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El Telégrafo
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El Consejo de Seguridad Provincial se activó para evitar situaciones de riesgo con los ciudadanos

Luis Alberto Luna Tobar descansa en la tierra que lo acogió por 30 años

Los cientos de cuencanos se volcaron hacia la calle Simón Bolívar de Cuenca para recibir el féretro de monseñor Luna Tobar, quien hoy será sepultado.
Los cientos de cuencanos se volcaron hacia la calle Simón Bolívar de Cuenca para recibir el féretro de monseñor Luna Tobar, quien hoy será sepultado.
Foto: Fernando Machado / EL TELÉGRAFO
10 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción Regional Sur

Cuenca.-

Tras la velación en la Catedral de la Inmaculada, este mediodía será enterrado el cuerpo de monseñor Luis Alberto Luna Tobar, arzobispo emérito de Cuenca. Ayer el presidente de la República, Rafael Correa, llegó a la ciudad para asistir al velatorio.

El Mandatario estuvo en la homilía que dio el arzobispo de Cuenca, Marcos Pérez Caicedo, en horas de la tarde, con una iglesia completamente llena de fieles católicos y seguidores de Luna Tobar.

Además del Presidente, en la misa estuvieron la gobernadora de la provincia del Azuay, María Augusta Muñoz; el exalcalde de Cuenca, Fernando Cordero; y el exgobernador, Juan Cristóbal Lloret. No asistió el burgomaestre de Cuenca, Marcelo Cabrera; tampoco el prefecto del Azuay, Paúl Carrasco.

Para hoy están previstas varias actividades desde las primeras horas de la mañana con el fin de despedir al exarzobispo. A las 8:00 habrá una misa, mientras que para las 09:00 está previsto que las autoridades de la ciudad y la provincia rindan un homenaje al sacerdote Carmelita, fallecido el martes anterior en Quito.

Al mediodía el Nuncio Apostólico en Ecuador, monseñor Giacomo Ottonello, en representación del Papa Francisco, ofrecerá la última misa y luego de ello el cuerpo de Luna Tobar será trasladado a la parte baja de la Catedral de Cuenca para su entierro.

En dicho sitio se construyó una cripta especialmente para él. Este lugar está destinado únicamente para los poetas, escritores y religiosos que dieron lustre a la ciudad.

A este cementerio exclusivo ingresarán solo invitados, debido a la estrechez del lugar. “Estarán las autoridades religiosas, civiles y los familiares”, dijo el arzobispo de esta ciudad, agregando que las personas que puedan ingresar lo hagan con las debidas precauciones y que el resto “debe esperar en la parte alta de la Catedral, pero todos van a participar en esta despedida”.

Para hoy está previsto que no menos de 120 clérigos y obispos estén en la Catedral de la Inmaculada para la misa. Además también están invitadas las autoridades de la provincia del Azuay.

Catedral abierta todo el tiempo

Después de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuenca, hace 32 años, la Catedral de la Inmaculada no había tenido tanto movimiento como en estos días, tampoco sus puertas habían permanecido abiertas casi todo el día para que los católicas pudieran ingresar.

Desde el miércoles hasta hoy esta basílica ha recibido seguidores de monseñor Luis Alberto Luna.

En su interior se encuentra expuesto el cuerpo del arzobispo, resguardado por miembros de la Guardia Ciudadana, militares y los mismos ciudadanos que siempre siguieron su pensamiento. Ellos ayer hicieron turnos para formar una calle de honor y recibir a las personas que llegaron hasta este sitio.

Flores blancas adornaban la iglesia, donde también se colocaron rosas. El féretro fue ubicado al pie del Altar Mayor.  

Para el arzobispo de la ciudad Marcos Pérez Caicedo, monseñor Luna ha tenido un recibimiento apoteósico en la urbe que le acogió, tal como se esperaba.

Ayer, desde las 07:00, ya había feligreses en la Catedral, muchos llegados de partes para estar junto al féretro de monseñor Luna. “Yo vengo desde Tarqui y quiero estar un momento junto a la persona que veló por nosotros durante muchos años”, dijo Manuel Chapa.

María Etelvina Mayancela, quien vino desde el cantón Gualaceo trayendo flores para depositarlas cerca del cuerpo de Luna, también quiso acompañar a quien fuera su protector.

La Gobernación del Azuay, en cambio, articuló una reunión en la que el Consejo de Seguridad Provincial, integrado por representantes de la Intendencia del Azuay, Secretaría de Riesgos, Ministerio del Interior, Policía Nacional, Sistema Integrado de Seguridad ECU-911, coordinaron los aspectos logísticos para el traslado y también para la velación de monseñor Luna.

De esta manera se garantizó la seguridad de los asistentes en las calles de la ciudad y en el interior de la Catedral Metropolitana de la Inmaculada. Durante la celebración eucarística el Sistema Integrado de Seguridad ECU-911 realizó un monitoreo minuto a minuto para garantizar la seguridad ciudadana. (I)

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Los recuerdos afloran tras la muerte de Luna

Édgar Cárdenas había llegado de los Estados Unidos, país donde reside por más de 20 años. Él no quiso perder la oportunidad de visitar la Catedral de Cuenca, junto con su esposa, pero allí se enteró de que monseñor Alberto Luna Tobar había fallecido.

Su hermano, también sacerdote, de nombre Oswaldo René, fallecido, fue alumno de monseñor Luna. Recuerda que  estuvo en Manabí, luego se fue a Roma y de allí pasó a Estados Unidos, donde murió. “Cuando visitaba a Oswaldo también me encontraba con monseñor Luna. Solo era cuestión de mirar sus ojos para inspirarte respeto, disciplina y cariño”, dijo este hombre que se quedó por un momento sin habla al saber del fallecimiento del exarzobispo de Cuenca.

Así como Édgar, cientos de personas que pasan de los 50 años recuerdan a Luna Tobar como un hombre apegado a las personas “necesitadas de apoyo moral”.

Luis Bermeo, fotógrafo de profesión, recuerda que cuando iba a celebrar la misa en la Universidad de Cuenca, cada año, el auditorio donde se improvisaba la homilía permanecía lleno, tanto de personas jóvenes como adultas. “Era interesante escuchar al sacerdote porque sus prédicas eran improvisadas y además llenas de energía, pero cuando vino otro arzobispo a Cuenca y era invitado la concurrencia ya no era la misma”, recuerda Bermeo.

Al pie de la Curia se aglomeraron varios de sus empleados para mirar el paso del féretro. “Cuántos recuerdos nos deja monseñor”, dijeron. (I)     

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