El taller de Jesús Ortega está lleno de material para fabricar instrumentos de cuerda, aunque también dispone de una vitrina con guitarras y charangos, que solo sus hábiles manos saben construir.

Casi no descansa. Va de un lado a otro, sube y baja del sitio donde atiende a sus clientes. “Así es mi trabajo de todos los días”, presume.

Jesús Ortega comenzó a construir guitarras en el local de su padre cuando casi era un niño. Hoy en día con toda su experiencia es unos de los mejores constructores de guitarras que tiene Ecuador.

Ha desarrollado una fusión entre las técnicas de instrumento artesanal, europeo y americano, que ha dado como resultando un producto con un sonido único.

Pese a no tener descanso, no pierde la sonrisa ni su buen humor. “Tengo una familia de músicos, casi todos tocan la guitarra, pero solo yo sé construirla”, señala en medio de una carcajada.

Jesús Ortega elabora guitarras, clásicas y acústicas, requintos, charangos, bandolinas y cuatro venezolanos, es decir, toda clase de instrumentos de cuerda.

Su almacén Hortegs, situado cerca de la Terminal Terrestre de Cuenca, tiene años de experiencia y sus clientes saben dónde acudir, ya sea para un arreglo de instrumentos o para pedir la fabricación de uno.

El artesano llegó a la ciudad hace más de 20 años. Ahí conoció a su esposa, que era a quien le vendía adornos para guitarras, ya que él y su familia confeccionaban estos productos en su querida Ibarra.

 Lo que no ha elaborado hasta el momento Jesús es un arpa, pero indica que si alguien le pidiera una, el conseguiría los planos e inmediatamente la haría.

Este ibarreño fue reconocido por la Unesco, con el premio  a la Excelencia Artesanal en 2014, cuando presentó un charango construido por sus manos.

Según Ortega usa diferentes tipos de madera para elaborar los instrumentos musicales, aunque prefiere el cedro porque cree que es  muy noble para trabajar.

Un problema con el que se encuentra, son los costos puesto que mucha gente prefiere comprar guitarras chinas y no las que él fabrica o las que son hechas en el país.

“Muchas veces no se reconoce el trabajo, el esfuerzo y también el amor que uno pone en cada  instrumentos”, indica.

Ortega sabe que no puede competir con los precios, pero es consciente de que su labor brinda una sonoridad incomparable y única, que ayuda a los músicos a que resalten su talento.

Su trabajo es tan delicado que la construcción de una guitarra le puede tomar hasta 6 meses.

Los extranjeros son los que más aprecian su labor, en especial los que viven en Estados Unidos. “Una vez cada 10 años vendo una guitarra en $ 9 mil”, manifiesta el artesano.

También indica que él mismo busca las mejores maderas en el Ecuador.

“Me he encontrado con árboles que están por hacer leña, les he pagado lo que me han pedido, ya que lo importante era tener esa materia prima para hacer las mejores guitarras”, manifestó Ortega, quien al parecer no tendrá heredero para seguir con estas habilidades, pues sus descendientes han preferido otras carreras que este arte que, según él, cada vez se va perdiendo en el Ecuador. (I)