Hace más de 30 años, Eduardo Moscoso tomó la decisión de cambiar los esquemas de la cultura cuencana. Se “reveló” contra el arte convencional y comenzó a poner en escena otras tendencias con crítica social y religiosa.

Este cambio hizo que los cuencanos comiencen a reaccionar y protesten. “Era una ciudad santificada, por eso  fue muy difícil iniciar el proyecto”, dijo Moscoso, quien ahora dirige el Centro Cultural El Prohibido, un lugar donde se realizan exposiciones de la cultura urbana que rompen los estereotipos. Además se realizan encuentros de rock y metal.

Este espacio está más destinado a la juventud y está ubicado en uno de los sectores más tradicionales de Cuenca: barrio El Vado. El lugar fue creciendo poco a poco hasta convertirse en uno de los más llamativos que tiene la ciudad.

“Ha sido un proyecto de vida, de amor al arte, a la cultura”, dijo Moscoso. Agregó que la iniciativa nació por la  “necesidad, por la marginación, en esas épocas, de otras corrientes, porque se creía que existía un solo arte”.

El artista indicó también que en aquel entonces no se respetaban las manifestaciones culturales diversas y solamente la gente que tenía el poder económico era la que dictaba los temas.

Moscoso, oriundo de la región amazónica, estudió en la Universidad de Cuenca, en la Facultad de Bellas Artes. Hoy es considerado el pionero de este cambio en Cuenca.

“Hace 30 años participé en algunos eventos con mi arte, pero me marginaban, allí me di cuenta que algo andaba mal y había que hacer cambios”. (I)