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El Telégrafo
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La romería que lleva a la efigie hasta Loja empezará mañana

El santuario de El Cisne acoge a miles de peregrinos

Janeth González (suéter a rayas) caminó desde Tumbes, Perú, en busca de un milagro para su hermana.
Janeth González (suéter a rayas) caminó desde Tumbes, Perú, en busca de un milagro para su hermana.
Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO
16 de agosto de 2017 - 00:00 - Redacción Ciudadanía

Cuenca.-

La vía desde Catamayo a El Cisne, provincia de Loja, se llena de peregrinos que caminan para visitar a la efigie de la Virgen que cariñosamente llaman la ‘Churonita’.

Muchos llegaron temprano al santuario para participar en la misa campal. La mayoría camina desde Cuenca hasta Loja, de allí a Catamayo, San Pedro de la Bendita, hasta El Cisne. Otros van desde Naranjal, Machala e incluso Tumbes, a través de la ruta de Piñas-Portovelo-Salatí-El Cisne.

El frío, el calor o la distancia no son obstáculos para que miles de personas demuestren su devoción. Janeth González caminó desde Tumbes, Perú, en busca de que la Virgen sane a su hermana Roxana, quien tiene un problema en el útero. González y un grupo de tumbesinos, entre los que está Rodolfo Dioses de la Cruz, cargan el Cristo Rey de Ayabaca.

Desde tempranas horas, tímidamente el sol se toma el santuario de El Cisne. Frente al templo, feligreses acampan en carpas. Una de ellas está ocupada por la familia de la cuencana Fabiola Cumbe, de 47 años, quien dice tener un matrimonio estable gracias a la ‘virgencita de El Cisne’.

Es la razón para que, en compañía de sus 3 hijos y 4 nietos acampen en el santuario hasta el jueves como acto de fe. De ahí acompañarán a la imagen hasta San Pedro de la Bendita.

Cumbe recordó que su madre, Rosa Amendaño le obsequió una estampa de la Virgen que no estaba en buen estado. Tiempo más tarde comenzó a soñar con una mujer a la que no conocía. Lo único que sabía era que se trataba de una advocación de la Virgen María.

Posteriormente recorrió varios templos, comunidades y parroquias, en las que observó varias imágenes, pero ninguna era la que aparecía en sus sueños. Fue un día que su esposo le motivó a viajar a El Cisne cuando reconoció a la mujer que tenía en su mente.

Desde entonces, las muestras de fe en su honor no han cesado, a tal punto que hoy acampa, durante 5 días a las afueras del templo. (I)

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