las mujeres que dicen que no quieren ser madres son capaces de cuidar a sus sobrinos, a los hijos de sus amigas, a los de la vecina”.

Starkoff es enfática al indicar que la maternidad no es un instinto, sino una decisión.

La maternidad se construye

Sofía Argüello Pazmiño, socióloga de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) indica que, en términos sociales, la maternidad definitivamente se construye.

Si bien —puntualiza— hay  condicionamientos biológicos que podrían explicar el proceso reproductivo, el concepto de instinto, por sí mismo, es una construcción social que está remarcada por las formas en que se da sentido a los valores y se es y se hace mujer.

“Las mujeres tienen una capacidad reproductiva biológica, pero eso no significa que es un indicativo para asegurar la existencia de un instinto materno”.

Argüello sostiene que muchas mujeres que deciden no ser madres podrían enfrentar una serie de problemas sociales, porque existe un orden normativo que establece que deben  asumir la maternidad.

Al mismo tiempo, según la psicóloga Stefanía Molina, autora del estudio El mito del instinto maternal y su relación con el control social de las mujeres, el sostenimiento del mito niega a las mujeres la posibilidad de generar una identidad por fuera de la función materna.

Sostiene además que las madres pareciesen ser responsables del futuro de la humanidad, porque de ellas depende la salud–enfermedad de sus hijos, como también su felicidad. “Las prácticas en torno a las maternidades demuestran que hay diversas formas de ser madre y que su ejercicio no es homogéneo”.

Molina dice que el control sobre el cuerpo y la subjetividad de las mujeres se producen en el seno de un sistema patriarcal. “Es clave generar visibilidad para así visualizar las ataduras que aún las continúan aprisionando”. (I)

Para el biólogo Santiago Ron, hay una base evolutiva que explica el instinto como un comportamiento propio de los seres humanos y en especial de las madres. Foto: internet

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