Ecuador, 19 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

La materia prima llega desde las zonas montañosas del norte de manabí y desde esmeraldas

Las sillas de tijera evocan la identidad montuvia del manabita

En el taller Manzano en Rocafuerte se elaboran docenas de sillas de tijera. Sus fabricantes se sienten orgullosos de mantener la tradición y esperan que continúe.
En el taller Manzano en Rocafuerte se elaboran docenas de sillas de tijera. Sus fabricantes se sienten orgullosos de mantener la tradición y esperan que continúe.
Foto: Rodolfo Párraga / EL TELÉGRAFO
14 de octubre de 2017 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

Rocafuerte.-

El sonido de la sierra de corte retumba en el taller Manzano. En ese local del cantón Rocafuerte, al filo de la carretera (avenida Sucre) que conduce hacia Chone,  las jornadas de labores son vertiginosas de lunes a viernes.

El aserrín ensucia hasta las pestañas de los 5 artesanos que ahí laboran concentrados en labrar las sillas de tijeras, tradición de la campiña manabita.

Abelardo Manzano (55 años), propietario de esta ebanistería, es uno de los carpinteros que ha permitido que la fabricación de los asientos, que evoca la identidad montuvia se mantenga.

En Rocafuerte son pocos quienes siguen con la costumbre de elaborar las sillas de tijera con amarillo y guayacán, maderas duras.

Cuando aún era niño creó su primera silla. El talento  lo heredó de su padre, Modesto Manzano (+), quien le enseñó todos los pasos. Estos asientos eran tradicionales en Rocafuerte y se extendieron a Montecristi, Portoviejo, Santa Ana y otros cantones.

En el tiempo de don Modesto, por los años sesenta y setenta,  surgieron algunos ebanistas que fabricaban estas sillas de tijera. “Rocafuerte llegó a tener más de 30 talleres; a raíz de que entraron al mercado las sillas plásticas, la gente dejó de lado las de madera, esto fue por el año 90”, comenta Abelardo.

Ante la competencia del plástico,  los ebanistas comenzaron a fabricar las perezosas como alternativa para innovar. Mientras Abelardo habla en su taller sus ayudantes circulan una silla de tijera vetusta.

Cuenta que se trata de una silla que diseñó su padre hace más de 30 años y es la que tienen como reliquia en su taller. En el taller, todos son cuidadosos especialmente con los detalles.

Seleccionan la madera según pedido del cliente. Cortan las piezas con la aserradora, luego las seleccionan e inician el trabajo de ensamblaje.

Luego proceden a hacer los huecos por donde irán clavos y perfiles metálicos. Por último con una mano de lija la madera se alisa y listo.  Por lo general una silla de tijera lleva como unas 20 piezas.

Del 2 al 6 de octubre elaboraron 5 docenas de sillas para entregar en La Concordia (Santo Domingo de los Tsáchilas) y en Portoviejo. Además trabajaron asientos pequeños para una fiesta infantil, cuyos organizadores las iban a entregar como recuerdo a los niños invitados.

Los pedidos llegan de varias partes del país. Los asientos en guayacán se venden a $ 15 y de amarillo, a $ 12, la mediana tiene el precio de $ 6 y las pequeñas $ 4.

Las sillas de tijera por lo regular tienen una dimensión de 40 cm de alto y 40 cm el espaldar. Toma un día elaborarlas. Toda la madera que sobra y el aserrín se envían a las ladrilleras.

Abelardo seguirá con la tradición y espera que alguno de sus trabajadores continúe con el oficio. Auxilio Chinga y Juan Pablo Muentes son dos de sus colaboradores.

Ellos ponen mucha pasión y entrega para que las sillas queden bien hechas. “Estos asientos son mejores que los de plástico que se quiebran”, comenta Chinga, mientras Muentes lija los asientos para que queden perfectos.

Frente al taller de Abelardo está la ebanistería Sillas Emblemáticas Manzano que pertenece a su hermano, Miguel, quien se ha dedicado más a exponer la historia de las sillas de tijeras en eventos.

“He estado en Cuenca, Latacunga, Quito y parte de Manabí. Hay ferias que me han invitado”. Con estas exposiciones asegura que las sillas emblemáticas retoman importancia. “Eran los asientos de los bailes, quien no tenía para comprar muebles las adquiría”, indica Miguel. Los hermanos Manzano están íntegramente dedicados al rescate de la silla de tijera y a que no se pierda la tradición.

Miguel hace sillas de tijera en diferentes medidas: para adornos, para niños de 3 años, de 5 años, de “todo tamaño, de acuerdo a la edad”. En la silla de adorno asegura que todos se pueden sentar y lo demostró.

Joselías Sánchez, historiador manabita de 74 años, narra que solo basta ver las sillas tradicionales para regresar a su infancia.

“En la casa de mis abuelos, Luis Agustín Ramos y Natalia Anchundia, que vivían en Montecristi, las usaban. Esas sillas eran reconocidas como las de fiesta y  se las ubicaba alrededor de las paredes”.

Tener una silla era respetabilidad y prestigio. “Había en todos los sectores, en los bailes, en las llamadas ‘polvosas’ (pista de baile ubicada sobre tierra)”.

Las familias iban a Rocafuerte a comprarlas. “Me tocó adquirir una en 3 sucres, eran caras en aquellos tiempos”.

En la década de los setenta fueron reemplazadas por los banquitos en las ‘polvosas’. Concluye que hoy tener una silla de tijera es un lujo, por lo que es historia y tiene un pasado al menos para familias manabitas. (I)

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media