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Las réplicas son elaboradas en laurel y jigua

River, el autodidacta que hace carros a escala desde los años 60

Con ver una foto, River Chiquito se inspira para hacer los carros de madera. Sus padres (d) lo ayudan en todo.
Con ver una foto, River Chiquito se inspira para hacer los carros de madera. Sus padres (d) lo ayudan en todo.
Foto: Mario Rodríguez/El Telégrafo
10 de diciembre de 2016 - 00:00 - Mario Rodríguez Medina

Jipijapa.-

Jacinto Chiquito y su esposa, Cruz Solís, disfrutaban de su hijo, el pequeño River. “Era un niño inquieto, ni caminaba, pero siempre estaba activo”, cuenta cómo era su vida 55 años atrás el padre de familia.

Doña Cruz, una mujer de 84 años, recuerda que cuando River tenía 9 meses se enfermó y por falta de recursos no lo pudieron hacer atender por un pediatra. Era la temida poliomielitis.

Así, el pequeñín nunca caminó. Como resultado de la enfermedad quedó con el 80% de discapacidad. Por aquellos días vivían en Guayaquil y tras los problemas de salud de su hijo Jacinto y Cruz regresaron a su tierra, La América, en Jipijapa, a un kilómetro de la entrada a Julcuy.

“No teníamos dinero, entonces cuando el niño ya estaba más durito (a los 5 años) los poníamos en una ramadita a pedir plata”, cuenta con desazón Jacinto, quien, a sus 90 años, sufre de problemas renales. “Él pasaba por ratos ahí, pero a veces se arrastraba hasta la parte de la casa donde estaba mi pequeño taller (de ebanistería) y cogía mis herramientas”.

Con el pasar de las horas y recogiendo unos cuantos sucres, River, quien solo se comunica por señas (por la poliomielitis nunca aprendió a hablar), se fascinó con los carros que circulaban por la carretera. Con un trozo de madera y unas herramientas, a los 5 años talló su primer carro de madera. Jacinto cuenta que le quedó muy bonito y que lo vendió a una persona que le ofreció comprárselo.

Así, allá por 1966, empezó el negocio de carros de madera de River Chiquito. Todo aquel que vive por la vía entre Paján y Jipijapa da razón de este artesano autodidacta.

Han pasado 50 años desde que River empezó a hacer carros de madera. Ya su padre perdió la cuenta de cuántos ha hecho, pero asegura que el promedio de fabricación es de uno por semana. Pese a su discapacidad, este hombre dejó de pedir sucres en la vía para subsistir y pasó a proveer de un negocio a toda la familia. Ahora, su padre y sus sobrinos se dedican a esta labor. Don Jacinto ayuda poco ya, los más activos en el taller son sus sobrinos Fernando, Jefferson y Érick.

Los días de River empiezan a las 06:00, a esa hora se despierta y doña Cruz lo baña. “Él no puede hacer nada solo. Lo único que aprendió a hacer son los carritos”, cuenta la dedicada madre.

Sus sobrinos lo sacan al pequeño taller a las 07:00. Ahí juntos empiezan la jornada, la cual se interrumpe con el almuerzo y culmina con los últimos rayos de sol. “Él es el maestro, nosotros sus ayudantes. Cuando piden un carro, mi tío traza el diseño y luego empezamos a tallarlo”, indica Jefferson sobre la labor de River.

En el taller cada uno tiene sus trabajos. El promedio para hacer un carro es de una semana, “pero hay modelos que se demoran más, entre 15 y 20 días, como los tráileres y los cabezales”.

Cuenta que han hecho réplicas de buses, de chivas, de camionetas... “los buses más pedidos son los de La Reina del Camino y las chivas. Ahora tienen bastante acogida las camionetas Ford F-150”.

Los vehículos tienen un costo que varía entre $ 80 y $ 300, dependiendo de su complejidad. “Tenemos fotos de muchísimos carros, pero si el cliente viene manejando su carro y lo quiere a escala, le cogemos el molde de inmediato y en una semana se lo tenemos listo”, añade Fernando, quien destaca que “con el pasar de los años aprendimos a recibir las indicaciones de mi tío a través de señas”.

Indica el joven artesano que la parte más complicada de fabricar un carro no es la tallada, sino pintarlos. “La combinación de colores es lo que le da el realce al trabajo, ya que una buena pintada ayuda a que los carros queden igualitos a los originales”.

Las maderas con las que se trabaja son laurel y jigua, las que consiguen en el centro de Jipijapa. “Utilizamos serrucho, cortadoras, formones, lijas, goma y clavo; además pintura esmalte”.

Don Jacinto, el padre de River, indica que hay herramientas que les hacen falta en el taller: “dos cepillos, un serrucho, formones, una lijadora y un taladro, con eso podríamos trabajar mucho mejor”, expresa el nonagenario, quien resalta: “Lo que empezó como una pasión de mi hijo ha sido el sustento de nuestra familia por más de 50 años. Él es un ejemplo de que cuando se quiere trabajar, se lo puede hacer”. (I)

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