A temprana edad Fernando Ávila se inició en el tallado de figuras en madera, un arte que no solo ha sido el sustento de su familia, sino que también le ha permitido conocer diferentes países. Este artista cuencano aprendió el oficio de su padrastro y a los 11 años ya realizaba sus primeras esculturas, que fueron unas tortugas. “Fueron mis primeras obras y no necesitaba que me den dinero para los fiambres de la escuela, porque vendía mis tortuguitas y ya tenía hasta más que cualquier otro niño”, cuenta Ávila de 40 años.

A los 14 años dejó su casa y comenzó trabajar en varios talleres con lo que pudo subsistir. Dos años después puso su taller en el barrio Las Herrería de la capital azuaya llamado Diseño y arte, donde continúa hasta la fecha.

Fernando comenzó con el arte utilitario y decorativo mientras que actualmente se dedica a hacer murales de arte precolombino y escultura de estilo abstracto.

Con sus obras ha recorrido países como España, Estados Unidos, Francia y Qatar.

“Los palitos me han llevado a exposiciones nacionales e internacionales”.

A lo largo de su carrera artística ha elabora un sin número de obras, sin embargo recuerda una en especial, pues considera que fue la que le abrió las puertas para presentarse en el programa de televisión Sábado Gigante de Don Francisco, en Estados Unidos. Explica que se trató de una escultura de 2 m de una mujer con un niño que le tomó alrededor de 6 meses tallar, trabajando durante todas las noches. “No quería venderla, porque cuando uno hace una obra bonita pone más sentimiento. Uno no quisiera despojarse de las obras que hace, porque no se vuelven a repetir”. Considera que si bien él ha logrado convertirse en un artista reconocido, esto no ocurre con muchos otros artesanos, que debido a la falta de espacios para promocionar sus obras han debido abandonar la actividad. (I)