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Cuenca pierde el título de 'ciudad curuchupa'

Cada Viernes Santo, los habitantes de la parroquia Turi en las afueras de Cuenca, organizan la “Pasión de Cristo”. Sus actores son del propio sector que se preparan con varios meses de anticipación.
Cada Viernes Santo, los habitantes de la parroquia Turi en las afueras de Cuenca, organizan la “Pasión de Cristo”. Sus actores son del propio sector que se preparan con varios meses de anticipación.
Foto: Fernando Machado / El Telégrafo
15 de abril de 2017 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Cuenca dejó de ser una ciudad conservadora y religiosa, en comparación a los años cincuenta. Con la llegada de los españoles en 1557 (fecha de fundación), la ciudad se sumergió en una profunda fe católica, pero ha ido perdiendo ese ‘título’ de ciudad ‘curuchupa’, conforme avanza la modernidad.

Muchas de las tradiciones de Semana Santa han desaparecido, otras  ‘pelean’ con el tiempo para mantenerse. Retroceder medio siglo para recordar cómo era la Semana Mayor en Cuenca no es difícil. Aún está fresco en la mente de los ciudadanos mayores de 70 años cómo se celebraban esas fiestas religiosas.

Para Alberto Ramón, integrante de la Banda de Músicos de la parroquia Baños, el martes era un día dedicado exclusivamente a la oración y a la veneración de los santos.

“Había la gran procesión con las imágenes de todas las iglesias y además venían de los cantones, como la imagen del Señor de Girón. Nos concentrábamos en la plazoleta de San Francisco y desde allí recorríamos el centro histórico. La procesión duraba más de 3 horas”.

Agrega que esta tradición ya no existe y que ese día se ha convertido en una fecha normal de labores.

En Cuenca, la Semana Mayor comenzaba con una gran procesión el Domingo de Ramos. La lideraba el obispo y la seguían el clero y los fieles. Todos llevaban palmas tejidas y adornadas con flores y romero. Se dice que algunas eran obras maestras de lo efímero y lo popular. Luego eran bendecidas en la misa solemne de la antigua Catedral.

Hoy esta magna procesión ya no se realiza, pero los fieles acuden a los ritos de bendición de ramos y a la ceremonia en cada templo.La palma de ramos, años atrás, tuvo un fuerte valor simbólico.

Otra tradición que todavía se mantiene es el uso la ceniza para la unción del Miércoles de Ceniza. El sacerdote hace una cruz en la frente de los fieles y repite: “Polvo eres y en polvo te convertirás”.

La religiosidad popular estava convencida que el ramo bendito era una protección contra rayos y terremotos. Sus fragmentos se quemaban en casos de fenómenos naturales. Ahora el uso de palmas (especialmente las de cera) está prohibido debido a la amenza de extinción.

Según las autoridades del Ministerio del Ambiente, es necesario protegerlas, ya que son el reducto de aves y pájaros, muchos de ellos también en peligro de desaparecer en la provincia de Azuay.

Pese a todos los cambios, los cuencanos, de alguna manera, siguen conservando su religiosidad, aunque esta aún es motivida por las iglesias. La mayoría de estas edificaciones cuentan con representaciones de los diversos momentos de la vida, pasión y muerte de Cristo.

Algunas de estas obras se mantienen en perfectas condiciones, pero muchas se han dañado. Dentro de los templos también se pueden observar cuadros e imágenes de otros pasajes de la Biblia.

Por disposiciones de la iglesia se han suprimido ciertas tradiciones. El día que aún se mantiene como uno de los más importantes es el Jueves Santo, cuando se conmemora la Última Cena del Señor.

En los templos también se lava simbólicamente los pies de 12 niños o personas mayores, como reminiscencia del lavatorio efectuado por Jesús. El acto consta en el Evangelio de San Juan y simboliza el Sacramento de la Penitencia.

Las Siete Iglesias

Otra de las tradiciones que se mantiene en el tiempo es el rezo de las Siete Iglesias. El jueves, los cuencanos, desde las 19:00 inician una visita a 7 basílicas antes de regresar a sus hogares.

Los templos permanecen llenos, sobre todo la Catedral de la Inmaculada. Allí oran, cantan y colocan una vela en una de las imágenes que están en los altares.

Felicia Jara, habitante de la urbe, señala que esta práctica debe conservarse porque es un espacio para la reflexión y para “arrepentirse de todos los pecados que se han cometido durante el año”. 

Las iglesias permanecen abiertas hasta la media noche, permitiendo que los católicos recorran sus instalaciones y cumplan con su visita a las iglesias como una forma también de penitencia.

Los cines y la fanesca

Tras degustar la fanesca en los hogares, en antaño, las familias luego del medio día se aprestaban a ir a los cines. Veían las películas que en ese entonces copaban la cartelera, en especial El Mártir del Calvario, una cinta mexicana dirigida por Miguel Morayta y estrenada en 1952.

Se suele considerar a esta cinta como la más representativa que el género bíblico ha producido en México. La película participó en la selección oficial del Festival de Cannes de 1954.

Las filas para ingresar eran interminables, recuerda Antonio Reyes, un ciudadano de 65 años. “Mis padres nos llevaban a todos. Cuando llegábamos al teatro España (desparecido) había muchas personas y teníamos que esperar que mi padre consiga boletos, caso contrario debíamos esperar largas horas”.

Una cosa similar sucedía con los cines Popular, 9 de Octubre, Casa de la Cultura, Sucre, teatro Cuenca, a excepción de la Casa de la Cultura, todos ellos han desaparecido.

