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Los arrozales pintan de verde las zonas bajas de Charapotó

El proceso de secado y desgranado se realiza de lunes a sábado en la piladora Cristo Rey, en Corre Agua.
El proceso de secado y desgranado se realiza de lunes a sábado en la piladora Cristo Rey, en Corre Agua.
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégraf
23 de septiembre de 2017 - 00:00 - Patricio Ramos, corresponsal de Manabí

A los lados de la vía Charapotó-Corre Agua, el verde de las plantaciones de arroz domina la zona del valle del río Portoviejo. El minifundio en la producción arrocera impera en el lugar. Los agricultores poseen de una a 10 hectáreas. Darwin Ordóñez es propietario de 3 ha en las que cultiva la gramínea. La siembra   desde hace 20 años.

A inicios de septiembre, este agricultor sembró semillas del grano en su parcela. Desde entonces se encarga del cuidado mediante la limpieza, abono y fumigación de su arrozal. Ahí proyecta la cosecha para diciembre. La semana del 18 al 22 de septiembre, Darwin se concentra en llevar a la piladora lo de la recolección anterior para secarlo.

El cereal es la base de la economía de 24 poblados de Charapotó. Este producto de ciclo corto se puede desarrollar gracias a la provisión de agua que se succiona desde el cauce del río Portoviejo que, a su vez, es alimentado por la represa Poza Honda ubicada en la parte alta del cantón Santa Ana, centro oeste de la provincia.

Entre mayo y septiembre los campesinos aprovechan para lograr hasta dos cosechas. Es la época de verano, no llueve, se puede trabajar con tranquilidad, susurra Vicente Delgado, residente del poblado de San Bartolo. Las parcelas en ese caserío rodean las viviendas de construcción mixta (madera, ladrillo y cubierta de zinc). Esto es como una Venecia, pero aquí se puede controlar en verano el ingreso de agua a los arrozales, pero cuando llegan las lluvias, como sucedió a inicios de año,  la situación se vuelve catastrófica. Todo se inunda y las pérdidas son grandes, a veces hasta dan ganas de salir y no volver, pero el terruño y la familia nos detienen, detalla Delgado mientras planifica lo que será la próxima cosecha.

Los agricultores de Corre  Agua madrugan para no quedar expuestos a los rayos del sol, por ello empiezan su jornada desde las 05:00. El astro es bravo por eso laborar durante las primeras horas del día es clave para no quedar expuestos a las enfermedades de la piel,  explica Frowen Zambrano, residente del caserío. Cuando tenemos que trabajar a pleno sol especialmente cuando hay que controlar las plagas lo que hacemos es cubrirnos de pies a cabeza. “No queda de otra, es nuestra salud y sobre todo están de por medio los recursos que invertimos para tratar de producir aquí en Manabí”, explica Zambrano.

Los negocios que se derivan de la actividad arrocera están por doquier:   piladoras, puestos de venta del grano ubicados sobre las márgenes de la vía y mecánicas donde se repara el equipo agrícola que se utiliza en las actividades diarias al momento de ingresar a los arrozales.

“Creo que somos bendecidos por Dios, tenemos agua, la tierra que es prodigiosa, pues además de arroz  se cultivan legumbres, hortalizas y frutas”, comenta Fabiola Delgado del sector de La Sequita.

Sitio de visita para turistas

Las zonas de Corre Agua, San Bartolo y La Sequita se han convertido en sitios de turismo de compras de productos agrícolas.

Mariana Lucas vive en Manta y viaja una vez al mes para adquirir un quintal de arroz y de paso lleva frutas. Lucas se moviliza en el vehículo familiar junto a su esposo Santiago. “Es más un paseo, aquí hay un buen grano, consumimos lo nuestro y además ahora están los precios muy buenos, $ 36 el quintal, hay que aprovechar”, asegura Mariana. Para Flor Castro, residente en el cantón Jaramijó movilizarse hacia la zona del valle del río Portoviejo es relajante. Se puede hacer compras de frutas y legumbres y además asistir a los comedores donde en el menú está la deliciosa gallina criolla.

Los clientes también pueden degustar de la gastronomía de la localidad. La venta de morcilla, agua de coco y frutas, como sandía y melón, recién cosechadas se ofertan. Los visitantes comparten momentos con los agricultores mientras realizan sus tareas cotidianas.

Uno de los pequeños inconvenientes en la actualidad es la vía. En sus tres kilómetros aproximadamente hay baches por todos lados. Los conductores deben circular en sus vehículos despacio para preservar el tren delantero de los carros.

Hay que ponerle al mal tiempo buena cara, comenta Fabián Menéndez, un comerciante de ropa que circula de lunes jueves por ese carretero. “La vía Corre Agua acorta el paso para quienes circulamos desde Manta y Portoviejo a Bahía y hacia la zona norte de Manabí”.

José Delgado Zambrano camina en el fango de las plantaciones de arroz en Corre Agua. Mientras se desplaza lanza fertilizantes hacia los arrozales. Lo hace con la mano y no usa ninguna protección, (esa técnica se conoce como boleo) cuenta que desde hace 15 años trabaja de esa forma y gracias a Dios no tiene problemas de salud.  (I)

 

 

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