Los meses de marzo y agosto del año pasado son de malos recuerdos para los habitantes de la isla de Jambelí, en la provincia de El Oro. Enormes olas y poderosos aguajes provocaron pánico en la población y daños en los locales asentados cerca de la playa.

Las pérdidas económicas fueron incalculables, pero lo que más alarmó a los isleños fue el alejamiento de los turistas.
Y es que, para los aproximadamente 400 habitantes de este recóndito y paradisiaco lugar, los principales ingresos  provienen de los consumos y compras de pequeñas artesanías que hacen los visitantes nacionales y extranjeros.

Semanalmente arriban unas 500 personas a visitar el balneario, pero entre junio y agosto pueden llegar a las 5 mil personas.

Hace casi un año, 10 metros de playa se perdieron, varios postes de energía se derrumbaron y más de una docena de bares, viviendas y restaurantes quedaron destruidos ante el poderío de las olas.

Al menos 30 casas de humildes familias sufrieron daños en su infraestructura. Ni siquiera los sacos de arena, las piedras, la construcción de rústicos canales y otras medidas que se tomaron frenaron el avance del mar hacia la zona poblada.

En medio de la desolación, los habitantes decidieron volver a empezar y levantar otra vez sus negocios. Además, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos intervino casi de inmediato para ayudar a los isleños.

“Yo tenía un local por el sector sur, pero en los aguajes anteriores se me fue todo. Tuve que buscar  otro espacio para poder trabajar. Con el muro de escolleras que construyen estamos mejor. Hemos tenido la visita de algunos turistas”, afirmó Marlene Samaniego, dueña de un restaurante afectado por el oleaje.

En la principal isla del archipiélago se ejecuta el proyecto “Protección y recuperación de la playa de la isla Jambelí”.
La inversión para estos trabajos es de $ 3,7 millones. Entre las obras que se realizan está  la construcción de cinco muros de escolleras y dos gaviones en una extensión de un kilómetro, frente al borde costero.

Los pobladores habían planteado una mayor longitud del rompeolas, sin embargo, según estudios realizados por la Secretaría de Riesgos, con el que se edifica es suficiente. 

El contrato fue adjudicado al consorcio Kapott Pacardoer S.A., pero también participan los técnicos de la Secretaría  de Riesgos. “Esperamos los mejores resultados, particularmente para las personas que viven en la isla y para el turismo de la provincia”, indicó Marco Reinoso, director provincial de esa entidad.

Los habitantes sienten un poco más de tranquilidad por la labor que se realiza en el lugar, aunque temen que se repitan  aguajes como los del año pasado. “Ahora estamos más tranquilos, la playa se está recuperando, los turistas se sienten seguros y sé que poco a poco van a llegar más”, dijo María, una habitante de la isla.

Arturo Vaca, administrador de las cabañas Toa Toa, reconoció que todavía no llegan los turistas como ha ocurrido en temporadas anteriores. “Nos encontramos con poca afluencia de visitantes debido al temor que se generó por los aguajes. Los comedores y hoteles perdieron mucho, pero ahora, con la construcción del muro, los viajeros están regresando de a poco”, subrayó.

No hay agua potable

Más allá de los daños provocados por el fenómeno marino, en la isla de Jambelí hay otros problemas, como la falta de agua potable y del servicio telefónico.

La comunicación de sus habitantes con su provincia y el país se da solo vía celular. “El agua no esta apta para el consumo humano, es  de pozo y es salobre” ,dijo un morador, quien prefirió no dar su nombre.

Ante la queja  de los habitantes, especialmente por la falta del líquido, el presidente de la parroquia (pertenece al cantón Santa Rosa), Clemente Medina, aseguró que junto al alcalde de esa ciudad, Clemente Bravo, se  ejecuta un proyecto para acceder a agua limpia y dulce.

No dio mayores detalles de la iniciativa, pero los comuneros esperan que se concrete lo más pronto posible, ya que las vacaciones de la región Sierra están próximas y Jambelí es uno de los lugares escogidos por ellos.

Los atractivos naturales

El archipiélago está conformado por  un conjunto de pequeñas islas rodeadas de manglares y con mucha vegetación. Para llegar, primero hay que arribar hasta la ciudad de Machala, y luego, en un recorrido de aproximadamente 20 minutos en carro, a la población de Puerto Bolívar.

En este sitio se abordan las lanchas que por un pago de $ 3 de pasaje (de ida y de vuelta) trasladan a los visitantes a la isla Jambelí.

En el trayecto se puede observar a decenas de especies de aves marinas, como el martín pescador, gaviotas, pelícanos, entre otras.

Del mismo modo hay una infinidad de cangrejos, conchas y ostiones que son capturados por los habitantes para prepararlos en los platos típicos.

En los comedores del balneario el costo de los alimentos a base de mariscos oscila entre los $ 5 y $ 12, dependiendo de la variedad.

En cuanto a infraestructura, la isla tiene cerca de 70 establecimientos entre sitios para comida y otros para alojamiento.

El valor para pasar una noche en el lugar puede oscilar entre $ 5 y $ 30, de acuerdo  al tipo de habitación que desee el turista.

Las más costosas son aquellas que tienen aire acondicionado y televisión por cable. En materia de seguridad, un retén de la Marina, con media docena de uniformados, es el responsable de garantizar la paz a los locales y a los visitantes.