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El Telégrafo
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103 años han transcurrido desde que la luz llegó a Cuenca

La energía eléctrica sirvió para alumbrar la iglesia de San Alfonso y poder velar el cuerpo de Roberto Crespo Toral, empresario cuencano que falleció en 1923.
La energía eléctrica sirvió para alumbrar la iglesia de San Alfonso y poder velar el cuerpo de Roberto Crespo Toral, empresario cuencano que falleció en 1923.
Foto: Biblioteca Victor Manuel Albornoz
19 de agosto de 2017 - 00:00 - Moises Aveiga

La tibia placidez de la pequeña Cuenca, sus calles, plazas y casas alumbradas apenas con faroles de kerosene, velas de sebo o simples mecheros, debió cambiar para dejar de ser una urbe apagada, aislada, lejana, de las tinieblas.

Tuvo que ser el cuencano Roberto Crespo Toral el que, con sus hijos, emprendiera un desafío para proporcionar luz eléctrica a la ciudad. Crespo Toral se puso en contacto con su primo político, Rafael María Arízaga, ministro plenipotenciario del Ecuador en Washington, para solicitarle que gestionara ante alguna firma de EE.UU., el suministro de un equipo que funcione con fuerza hidráulica.

La respuesta fue positiva e inmediata. Se procedió a realizar el pedido de la planta y luego de unas semanas, se recibió el aviso del despachador de aduanas de que la maquinaria había llegado a Guayaquil y que el cargamento sería despachado por ferrocarril hasta Huigra (Chimborazo).

El equipo compuesto por un generador General Electric de 37,5 kW, grandes poleas de acero, ejes, cuadro de distribución, varios transformadores, correaje, una importante dotación de cables de varios amperios, focos y más material eléctrico fueron transportados por los heroicos guanderos (hombres que llevaban carga en sus hombros). Debieron atravesar la cordillera de los Andes “a lomo de indio”, como se decía en aquel entonces.

En una tarde imprevista hacían su aparición aquellos “titanes”, con sus ponchos y sus pechos sudorosos, entre gritos de coraje de sentirse ya en la meta. La infraestructura ya estaba lista para el montaje de los equipos. Carlos Cordovez Borja, ingeniero enviado por la firma vendedora, se encargó de la implementación de la primera Planta Eléctrica de Cuenca.

Habían transcurrido pocos meses cuando se encontraban listos el montaje del equipo y el tendido de redes, mediante postes de madera, que iban desde el sector conocido como Las Tres Tiendas hasta la ciudad, mediante cables de alta tensión. Una vez terminada la instalación de la red de transmisión de alto voltaje y más implementos, se dispusieron grandes cantidades de focos envueltos en los árboles de pino traídos desde Chile por parte del expresidente Luis Cordero y que fueron plantados tanto en la Plaza Mayor, hoy parque Calderón, como en el frontispicio de Seminario, en la Catedral. Y, para conmemorar el acontecimiento, se colocó un gran letrero con fondo negro, dibujado con cientos de focos, con la leyenda: “Diez de agosto, luz en Cuenca”.

La esquina de la mansión de Roberto Crespo Toral, lucía un enorme foco de 500 bujías. Eran las 19:00, Cordovez que se hallaba en la planta, acompañado de Francisco, el hijo de Crespo, llamaron a Roberto Crespo para decirle “las pruebas están correctas, puede encender la luz en Cuenca”. Se procedió a conectar el “suiche” y un ascua blanca iluminaba su casa y todo el sector aledaño. Luego fueron a la Plaza Mayor y encontraron aquel lugar refulgente de luz.

A las 19:00 del 10 de agosto de 1914, resonó la banda del cuartel, tocaron dianas en la Policía, llamaron a glorias de campanas de la catedral, y se escuchaban voces de hombres, mujeres y niños que aclamaban algo insólito, desconocido y triunfal, como lo describe Juan María Cuesta y Cornelio Crespo Ordóñez en sus evocaciones a la gran epopeya.

Todos se dispararon a la Plaza Mayor y contemplaron “ríos de luz”. “Se había encendido el sol de la ciencia: la luz eléctrica”. Cabe destacar, que entre 1910 y 1920, se abre una década trascendental en el desarrollo comarcano: en el año de 1912 apareció el primer vehículo motorizado por las calles de Cuenca, de propiedad de Federico Malo, marca Clement Bayard. Ocho años más tarde se produce la llegada del primer aeroplano, denominado, El Telégrafo, el 4 de noviembre, piloteado por Elia Liut; también se  funda el Banco del Azuay en 1913.

Transcurridos los años, la demanda eléctrica sobrepasa su capacidad energética en el cantón Cuenca, con lo que se determinó la búsqueda de nuevos proyectos. Posteriormente el proceso de industrialización de la energía eléctrica va consolidándose, hasta al fin llegar a la actual Empresa Eléctrica Regional Centro Sur. (I)

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