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El Telégrafo
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Las prendas elaboradas manualmente han marcado una nueva moda que destaca la riqueza cultural que posee Ecuador

Los colores y las figuras precolombinas destacan en los bordados zuleteños

El bordado de artículos como manteles o toallas toma a las artesanas un mínimo de una semana, mientras que las blusas y camisas requieren hasta de 2 meses de trabajo.
El bordado de artículos como manteles o toallas toma a las artesanas un mínimo de una semana, mientras que las blusas y camisas requieren hasta de 2 meses de trabajo.
Fotos: Carina Acosta / EL TELÉGRAFO
04 de marzo de 2017 - 00:00 - Coralía Pérez

Zuleta.-

Los bordados hechos a mano por las artesanas de la comunidad de Zuleta, ubicada al suroriente de la provincia de Imbabura, actualmente se han posicionado como tendencia y una moda entre políticos.

Los diseños se encuentran en los armarios de varios funcionarios estatales como Gabriela Rivadeneira y el mismo presidente Rafael Correa, quien visibilizó en gran medida el trabajo artesanal que se realiza en Zuleta. Sin embargo, el arte impregnado en tela por las hábiles mujeres inició cientos de años atrás.

Según estudios, el origen de los bordados es precolombino. El material principal en aquella época fue la lana de alpaca o llama hasta que, en la colonia, los españoles trajeron el hilo, que se adoptó como el nuevo material de los bordados.

En 1942, Rosario Pallares, esposa del expresidente Galo Plaza, mostró gran interés por los diseños utilizados por las zuleteñas y decidió crear el primer taller de bordado en su hacienda. A partir de entonces, las artesanas han desarrollado este arte como una manera eficaz de generar ingresos para sus hogares, además de mantener vivos los elementos propios de su cultura.

Gertrudis Chachalo es una de las artesanas que se dedica a esta laboriosa actividad. A sus 59 años borda con absoluta precisión blusas, manteles, caminos de mesa y otros artículos pedidos por sus clientes.

Comenta que aprendió el oficio gracias a su madre, quien emprendió en su familia con el arte del bordado hace más de 50 años. A los 15, Chachalo comenzó a ayudarla en su negocio, con lo que tomó experiencia y hace 20 años que cuenta con su propio local para exhibir sus creaciones.

En su hogar, Gertrudis y su esposo, Luis Aguilar, son los principales confeccionistas de las prendas: él produce las camisas y ella continúa con el bordado. En ocasiones, cuando la demanda es alta, la artesana es asistida por otras 2 o 3 mujeres, quienes le ayudan en esta laboriosa tarea. “Trabajan en sus hogares cuando tienen tiempo, después de sus quehaceres. Esto representa para las bordadoras un medio de ingresos. Les sirve para comprar el pan o para darles los pasajes o colación a sus hijos”, asegura Aguilar.

La elaboración de las prendas de vestir como camisas y blusas toma cerca de 2 meses. Una blusa típica zuleteña, por ejemplo, llega a costar hasta $ 270 debido a la precisión, los detalles y el tiempo de trabajo que imprimen las artesanas. Mientras que un camino de mesa, cuya confección tarda 15 días, tiene un valor de $ 48.

“Todos los artículos son bordados manualmente, eso es lo que atrae a los consumidores”, explica Angélica Díaz, visitante del sector.

En cuanto a los materiales utilizados para las prendas, los artesanos apuestan, en su mayoría, por productos nacionales como tela e hilos, aunque en ocasiones estos últimos provienen de Colombia y en casos particulares, de Francia.

Gertrudis asegura que si bien los materiales con los que trabajan son un poco costosos, lo compensan con la duración de su producto, que se mantiene en óptimas condiciones por un largo tiempo.

Actualmente Zuleta cuenta con una asociación conformada por 16 representantes de las principales casas textiles. El objetivo, según Chachalo, es realzar y valorizar el trabajo que requiere la elaboración del producto, además de estandarizar precios. (I)

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