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El Telégrafo
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El sombrero de Biblián viaja con marca propia

Los jueves, desde las 8:00, las mujeres acuden a la sede de la cooperativa para tejer el sombrero que, tras una prueba de calidad, podrá empacarse con destino a Francia o España.
Los jueves, desde las 8:00, las mujeres acuden a la sede de la cooperativa para tejer el sombrero que, tras una prueba de calidad, podrá empacarse con destino a Francia o España.
Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
09 de septiembre de 2017 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Pese a la edad, los dedos de Sara Lema Carrasco se mueven ágilmente. En cuestión de horas la paja toquilla va tomando forma en sus manos hasta convertirse en un sombrero, cuyo destino será Europa.

“Este es nuestro trabajo, no de ahora, sino de siempre”, dice la mujer que no deja ver sus ojos, porque los tiene concentrados en la paja que va tejiendo.

Cada que puede endereza su espalda. “Ya me duele de estar solo agachada”, manifiesta, pero no deja de mover las manos. “Mi madre (Hilda) me enseñó esta labor y he continuado con el oficio para alimentar a mis cuatro hijos que son estudiantes”.

Sara vive en la comunidad de Cruzpamba, a 15 minutos en carro  del centro de Biblián, provincia de Cañar. “A los 15 años ya comencé a tejer, ahora tengo 62”. Recuerda que su madre vendía los sombreros en Azogues. El precio no sobrepasaba los cinco sucres. “Con ese dinero nos mantuvo y hasta nos educó”, cuenta con nostalgia.

Ahora se siente orgullosa porque su trabajo va a España, Italia y  Francia. “Antes no podíamos hacer esto”, insiste la mujer quien viste un sombrero tejido por ella misma.

A su lado está Elvira Lema que ha trabajado 30 años en esta actividad. Sus dolencias no le impiden ir todos los jueves a la Minga del Tejido, una jornada que tiene el apoyo de la Municipalidad de Biblián.

La semana pasada no fue la excepción. En el encuentro están cerca de 100 personas  para conversar de sus vidas, de los proyectos que tiene la Cooperativa Padre Rafael González y principalmente para tejer sombreros de paja toquilla.

 “Tengo problemas con mi hígado y es por el trabajo”, cuenta Elvira, quien evidencia un rostro pálido por sus dificultades de salud y continuamente toma aire para seguir en la tarea. “Además —dice— recién me operaron de la vesícula, pero debo trabajar para mantener mi hogar”.

El alcalde de Biblián, Guillermo Espinoza, al conocer esta situación ofreció colocar un dispensario para que las personas que trabajan en esta cooperativa de producción reciban atención médica.

La mayoría de las mujeres dedicadas a la elaboración del sombrero tienen estos problemas de salud. Sus hígados no están en buenas condiciones. Según ellas, es por el esfuerzo que hacen al tejer y el olor permanente a la paja.

María Pinguil, otra artesana, indica que elabora 10 sombreros y que el dinero de su venta le sirve para ir al mercado, pero también para adquirir medicinas para el dolor de su espalda.

Cada jueves, desde las 08:00 comienzan a llegar las socias, no todas son puntuales. “Hay que dejar haciendo el almuerzo para los chicos”, señala una de ellas, mientras el alcalde de Biblián, les da la bienvenida y conversa con ellas sobre varios tópicos, en especial del apoyo que da esta institución para que el proyecto no decaiga.

La mayoría de las mujeres que asisten a esta minga dicen que en un día y medio está listo un sombrero, pero si se ponen a trabajar en una artesanía de hebra fina, pueden tardar hasta un mes, ya que la delicadeza con la que se confecciona es muy alta.

La personería jurídica ayuda

Hasta hace dos años las mujeres que tejían estas artesanías estaban dispersas. Cada quien trabajaba como mejor le parecía y el precio lo ponían ellas con el comprador.

Pero Fanny Tapia, presidenta a la Cooperativa Padre Rafael González, luego de regresar de un viaje a España las reunió y alcanzaron el reconocimiento ministerial. De esta forma la agrupación obtuvo validez jurídica. “Nos ha servido de mucho tener esta personería porque los compradores extranjeros ahora nos buscan”, indica la dirigente.

Cada dos meses —agrega— deben entregar 1.450 sombreros a Francia y España. “Sabemos que el precio  no recompensa el esfuerzo, pero estamos trabajando en eso para que nos ayuden un poco más”, reconoce Fanny.

Según las tejedoras, la Municipalidad de Biblián ha sido parte fundamental en este proyecto. “Nos ha ayudado para salir adelante en todos nuestros trabajos”.

El alcalde Espinoza señaló que la labor ha sido difícil. “Ahora el producto tiene una propia identidad que recorre Europa”. De esta forma, el sombrero que confeccionan las toquilleras de Biblián viaja al exterior con el nombre de Bibilak, un sello que ya está promocionándose y que, según las artesanas, va adquiriendo confianza y prestigio. (I)

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