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El Telégrafo
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El Parque Cóndor es una de las paradas obligatorias en el recorrido por la provincia de Imbabura

Joep Hendriks dejó Holanda para crear un refugio de aves rapaces en Otavalo

Joep Hendriks nació en Holanda y se radicó en la provincia de Imbabura. Su casa está ubicada en el mismo Parque Cóndor, en Otavalo.
Joep Hendriks nació en Holanda y se radicó en la provincia de Imbabura. Su casa está ubicada en el mismo Parque Cóndor, en Otavalo.
Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo
07 de febrero de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez

Un camino serpenteante conduce al Parque Cóndor, un refugio para aves rapaces fundado por Joep Hendriks, un holandés que dejó su país, reconocido por sus molinos, tulipanes, diques y canales, para convivir con las aves en un entorno natural, con una vista privilegiada del Taita Imbabura y del lago San Pablo.

“Holanda es un país muy pequeñito y con demasiada gente, aquí estoy tranquilo; mire solo a su alrededor, esto es suficiente”, dice Hendriks, quien usa unos guantes de lona para evitar que un halcón, de origen peruano, que sostiene en su mano, clave las garras en sus dedos.

De tanto estar en contacto con las aves, aprendió a conocerlas más, a intuir sus movimientos, a reconocer su carácter. Adiestrarlas puede tomarle 4 semanas o quizás 3 o 4 meses, todo depende del tipo de ave que llega al Parque.

Cuando está en pleno proceso de adiestramiento es difícil interrumpirlo, pero no imposible. La única condición para aproximarse a él es hacerlo en silencio. Joep Hendriks apenas mueve su mano como señal para indicar que es posible sentarse junto él para conversar.

Lleva unas gafas oscuras y un sombrero de pesca que lo protegen del sol. Las usa siempre, porque el sol de Ecuador es más fuerte que el de Holanda. Dice que Parque Cóndor es una fundación que comenzó a operar en noviembre de 2004. “Comenzamos con apenas 2 aves y ahora tenemos más de 100”.

Aunque es un lugar de acogida para las aves donadas o rescatadas, también opera como un centro de educación ambiental.

Explica que el cóndor andino es considerado el embajador del proyecto Parque Cóndor. Uno de los objetivos —dice— es, precisamente, fomentar el interés por esta ave y el resto de especies que son acogidas en este lugar. El halcón que entrenaba en ese momento tiene 2 años. Lo entrena para realizar demostraciones de vuelo libre que, con frecuencia, son presenciadas por los turistas locales y extranjeros. Aunque el adiestramiento exige conocimiento, también se necesita una alta dosis de paciencia.

En el Parque Cóndor hay diferentes especies de aves; llaman la atención los búhos. Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo

Confiesa, además, que una de sus aves preferidas es el halcón peregrino, del tamaño de un cuervo, con la espalda de color gris medio azulado y la parte inferior blanquecina con manchas oscuras.

Aunque este halcón tiene sus fanáticos, en el Parque también llama la atención el águila calva, conocida como águila americana o águila de cabeza blanca.

Esta especie estuvo a punto de extinguirse en Estados Unidos a fines del siglo XX, pero su población se ha estabilizado y va en camino de ser retirada de la lista de especies en peligro. El tiempo que exige entrenar a un águila calva puede variar entre 2 a 3 meses.

Para este amante de las aves, las demostraciones son un instrumento fundamental para concienciar sobre el valor de estos animales.

Hace 21 años, este holandés llegó al país; estuvo primero en Quito y luego se radicó en el cantón Otavalo.
Su casa está ubicada dentro del Parque, así como su campamento.

El Parque Cóndor es una de las paradas obligatorias en el recorrido por la provincia de Imbabura. Está localizado a 5 minutos de Otavalo, en la loma Pucará de Curyloma, a aproximadamente 2.800 metros sobre el nivel del mar.

Se ingresa por la Panamericana, a la altura de la gasolinera a la entrada de Otavalo y hay que avanzar hasta la calle Piedrahita en la ciudad de Otavalo. A solo 5 kilómetros de camino, bien señalizado, se encuentra la entrada a este lugar.

El día de trabajo de Hendriks empieza a las 06:00 y finaliza cuando el sol se oculta.

Hendriks considera que es necesario transformar la falsa impresión acerca de los buitres, búhos y aves rapaces. Por esta razón, el Parque Cóndor utiliza técnicas de cetrería (técnica relacionada con la cría, el amaestramiento y el cuidado de las aves para la caza de volatería) que promueven el acercamiento entre las aves y los visitantes.

Uno de los objetivos es domesticar a las aves para que interactúen con los visitantes que acuden a observar su vuelo. (I)

DATOS

Según el Diccionario de la lengua española, editado por la RAE, los practicantes de la cetrería pueden llamarse tanto halconeros como cetreros.

Hendriks fue cetrero en Holanda y siempre estuvo interesado en la conservación de los animales. La cetrería emplea aves de presa adiestradas para capturar animales silvestres en su medio natural.

La cetrería, entendida como el noble arte de entrenar rapaces y conservar su instinto de caza, tiene su origen hace unos miles de años en las estepas asiáticas y se extendió más tarde a Arabia y Europa.

Existen diversos tipos de cetrería, como la cetrería didáctica practicada en el Parque Cóndor.

El Parque Cóndor tiene amplios espacios rodeados de vegetación donde los visitantes pueden sentarse a disfrutar del paisaje y también del aire puro. Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo

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