En cuanto a la fanesca, los abuelos recuerdan que ese día se comían 12 platos, en “homenaje a los 12 apóstoles”. “Claro que eran platos pequeños de comida como pescado, legumbres, granos y coladas”.

El Señor de la Burla aún pasea en Domingo de Ramos

Desde muy temprano era esperada la imagen del Señor de la Burla en la plazoleta de Santo Domingo de Cuenca. Muchos iban a misa de ramos y preguntaban a qué hora llega el Señor para acompañar en la procesión y en la celebración eucarística.

A lo lejos se escuchaba la música de la banda de pueblo de Alberto Ramón y los Auténticos. El ritmo sacro llamaba la atención y pronto los católicos iban hasta la calle Gran Colombia para acompañar esta procesión.

Adelante iban los cucuruchos, que casi ya no aparecen en esta ciudad en Semana Santa (hombres o mujeres cubiertas con una capucha y vestidos de morado). Los hombres abrían paso para que la escenografía de la pasión avance por esta arteria de Cuenca.

Atrás de ellos venía la imagen tan esperada, el Señor de la Burla que, según Mónica Almeida, tiene más de 200 años de existencia. La imagen llegó a la familia Almeida hace casi 100 años. Pertenece a la escuela quiteña, aunque se desconoce cómo vino hasta la ciudad.

Para Rafael Contreras, ciudadano que acompañaba la peregrinación, las tradiciones se van perdiendo de a poco, pero con la devoción a Cristo se logra recuperar esa fe que había hace más de 50 años en la ciudad y que convertía a la Semana Santa en un espacio de recogimiento, arrepentimiento y unidad.

“El Señor de la Burla ha mantenido la tradición y son más de 100 los priostes que todos los años le veneran”.

En la casa de la familia Almeida,  en la parte norte del centro histórico de la capital azuaya, existe una urna donde permanece la imagen, según Mónica Almeida, una sola vez sale a la calle y es el Domingo de Ramos. El resto del año está en cualquier otro sitio, pero es la réplica”.

Contreras recuerda que la Semana Santa, años atrás, se convertía en un tiempo en el que los ciudadanos, además de ir a la iglesia, se dedicaban al descanso.

Incluso los medios de comunicación tomaban una pausa, cerraban sus audiciones, en especial el Viernes Santo, como una muestra de respeto a los católicos que alzaban sus oraciones.

En Cuenca y en sus parroquias durante la Semana Mayor todo se detenía. Los niños caminaban más despacio, la música se silenciaba, la dieta cambiaba y en determinadas horas el único ruido que se escuchaba era el de las matracas que llamaban a misa. (I)

Los pescadores de Puerto Bolívar fortalecen su fe en la Semana Santa

 “Hay mucho ‘pirata’ (ladrones de mar).Los pescadores no pueden realizar sus faenas porque sus herramientas son robadas. En el peor de los casos pierden hasta la vida”, dijo José Reyes, pescador de la parroquia Puerto Bolívar, provincia de El Oro, quien con toda su familia acudió a la iglesia Templo Faro. Allí pidió por todos sus compañeros, para que no les suceda nada en alta mar cuando salen a faenar.

El hombre de 60 años también participó en una pequeña procesión náutica con el Cristo y san Pedro (patrono de los pescadores), con el fin de “bendecir el mar”, es decir que se libere de todo mal.

Los devotos pescadores dedican la semana mayor a recordar la muerte y resurrección de Jesús, además rinde tributo a su santo patrono San Pedro.

La semana es sagrada para Reyes. No sale a sus faenas desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Gloria, sobre todo el último día, cuando acude temprano, junto con su familia, a la playa para adornar su lancha con globos y guirnaldas de colores.

Así acompaña a su ‘santito’ en un pequeño paseo náutico religioso.

Alrededor de 200 pescadores de Puerto Bolívar, hacen lo mismo en agradecimiento por la buena pesca y protección en el mar.

Llevan la imagen por el mar. En el trayecto que dura alrededor de una hora, los artesanos oran para que Jesús y San Pedro no les desamparen, también entonan alabanzas religiosas.

“Ahora que el mar se presenta más peligroso y los robos de nuestros motores se dan a diario, es cuando debemos pedirle a nuestro santo que nos regrese a tierra sanos y salvos. Por eso siempre estamos agradecidos y en esta Semana Santa todos los que trabajamos aquí lo acompañamos”, comentó Julio Lucas, otro pescador, que ha enfrentado muchas dificultades en el mar. Lucas ha sido víctima de robo.

“La fe que le tenemos a Cristo se acrecienta y eso es muy bueno porque él nos guía a donde está la buena pesca y con su manto protector nos regresa a casa”, dijo Manuel Mayón, otro de los feligreses.

“Esta pequeña procesión es nueva. La que congrega a miles de feligreses y que tiene más de 20 años es la de la Virgen del Cisne que se realiza en agosto. Allí participan no solo pescadores artesanales sino toda la comunidad e inclusive de otras provincias. El año pasado fueron más de 8 mil personas que desfilaron por el mar”, dijo Georgina Reyes (foto), habitante de Puerto Bolívar.

Y es que los católicos en Puerto Bolívar, aprovecharon también el Viernes Santo para realizar el vía crucis al pie del mar, en el malecón de la parroquia orense.

Con cánticos y oraciones más de 50 personas, la mayoría niños y jóvenes, participaron en la personificación de la muerte de Jesús en la cruz.

Esta tradición lleva más de 22 años al pie del mar, justamente para bendecir la parroquia orense donde mayoritariamente habitan los pescadores. (I)

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