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El concilio de trento de 1551 legitimó la fiesta para el mundo católico

La celebración católica del Corpus Christi es fruto del sincretismo religioso

La celebración católica del Corpus Christi es fruto del sincretismo religioso
Foto: Rodrigo Matute/El Teégrafo
25 de junio de 2016 - 00:00 - Bolívar Piña. Cátedra Abierta de Historia. Universidad de Cuenca

El choque violento entre 2 grandes civilizaciones, la amerindia y la española, se materializa en el siglo XVI, primero en una lucha material y simultáneamente en una ‘espiritual’.

Podría considerarse que el encuentro entre estas culturas tuvo 2 etapas o 2 fines. La primera, de orden militar, se adecua mejor al término de invasión e imposición. La otra, llamada evangelizadora, se configuró como un proceso de desestructuración o aculturación de la cosmovisión andina existente antes de los españoles.

En ese sentido, la festividad del Corpus Christi tuvo un profundo arraigo en la Península Ibérica, fue muy importante para los conquistadores de los territorios americanos, ya que sirvió como un instrumento para la evangelización, por su lenguaje simbólico y por las similitudes entre la custodia y el culto solar. Esta fiesta cristiana estaba ligada a la celebración del solsticio o raymi (Inti Raymi) en tierras amerindias. Es una resultante del sincretismo cultural, e integró las devociones entre la religión y la naturaleza. El Concilio de Trento de 1551 legitimó la fiesta para el mundo católico, tanto en el Viejo Mundo como en el Nuevo, además, dio valor a la sensibilidad popular y sus expresiones barrocas.

En la fiesta de Corpus Christi relatada por Garcilaso de la Vega, el Inca, en el Cuzco, en el año de 1555 y tomada por Bernard y Gruzinski en su trabajo La Historia del Nuevo Mundo, alrededor de 22 años después de la muerte de Atahualpa, El Inca nos describe cómo se exponía al Santísimo Sacramento en una magnífica custodia de oro y plata, que inspiraba temor y veneración. Pero los indígenas aún recordaban el tiempo en que los cuerpos momificados de los incas presidían estas celebraciones de agradecimientos por las cosechas recibidas. Las etnias desfilaban cantando en su lengua himnos que hace poco dedicaban al sol y hoy destinaban al dios de los españoles.

Esta descripción evidencia que la festividad de Corpus tenía semejanza con la del Raymi (fiesta de la cosecha), debido a que la concepción indígena y la española estaban basadas en acontecimientos universales, y de ahí la similitud de las fechas en las que se celebraba este acontecimiento, adoración al sol por parte de los indígenas o al Dios de los españoles. La celebración del Corpus Christi mantenía solemnidades en las danzas, representaciones y cantares, demostrando la exuberancia ornamental del arte autóctono que se plasmó sobre la religión cristiana. La danza y la música también buscaron ser cristianizadas debido a que estas eran consideradas como paganas, pero no fueron convertidas, sino más bien se insertaron como parte de dichas celebraciones.

La evangelización, no tuvo el alcance esperado que deseaban los primeros predicadores. Durante una o 2 generaciones después de la conquista, fue un hecho la coexistencia del cristianismo con las religiones prehispánicas y a pesar de la hostilidad a la que fueron sometidas lograron sobrevivir, aunque sea de forma parcial. Tal aseveración surge de la experiencia cotidiana, pues aun cuando la mayoría de los habitantes de nuestro país se considera católica, nuestras prácticas están mezcladas con muchos y variados elementos de la religión prehispánica, a partir de esto se puede afirmar que la evangelización fue un proceso inacabado, incompleto y, sin lugar a dudas, lleno de un fuerte y marcado sincretismo.

El investigador Jorge Vergara Estévez en su estudio Sincretismo religioso, cultura y mestizaje señala al sincretismo como la presunción de conciliar doctrinas o religiones diferentes. Los evangelizadores de las sociedades prehispánicas no se dieron cuenta de que la cosmovisión indígena, en lo que se refiere a la religión, no era solamente un sistema de creencias acerca de un conjunto de divinidades, sino un concepto mucho más profundo, era un esquema cosmogónico que regía todas las facetas vitales.

