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Las bajas temperaturas actuales dificultan la crianza del crustáceo

La reactivación de camaroneros empezó 2 días después del 16-A

El camaronero Néstor Cuadrado indica que el terremoto desniveló sus canales y dañó sus bombas.
El camaronero Néstor Cuadrado indica que el terremoto desniveló sus canales y dañó sus bombas.
Foto: Leiberg Santos / El Telégrafo
22 de octubre de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Manabí

Pedernales.-

El terremoto le causó el aumento de presión arterial a Querubín Hidalgo, lo que le generó un fuerte dolor de cabeza. “Ni sabía cuánto tenía de presión, parecía que me iba a morir ahí mismo”, cuenta este trabajador de la camaronera de la familia Cuadrado, ubicada en la vía a Playa Paraíso, en Jama.

El susto del siniestro no fue lo que más exaltó a Querubín; cuenta que luego del movimiento, de inmediato vio las piscinas productoras de camarón. Observó partiduras, las bombas dañadas. “Había caído tierra al río y casi quedo tapado”. Su dolor de cabeza aumentó cuando quiso pasar para Jama y no pudo.

“Lo primero que hicimos ese día fue tratar de recuperar la cosecha pero no se pudo, todo se perdió”, indica Néstor Cuadrado, uno de los propietarios de la camaronera, que abarca 300 hectáreas.

Ambos recuerdan que el trabajo fue toda la madrugada. Los canales colapsaron y no hubo forma de sacar los crustáceos. “Los canales de pesca se perdieron, no pudimos pescar nada, las pérdidas fueron del 80% de la producción”.  

“El suelo se movió totalmente, descuadró todo. Hubo que poner tierra aquí y sacar de allá. Todo esto lo hicimos desde el segundo día del terremoto con maquinaria pesada”. Una retroexcavadora aún realiza trabajos de nivelación en el lugar.

Este productor indica que el negocio ya está activo, pero que el clima actual impide que el repunte sea óptimo. “La temperatura está a 23° y eso nos complica, ya que el camarón necesita estar a 30°. Con una buena temperatura se cosechan hasta 14 quintales, pero como estamos, ahora solo 8”.

Christian Fontaine, presidente de la Cooperativa de Productores de Camarón de Pedernales (Cooprocam), destacó que los días más duros posterremoto fueron los 5 primeros. “Ahí todos los trabajadores se fueron, no hubo producción”.

Destaca que la recuperación ha sido bastante rápida. Indica que hay alrededor de 1.000 hectáreas que no están operativas, “pero la industria, en general, está activa”.

Entre los gastos más comunes, resalta que “un equipo de bombeo puede costar $ 15.000 y armar una casa, $ 5.000”. Acota que Pedernales se ha reactivado económicamente gracias al sector camaronero, que registró pérdidas de producción de $ 10 millones por el 16-A.

“El Producto Interno Bruto de Pedernales depende en el 90% del camarón. Eso mueve al tricimotero, a dueños de restaurantes, a vendedores de la calle. Además, da 20.000 empleos directos”, manifiesta el dirigente sobre el negocio camaronero, que inició a mediados de los setenta en la localidad.

Desde Bahía de Caráquez hasta el sur de Esmeraldas, dice Fontaine, hay alrededor de 600 camaroneros, con cerca de 22.000 hectáreas productivas.

Fontaine, quien perdió alrededor de $ 50.000 en sus 30 hectáreas, asegura que el precio del producto no varió con el terremoto. “Se mantuvo entre $ 1,80 y $ 2 la libra del camarón mediano”.

José Antonio Camposano, presidente de la Cámara Nacional de Acuacultura del Ecuador, expresa que el 60% del sector ya está activo. “Se registraron afectaciones en el 70% de fincas, entre daños totales y leves”. Para la reactivación total del sector camaronero, Camposano destaca que se necesitan $ 10 millones para la parte productiva y $ 40 millones para las reparaciones estructurales de las piscinas afectadas, así como bombas, canales de riego, casas, entre otros.

Anualmente, la zona norte de Manabí (desde Bahía de Caráquez) exporta un promedio de $ 180 millones en camarón. Sus principales clientes son Estados Unidos y Europa. Esto significa alrededor del 6% de la producción nacional. (I)

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Terrenos son concesionados

Falta de garantías dificulta el acceso a los créditos

Cuadrado asegura que ha invertido más de $ 500.000 en los arreglos de las 300 hectáreas de la camaronera de su familia, entre bombas, canales de riego y piscinas. “Sí recibí un crédito, de $ 60.000, pero eso no cubre todos los gastos que se han realizado”, expresó el empresario, quien acotó que debería haber mayores facilidades para los productores.

Al respecto, Camposano explicó que uno de los impedimentos para que los camaroneros accedan a créditos es que varios de ellos no son dueños de las tierras donde tienen sus sembríos. “Esos espacios son territorios de playa y bahía concesionados por el Estado”.

Indicó que en 2015 se extendieron los plazos de concesión; anteriormente eran a 10 años y ahora son de 20. “Esto ayuda a que los productores puedan planificar a largo plazo”. Los precios fluctúan entre 15 y 150 por hectárea.

El funcionario indicó que los camaroneros, al no ser dueños de las tierras, no tienen garantías suficientes para aplicar a los créditos que otorga el Estado. Esta situación, acotó, es debido a que “en Manabí y Esmeraldas están muchas de las camaroneras más pequeñas del país”.

“Buscamos crear mecanismos para que los productores accedan a los créditos. Hay que buscar una forma de ayudarlos, el terremoto hizo evidente este problema y hay que buscarle una solución efectiva”, destacó Camposano.

Entidades como BanEcuador y la Corporación Financiera Nacional han otorgado créditos al gremio camaronero. En julio pasado, la CFN dio préstamos por $ 1,2 millones al gremio, pagaderos a 7 años, incluido un año de período de gracia, con un interés anual del 7,5%. Además, la entidad refinanció deudas anteriores de los productores. (I)

José Antonio Camposano de la Cámara de Acuacultura de Pesca. Foto: William Orellana / El Telégrafo

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