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hombres del mar combinan la actividad

Las manos de los pescadores son diestras para el tejido de hamacas

Elio Anchundia cumplió recién 100 años, de esos ha dedicado 60 a la elaboración de hamacas en tejido nudo. Hoy este expescador celebrará su onomástico.
Elio Anchundia cumplió recién 100 años, de esos ha dedicado 60 a la elaboración de hamacas en tejido nudo. Hoy este expescador celebrará su onomástico.
Foto: Rodolfo Párraga / EL TELÉGRAFO
21 de octubre de 2017 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

Manta.-

Sentado en un banco verde, exhibiendo en su torso una cadena de plata y una llave, Manuel Rodolfo Mantuano, de 88 años, entrelaza las cuerdas de piola de nailon que se convertirán en hamacas.

El octogenario prefiere trabajar en el balcón de su casa de dos pisos, construida al final de un callejón de 70 metros, que está detrás de  la iglesia María Auxiliadora del sector Los Esteros.

En ese espacio, donde la brisa del mar pega con fuerza y refresca el ambiente,  hilvana las hamacas con agujones plásticos de 30 centímetros son herramientas que sirven para reparar sus redes cuando se dañan en sus faenas.

El tejido y la pesca son dos destrezas que intercala muy bien a su edad. Sale a las 05:00 en una canoa a pescar pelágicos pequeños como pampanito y camotillo y en la tarde está en su vivienda, listo para aprovechar el tiempo libre y seguir entrelazando nailon.

Manuel Rodolfo, un hombre muy sonriente que gusta de comer pescado frito, plátano asado y tomar café con leche,  en 3 días elabora  una hamaca de tejido nudo de colores. Las vende en $ 30.

Sus manos son rápidas para el trabajo. Adquirió la experiencia al haber trabajado junto a su padre,  también llamado Manuel, tejiendo las redes.

A los 35 años era tripulante en un barco pequeño. Salía cada dos días a la faena, luego, cada 15 días, y le gustó cada vez más. En esas embarcaciones dejó de laborar a los 60 años, porque en 3 ocasiones su vida estuvo en peligro: naufragó.

Esos terribles momentos lo llevaron a que se decidiera por tejer hamacas, pero no dejó del todo la pesca. Sale cerca de la costa de Los Esteros a faenar por horas.  

Rodolfo compra los cabos para obtener la piola de nailon blanca a los barcos industriales, también los adquiere en almacenes que expenden materiales para pesca. La libra está entre $ 2 y $ 3.

El proceso consiste en ponerla en remojo para que se ablande y luego sacar el hilo. Para obtener color lo tiñe con anilina.

Este oficio ha sido transmitido de generación en generación y ello perdura en la familia Mantuano. De los 15 hijos de Manuel, 4 (Vicente, Richard, Juan y Agapo) tejen hamacas. Ellos reforzaron conocimientos sobre el tejido en los barcos.

En la casa de Manuel, en los cuartos, en las cómodas, en la cocina, en la sala, hay cabos y hamacas listas para ser vendidas. Hasta tiene hamacas de adorno, elaboradas por su hijo, Richard.  

Las hamacas de don Manuel son comercializadas por su hija Isabel en Quito, Ibarra, Santo Domingo, Cayambe y Atuntaqui. Las vende entre $ 50 y $ 60.

A poca distancia del octogenario, en el callejón Buena Fe, Mario Anchundia (41 años) teje hamacas en la pequeña sala de su vivienda. Lo hace muy concentrado. Pone el material sobre un cordel y ahí sin interrumpir su labor avanza.

Elabora dos por semana. Se dedica a esta tarea al salir de su trabajo. Colabora para una empresa dedicada a arrendar redes para barcos en el puerto.

En su exoficio de pescador aprendió a tejerlas. Observaba a sus compañeros en altamar hacerlas en ratos que no había pesca. En uno de sus arribos a tierra decidió hacer la primera. Le salió perfecta y se la compraron. Se motivó a seguir con este oficio.

Él las vende entre $ 100 y $ 150, de acuerdo al tamaño. El tejido es cruzado y llevan bordados en los costados. Mario no tiene necesidad de buscar clientes. A su casa llegan los encargos.

En un mes bueno le quedan $ 200. Asegura que el tejido es  talento heredado por su abuelo, Elio, quien vive cerca, en el callejón María José.

Elio Anchundia, de caminar lento y otrora pescador, acaba de cumplir 100 años el pasado 17 de octubre. Todavía teje las hamacas de nudo. Se sienta en el portal y ahí hace hasta 5 al día cuenta su nieta, Diana Cervantes. Las oferta entre $ 3 y $ 8.

Aunque ya no escucha bien, Elio narra que lleva 60 años tejiendo hamacas. Avanza hasta su tienda y muestra todo el trabajo realizado. Hoy espera el festejo de su onomástico.

En Manabí las hamacas se tejen en Machalilla, Puerto López, Puerto Cayo, El Matal y Sucre. (I)

Manuel Mantuano hace hamacas que son vendidas en distintas partes del país. Su producto cuesta $ 30. Foto: Rodolfo Párraga / EL TELÉGRAFO

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