Al ritmo del pasillo ‘La Tejedora Manabita’, Maritza Posligua, de 60 años, rememora aquellos tiempos cuando era tan solo una adolescente y las canas no pintaban su cabello como en la actualidad. Sus ojos están fijos en la banda de pueblo que interpreta la canción... los recuerdos van y vienen en su mente.

“Tenía 13 años cuando escuchaba tocar a estos grupos musicales, mi familia los contrataba para eventos especiales”, dice Maritza, oriunda de Picoazá, parroquia portovejense que tiene entre sus tradiciones a las bandas de pueblo.

Martín Vera, de 46 años, sostiene que las bandas musicales son parte de la cultura local. “Estas manifestaciones artísticas son de siempre. Mis abuelos (Filemón Vera y Rosa María Vera) me decían que con las orquestas ellos bailaban y así se enamoraban. Esa costumbre sigue viva”, comenta.

Cuenta que desde pequeño ganaba concursos de baile que se realizaban en Picoazá. “Era campeón desde los 8 años”.

Indica que las bandas siempre están presentes en festividades como la Bajada del Niño Dios, en fiestas patronales y velorios, “pero son más escuchadas en las fiestas de San Pedro y San Pablo”.

Entre las agrupaciones más populares están la San Francisco y Santa Cecilia. “Estas bandas dan alegría; con una música romántica, merengue y una salsa bien tocada usted se mueve”.

Para Martín, que es el dirigente de la Junta Cívica de la parroquia, este tipo de bandas “nunca van a morir, más bien se está incrementando, se están sumando desde los niños y adolescentes que harán que no se pierda esta tradición”.

El músico Francisco Palma es el director de la banda San Francisco, que fue creada en el sector Milagro de Picoazá hace 3 años. Ocho vecinos integran el grupo y tocan instrumentos como el saxofón, la trompeta, el trombón y la percusión.

“Formé una banda de pueblo porque tengo un hijo (Francisco, de 15 años) que toca trompeta, para que algún día coja la batuta. Él seguirá adelante en la banda y estoy seguro que no la dejará caer”.

Expresa que ofrecen shows tanto en la localidad como a escala nacional. Palma cuenta que son fijos en fiestas de San Pedro y San Pablo en cantones como Manta, Montecristi, Jaramijó y en Portoviejo.

El valor establecido que tienen estas bandas es de $ 300 a $ 400 (por día), dependiendo del lugar donde vayan a tocar. Entre los contratos que tienen para los próximos meses están en Machallilla (Puerto López), San Mateo, El Aromo y San Juan de Manta.

También es parte de esta agrupación Abraham Tejena, quien tiene 35, de sus 65 años, como músico. Coincide con Francisco en que estas bandas son más escuchadas en las fiestas de Pedro y Pablo. “Terminan las fiestas el 30 de junio y por ahí se firma un nuevo contrato para tocar al siguiente año”.

Cuando no hay contratos, Abraham se dedica al comercio. “Yo vendo antenas, controles para TV pilas y más. Me voy a Manta, Chone y Santa Ana a recorrer”, expresa este hombre que trabajó además en las orquestas Los Selectos y Onda Juvenil. Para él, las bandas de pueblo van de largo. “Esto no va a morir, porque vienen nuevas generaciones que aman mucho la música”.

En el grupo hay 2 adolescentes: Martín Rivas y Francisco Júnior Palma (hijo del director). Martín toca el güiro. “La música es mi vida”, menciona el chico, que trabaja y estudia.

Francisco hijo cuenta que una de las canciones más especiales para él es ‘El Pescadito’, porque es la primera que aprendió a tocar.

La banda de pueblo Santa Cecilia, dirigida por Diógenes Cedeño, tiene 16 años. Uno de sus integrantes es Segundo Pin, de 70 años, quien resalta que es apasionado por las bandas de pueblo desde muy joven. “Cuando estaba pequeño, una de las bandas era la María Asunción. Fue un sueño cuando empecé a tocar ahí”.

Diógenes Cedeño viene de una familia de músicos, por lo que formar esta banda era su anhelo. Previamente estuvo en orquestas en el resto del país como Los Celestiales, Agrupación Cuatro y Onda Juvenil.

“A mi papá, Pedro Cedeño (†), le gustaba tocar en la banda Santa Cecilia y yo la rescaté. Por aquí han pasado 3 generaciones”. También es parte del grupo su hijo, Michael Cedeño. Cuentan con trompeta, trombón y saxofón, “lo suficiente para una banda de pueblo”, añade. (I)