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El “chuca-chuca” no se pierde, pese a los adelantos de la medicina

Los menores de edad son quienes más asisten a estos tratamientos que realizan las curanderas campesinas.
Los menores de edad son quienes más asisten a estos tratamientos que realizan las curanderas campesinas.
Fotos: Fernando Machado / El Telégrafo
27 de mayo de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

María Llivisaca espera sentada a sus clientes. Sin falta, los martes y viernes está en el mercado El Arenal de Cuenca. Son —para ella— los días  propicios para quitar el “mal de ojo”, el “mal de aire” y el “espanto”  de los niños y adultos.

“No ve que cuando les duele el pupo a los guaguas, empiezan a llorar y es porque alguien le ha visto demasiado, es decir les transmitió una mala energía”.

Vive en las afueras de la ciudad y cuando viene, trae en sus manos varias plantas o montes para hacerles las limpias a sus clientes.

“Aquí tengo la flor de floripondio, ruda, un poco de carbón, fósforo y el huevo que no hay que hacer faltar”, dice mientras se prepara para hacer la primera cura del día.

“Señora, no me dirá gracias al final”, le advierte a la mujer que trajo a un niño de 2 años para limpiarle del espanto.  Esa advertencia, según María, es importante porque si le agradece, no vale la cura.

En los días señalados se congrega gran cantidad de personas en los mercados de El Arenal, 10 de Agosto, 27 de Febrero, pero mucho más en el sector de la 9 de Octubre, donde todo el día atienden a personas que buscan un alivio a sus dolencias, pero más para los niños.

 “Es importante tener a los bebés con una cinta roja en su brazo y así evitar que sean ojeados (mal de ojo)”, indica la ciudadana Fátima Brito.

Mientras tanto en el mercado 10 de Agosto, Rosa Sisalima, estuvo muy temprano en su puesto. Llegó desde la parroquia Jadán. Sus clientes ya le esperaban.

Doña Rosa, como le llaman sus clientas, fue una de las iniciadoras  de la salud comunitaria en su sector. Ha realizado curaciones ancestrales por más de 30 años. Considera importante mantener este tipo de medicina en la provincia del Azuay, ya que recurre a nada químico, sino todo es en base de elementos que brinda la naturaleza.

A su lado está Mercedes, una persona de la tercera edad. No quiere revelar su apellido. Para ella es muy importante llegar cada semana a este mercado y hacerse una limpia. Cree que vivir junto al río le trae problemas de su salud, como  un mal de aire, puesto que el caudal arrastra desperdicios que posteriormente se dañan y provocan malos olores que perjudican su organismo.

Rosa Sisalima se tarda más de 5 minutos en hacerle la limpia. Emplea ramas de varias plantas que  trajo desde su pueblo.

En un momento determinado durante la limpia, bebe de una botella que contiene licor y varios elementos preparados, mantiene unos segundos el contenido en su boca y luego, inesperadamente, lo lanza sobre el cuerpo de la mujer. Continúa el ritual con su “chuca, chuca”, frase que no deja de repetir durante toda la curación.

Al final toma un huevo que, según ella, “es del día”, es decir que la gallina lo puso en la madrugada, y le pasa por todo el cuerpo, en especial por la cabeza. Tras esta rutina, lo rompe y lo coloca en un vaso de agua. “Sí ha estado con mal aire”, le dice a Mercedes y deja ver su alivio.

“Me siento mejor, yo siempre tengo fe en esta medicina, los médicos, no saben curar estas dolencias”, indica.

Luego se despide hasta la siguiente semana.

“Para que haya efecto, tiene que venir por lo menos 3 semanas seguidas y verá que se va a sentir muy bien”, señala la mujer que queda agotada con el paso de los minutos. “Todas mis buenas energías estoy transmitiendo a las personas que se curan”.

A Machala también llegan los chamanes

Las limpias o curaciones hechas por los chamanes tampoco han perdido espacio en Machala.

Con la leña encendida, un manojo de hierbas en una mano, la botella de puro (licor) en la otra y parados en las 4 esquinas de la Chakana (Cruz Ancestral), hecha con granos de maíz, con pétalos de flores y frutas, los chamanes realizaron el ritual a las personas que acudieron a la explanada del estadio 9 de Mayo.

La finalidad es librarse de las malas vibras, rendir tributo a la madre naturaleza y recuperar la medicina ancestral.

Saúl Pastuña, sacha o chamán de la provincia de Cotopaxi, dijo que conservar la armonía entre seres humanos, naturaleza y toda la vida es muy importante en los actuales momentos. (I)

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