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Pescadores de Jaramijó dejan la red y apoyan en la reconstrucción

En Jaramijó se construyen obras que han dado trabajo a las personas que estaban sin empleo.
En Jaramijó se construyen obras que han dado trabajo a las personas que estaban sin empleo.
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
01 de octubre de 2016 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

Wilter Vélez viste diferente que meses atrás; ahora lo hace de overol y casco. La ropa con la que salía a pescar la dejó de lado luego del terremoto del 16 de abril. Esa actividad, que realizó desde su adolescencia, ha decaído. Ahora aprovecha para estar cerca de sus familiares, porque “no sabemos cuándo pasará alguna emergencia”.

El manabita hoy es parte de los obreros que construyen la Unidad Educativa Siglo XXI, en Jaramijó. Se está familiarizando con la construcción, que ha reactivado la economía de su hogar, luego de varios meses de estar desempleado.

A poca distancia está Rafael Castro, quien luego del sismo también se quedó sin trabajo. Él colabora en la obra de alcantarillado. Laboraba en una fábrica de procesamiento de pescado cerca del cantón, pero tras el sismo los administradores suspendieron a algunos obreros, entre los que estuvo él.

Rafael se siente a gusto trabajando en la construcción del plantel educativo, donde hay más de 30 obreros de la localidad y cantones aledaños como Manta y Montecristi. En su mayoría eran pescadores o estaban vinculados a las actividades del mar.

Mientras se reactiva la economía del cantón, José Rivera prefiere seguir en las faenas de pesca porque en el mar se relaja y olvida lo triste del 16 de abril.

Sonia Mero Marín, de 41 años, ya dejó la tensión que venía arrastrando desde el terremoto. Decidió retomar, a los pocos días, su actividad artesanal. Desde hace 5 años,  elabora manualidades y también dicta clases.

“Comencé a ofrecer cursos para elaborar artículos navideños. Pese al terremoto, hay una que otra vecina que se interesa por aprender y empezar su negocio”.

La mujer destaca que el oficio mantiene la mente ocupada y le impide pensar en lo que pasó. “Esto me ayuda a relajarme, a olvidarme de las preocupaciones”, dice. Sonia actualmente acompaña a su madre, Rosa Marín, mientras demuelen el tercer piso de su vivienda, que quedó afectada por el terremoto.

Por su parte, Bolívar Benítez, de 50 años, ha encontrado en el muelle pesquero una manera de subsistir. Cuida, por las noches, fibras ancladas. Quiere estar cerca de su familia; por eso, al igual que Wilter Vélez, decidió dejar la pesca (actividad que ejercía desde hace 25 años). “era poco lo que se capturaba, ahora estoy mejor”, dice este jaramijense que trabaja de 18:00 a 07:00.

Desde esa ubicación mira hacia el peñón de Diablo, donde se levantaba su casa, que colapsó con el cataclismo. Está alojado en el parque La Libertad, junto a otras 7 familias que ya no tienen vivienda. Todos los días camina por el cantón. Observa las viviendas que no sufrieron daños con detenimiento. “Veo otras personas que tienen vivienda y yo no tengo; me pregunto ¿cómo me cogiera una así?, nadie me ayuda”.

Recuerda su vivienda, que era de 2 plantas. En el lugar ha levantado un espacio para poner una tienda y ayudarse. Bolívar es muy observador. Así, se concentra en el muelle y su actividad, la que ha sido parte de su vida siempre.

“Es un contraste hay viviendas cuarteadas y otras demolidas”. Esto le causa dolor. Espera que la ayuda del Gobierno también llegue a su hogar, así como a las otras 7 familias que están en el sector.

El alcalde Bawer Bailón destaca que el terremoto dejó a 600 familias damnificadas. Hay una extensión de 30 hectáreas que el gobierno local ha puesto a disposición del Gobierno Nacional, para que levanten nuevos proyectos. “Ya hay un plan para reasentar a 270 familias cuyas casas fueron afectadas”, explica.

Por ahora, en el lugar se construye la Unidad Educativa Siglo XXI y las 11 viviendas del programa ‘Juntos por ti’, de la Organización de las Naciones Unidas.

Los espacios que queden en esa extensión son para el Municipio, que los entregará a familias de escasos recursos económicos, dentro de un plan de vivienda urbanizada a precio popular. Este nuevo sector aún no tiene nombre, pero junto a la comunidad se determinará la denominación. (I)

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