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La nostalgia por el tren no desaparece

Viejas estructuras, como este tanque para poner agua al tren, y los rieles aún se conservan en la estación del ferrocarril del sur, en Cuenca.
Viejas estructuras, como este tanque para poner agua al tren, y los rieles aún se conservan en la estación del ferrocarril del sur, en Cuenca.
28 de enero de 2017 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Dos placas cuelgan de las viejas paredes donde hace 52 años comenzó a funcionar la estación del ferrocarril del sur y que hoy se ha convertido en un espacio de recuerdos de la ruta Cuenca-Sibambe (Chimborazo) en el sector de Gapal, en el sur de Cuenca.

Era marzo de 1965, cuando por primera vez llegó a Cuenca el tren. Lo hizo en medio del regocijo de los habitantes de esa época. Jaime Bermeo, ciudadano cuencano, aún recuerda cuando fue hasta ese lugar para ver la ‘máquina demoledora’. “Fue tanta gente ese día, que no pude acercarme, por eso al día siguiente tuve que madrugar para ver cómo sacaba humo el tren”, recuerda el ciudadano.

Al hablar del tema, regresan los recuerdos entre las personas que vieron cómo el tren llegaba pitando, procedente de Sibambe. Según ellos, era fácil escucharlo porque en ese tiempo no había tanto ruido y se divisaba la gran cantidad de humo que emanaba la máquina. “Siempre viví al otro lado del río Tomebamba, y desde ahí era fácil ver la llegada del tren”, dijo María Eulalia Reyes.

La máquina que llegaba de Sibambe a la capital azuaya servía para traer toda la carga de la familia Eljuri desde Puerto Nuevo (Guayaquil) para la venta. Existía un vapor (tren) que enganchaba los vagones en la Nariz del Diablo y de allí a Cuenca, pero también llevaba desde Azogues toda la producción de cementos Guapán que iba a la Costa ecuatoriana o al norte del país.

Hoy solo han quedado los recuerdos y un poco de chatarra en este espacio. Hace 14 años, según Bolívar Carrera (foto), telegrafista en ese entonces del ferrocarril, se llevaron la única máquina que pasaba en este sitio. “Se fue con destino a Riobamba, le repotenciaron en España y aún sigue trabajando”.

En Gapal se quedaron pedazos de rieles y otros elementos que servían para cargar combustible, agua y un taller de mantenimiento para el tren y los autoferros que también trabajaban en esta ruta.

Los rieles están intactos, pese al paso de los años, en uno de ellos incluso se puede leer el año de fabricación: GHH1922. Los habitantes de este sector denunciaron que hace 15 días llegaron varios camiones y se llevaron parte de las estructuras, aunque el prefecto del Azuay, Paúl Carrasco, señaló que hubo un pedido de los habitantes porque estaban contaminando el sitio.

Son 4,3 hectáreas de terreno que han quedado en el abandono. Una de las viviendas que aún se conserva está ocupada por una familia recicladora que, según Bolívar Carrera, se quedó en este sitio y “no hay quién la mueva”. También hay una estación de taxis, sus choferes ocupan el agua y el baño. Según Carrera, ellos pagan una cantidad de dinero para también poder cancelar las cuentas por este servicio a la empresa Etapa.

El único sitio que aún funciona es justamente donde laboraba la jefatura, allí se reúnen los denominados miembros de la Hermandad Ferroviaria que está compuesta por 45 extrabajadores.

Según Boris Palacios, subsecretario del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, hay un proyecto para construir una ciclorruta que va desde esta estación hasta el cantón Biblián en la provincia de Cañar. “Este año esperamos tener listos todos los estudios”. (I)

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