Dicho proceso, de manera inconsciente, introduce, reconvierte y conserva algo del pasado de las culturas prehispánicas y, al mismo tiempo, asimila parte del nuevo ambiente cultural al que están sometidas.

Las culturas amerindias, ante la fuerza del conquistador y su condición de sometidos, se resguardan bajo el velo del cristianismo. Simulan aceptar la nueva religión que imponen y predican los conquistadores españoles con objeto de sobrevivir.

Esta decisión provocó un sentimiento de exagerado optimismo entre los religiosos que se dedicaron a la misión de cristianizar a los indígenas de América. La cosmovisión andina, fue rechazada por los españoles pero los indígenas supieron guardar el legado de sus antepasados, creando una resistencia ‘pasiva’ para conservar su identidad. Los indígenas aceptaron solo externamente el cristianismo y lo mezclaron con claras interpretaciones propias de su religión, pero algunos elementos que tenían los indígenas no pudieron compaginarse con la religión impuesta por los conquistadores y se perdieron.

Hoy en día se mantiene la tradición del Corpus Christi o Cuerpo de Cristo, una de las más reconocidas es la que se realiza en Cuenca, estas fechas son aprovechadas para venerar a Cristo presente en el Santísimo Sacramento, festividad que inicia un jueves al octavo domingo, 60 días después del Domingo de Resurrección. Según varios historiadores esta celebración se realiza desde la fundación, los priostes anteriormente conocidos como “diputados” son quienes la mantienen. En estas celebraciones están presentes elementos tales como la pirotecnia, las danzas, las platilleras y demás elementos que les dan vigor y colorido durante 7 días consecutivos. Aunque elementos como los rucuyayas, segadores, pendoneros, vaqueros, patrones y burlones, van desapareciendo con el pasar de los años, todavía se mantienen en algunos sectores rurales del país.

En los últimos años con el afán de recuperar aspectos culturales que nos precedieron, se da una mezcla de celebraciones; por una parte se expone la custodia del Santísimo y por otra se presentan ofrendas como el maíz, el fréjol, el sambo y otros productos, que dan cuenta del agradecimiento a la Pachamama indicando el inicio de las cosechas que se van a realizar y el fin del ciclo agrícola andino.

Probablemente la visión conformista de los misioneros que se dedicaron a la actividad de predicación y adoctrinamiento, hicieron posible la supervivencia de elementos prehispánicos que aún podemos disfrutar dentro de nuestra cultura y de muchos países hermanos. Los elementos culturales de las sociedades indígenas no pueden ser menos presenciados y más bien deben ser conservados como un patrimonio cultural que aún se mantiene vivo y que se niega a desaparecer. (F)

El mestizaje religioso, un legado colonial

La conquista española significó un cambio sustancial en el Nuevo Mundo que incidió en las costumbres y tradiciones de las culturas aborígenes. La concepción religiosa propia de los nativos americanos fue suplantada por la cultura del colonizador cristiano, mediante el empleo de espadas para imponer la ‘buena nueva’. Esta imposición generó que se manifiesten transformaciones culturales mediante una adaptación que permitió el florecimiento con nuevas características y elementos propios.

Las culturas amerindias han relacionado fenómenos naturales con divinidades, dichas creencias formaron parte de la cultura popular, la cual se transmitió durante generaciones que se mantenían a pesar de los constantes esfuerzos de los curas por suprimirlas. El clero cristianizó los lugares de culto y adoración de los indígenas con el fin de insertarlos en la fe católica. Este tipo de imposición generó que las huellas de las religiones andinas no desaparecieran, sino más bien que fueran relacionándose en un proceso de hibridación religiosa.

Los pueblos conquistados nunca entendieron ni aceptaron completamente la nueva religión, en general todo se quedó a nivel de ritos, costumbres, ceremonias que ejecutaban más por obligación que por convicción. Este hecho fue cambiando con el pasar de los años y actualmente las ceremonias se encuentran mezcladas, con elementos de una y otra cultura que dan mayor riqueza y colorido a estos ritos. (O)

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