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El Telégrafo
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Los Mero conservan una tradición por 200 años

La banda de pueblo 10 de Agosto viaja a distintos sectores de Manabí. Entona melodías de todo tipo.
La banda de pueblo 10 de Agosto viaja a distintos sectores de Manabí. Entona melodías de todo tipo.
Foto: Leiberg Santos / El Telégrafo
17 de diciembre de 2016 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

Eduardo Mero toma sus baquetas y a la marcación de “un, dos... un, dos, tres”, la banda de pueblo 10 de Agosto de Jipijapa empieza a tocar “con mi burrito sabanero voy camino de Belén...”.

El ritmo proveniente del saxofón, el bajo, las trompetas, los tambores y los platillos contagia a los moradores de la ciudadela Las Acacias de Manta, que a un costado de un árbol de Navidad aplauden y bailan, en el inicio de la novena al Niño Jesús.

Entre esos vecinos está Cecilia de Sánchez, que contrató los servicios de esta banda. Su nombre, 10 de Agosto, hace honor al aniversario de fundación de Jipijapa, así como a las fiestas patronales en honor a San Lorenzo.

La familia Mero ha mantenido la banda por 200 años. La herencia musical ha pasado de generación en generación. El actual grupo lo conforman Lenín Mero, de 56 años, director de la agrupación que también integran sus hermanos Evelin, de 48 años; Rolando, de 45; Byron, de 43, y Eduardo, de 39, además del sobrino, Xavier Mero. Son además parte del grupo los amigos Jhon Cantos y Geovanny Gutiérrez.

Mientras se alista para entrar nuevamente al escenario, Lenín comenta que la agrupación la formó su bisabuelo, Vicente (†). Luego continuó su abuelo, Máximo Mero (†), quien pasó la tradición a su papá, Ramiro Mero (†), hasta que él tomó la batuta, tras la muerte de su progenitor, en 2009.

“Nosotros vivimos de esto. Además nos ayuda a estar bien anímicamente, ya que ver a las personas emocionadas con nuestra música, nos alegra mucho. Por ejemplo, tocar una novena como esta noche acá en Manta es una alegría, porque nos hace remover cosas de infancia”.

Los ritmos de esta banda popular se escuchan generalmente en las iglesias durante las fiestas religiosas. Además, están en la mayoría de los eventos culturales jipijapenses y en ciudades como Manta, Montecristi o Portoviejo.

El día que tocó en Manta (el domingo anterior), Lenín se llenó de nostalgia. “Cada que llega Navidad yo busco un lugar donde llorar, porque yo a la edad de 10 años ya trabajaba en esto de la música. Con lo que ganaba, fui Papá Noel para todos mis hermanos”.

Entre esos recuerdos relata que como eran 9 hermanos, cada mes iba comprando juguetes para darles el 25 de diciembre. “Ahora, por las cuestiones económicas, a veces no tengo ni para mis propios hijos, pero yo hago lo que sea por mi familia”.

Dos de sus hermanos han fallecido. Una de las fans de esta banda de pueblo es Judith Solórzano, mamá de Lenín. “Ella se pone feliz cuando nos oye tocar”, sostiene el líder del grupo, quien además es parte de la orquesta Sabor Latino.

Su hermano Evelin, quien, entre otros instrumentos, toca la trompeta, explica que hay 3 de estas bandas de pueblo en Jipijapa. Antes eran más. La agrupación de los Mero va para largo, porque hay hijos, como los de Evelin, a quienes les gusta la percusión y cantar.  

“Mis hijos se han dado cuenta de que la música es un arte muy bonito, pero que tiene su etapa. Les aconsejo que estudien”, sostiene el hombre, que detalla que todos sus hermanos, al igual que él iniciaron en la música siendo niños.

Todos hacen otra actividad, por ello no viajan a otras provincias. Los ensayos son en el área donde les toca presentarse. Se van hacia un lado y en una breve reunión proponen las melodías basadas en lo que quiere el cliente y salen a entonar el ritmo solicitado.

Entre los integrantes hay amigos, como Geovanni Gutiérrez, quien tiene en esa banda 40 años. “Me gusta tocar. Ellos para mí son como mis hermanos, nos hemos criado en la música”.

Jhon Cantos, de 22 años, que es profesional tocando el piano, entona en la agrupación el bajo. Con la banda 10 de Agosto ha tenido experiencias recorriendo diversos puntos de la geografía manabita.

Cuenta que se siente un Mero más y que vive agradecido con la oportunidad que tiene de tocar con ellos. “Me gusta esto; si esta banda se ha mantenido en 4 generaciones, seguro que no va a morir, porque la mayoría de los hijos de mis compañeros saben tocar”, destaca Jhon, el más joven del grupo y profesor de música en el Centro Cultural de Jipijapa.

Para la mantense Belinda Posligua, estas bandas de pueblo tienen una cultura propia. Indica aquello mientras los Mero terminan de tocar y retornan a Jipijapa, para ir a una nueva presentación. (I)

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