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El Telégrafo
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La actividad comienza a las 07:00 y dura 30 minutos

Los albañiles no empiezan su jornada sin ejercicio y meditación

Los albañiles, junto a su instructora, Anita Lucía Ulloa, trabajan en la relajación a orillas del río Yanuncay.
Los albañiles, junto a su instructora, Anita Lucía Ulloa, trabajan en la relajación a orillas del río Yanuncay.
Foto: Fernando Machado/El Telégrafo
17 de septiembre de 2016 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Trotar o hacer ejercicios en los parques lineales de Cuenca resulta normal y hasta necesario para los ciudadanos, pero que los albañiles, se “roben” 30 minutos de su jornada para realizar estiramientos y meditación es algo nuevo para entrenadores y personas dedicadas a estas actividades.

Según el censo de 2010, son 23.664 personas las que trabajan como jornaleros o peones en la provincia de Azuay. Estas personas se sitúan en diferentes sectores de la urbe, en especial donde se levantan construcciones.

Uno de estos casos se encuentra en las avenidas 27 de Febrero y Fray Vicente Solano, en Cuenca, donde unos 17 albañiles, religiosamente, de lunes a viernes, se concentran al pie del río Yanuncay para ejercitarse, antes de iniciar su trabajo.

A las 07:00, ya están en el espacio verde con su ropa de trabajo, botas, casco y gorras, esperando a su instructora, Anita Lucía Ulloa, que también es la arquitecta de una construcción de 5 pisos que se levanta en el mismo sector.

Tras dar la bienvenida a los jornaleros, la instructora inicia con pequeños estiramientos. Paulatinamente va desarrollando actividades físicas, pero también de meditación. Hay un momento en que los albañiles se quedan en silencio con las manos extendidas hacia adelante, y en otro, con los brazos hacia arriba.

Don Abdón, como le llaman sus compañeros, es aparentemente el más veterano del grupo, ya pasa de los 70 años, pero no se pierde un solo momento de la actividad. Lentamente se relaja, pero cumple con los ejercicios. Cuando le piden que lea un párrafo del libro que llevan para meditar, dice no saber hacerlo. “Al menos abra las páginas”, le dice la arquitecta y lo hace temerosamente.

Los trabajadores no se pierden ni una sola tarea dentro de lo planificado por Ulloa, siguen al pie de la letra todos los ejercicios que se han impuesto cumplir durante los 30 minutos de la sesión.

“Me sorprende”, dijo Marianela Cabrera, una ciudadana que caminaba por la orilla del río, también haciendo sus ejercicios, y agrega que todas las empresas deberían adoptar este mismo sistema para sus trabajadores.

Manuel Parra, obrero, luego de los ejercicios se mueve de un lado a otro en el tercer piso de la construcción. Con la música bailable de fondo, dice que se siente relajado. “Me ha quitado la pereza, usted sabe que uno se levanta pronto y viene inmediatamente”, señala.

Igualmente, Pedro Ullaguari, que tiene 67 años, dice que los ejercicios le ayudan mucho para su trabajo. “Me siento bien y es una gran experiencia”, indica el albañil que radica en el sector Las Orquídeas.

La arquitecta Ulloa que pertenece a la escuela de autorrealización Padre César Dávila, indica que no es un tiempo perdido, el trabajar con ellos en este campo. “Quiero que crezcan física y espiritualmente”.

Esta labor es bien vista por el entrenador de atletismo, Santiago Supliguicha Cárdenas. “Me parece una loable actitud, porque no siempre los obreros son tratados así”, señala. Mientras, Agustín Rengel, ingeniero, indica que son técnicas ya aplicadas en Asia. “Y no me disgusta, yo también haré eso con mis trabajadores para que se sientan bien y haya armonía en las labores”. (I)

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