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La pesca deportiva gana más adeptos en Manabí

Lugares como Barbasquillo y San Mateo de Manta son precisos para desarrollar la pesca.
Lugares como Barbasquillo y San Mateo de Manta son precisos para desarrollar la pesca.
Foto: Leiberg Santos / El Telégrafo
01 de abril de 2017 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

La tabla de marea es observada minuciosamente por Hugo Mendoza, de 46 años. Busca en internet qué día habrá pleamar. Descarga las indicaciones que encuentra para mostrarlas a William Clarke, Franklin Dender y otros amigos más. Con ello, todos acuerdan verse en algún sitio de Manta o Jamamijó, para una nueva jornada de pesca deportiva, tanto en las piedras escolleras como en la orilla del mar.

Aseguran que realizar esta actividad es relajante. Sumado al arte de pesca y al equipaje llevan  música, café, roscas, agua y bebidas gaseosas. Son más de 4 horas las que pasan esperando a que los ejemplares piquen.

Hugo, comerciante de mariscos y dueño, junto con su esposa, de un restaurante, lleva 30 años ejerciendo la pesca deportiva. Comenzó en Cojimíes de donde es oriunda su esposa.

Su gusto por la actividad despertó cuando era adolescente (14 años). “Estoy viciado con esto”, refiere mientras sostiene con firmeza la caña de pescar.

El domingo tuvo una de esas jornadas con amigos en San Mateo, de 11:00 a 15:00. Dialogaron de temas, de espigones y muelles, en el momento que buscaban capturar especies. Cogieron 3 muricos, 2 pargos y unos bagres. Salieron contentos de compartir.

Aparte de San Mateo, Mendoza y sus amigos realizan pesca deportiva en playas de Jaramijó como Punta Blanca y Balsamaragua; además de Santa Marianita, San Lorenzo y por el sector de Barbasquillo de Manta, especialmente donde están los espigones.

 Las capturas son mejores en verano que en invierno, destaca Mendoza; “porque hay más pescados y es más fácil atraparlos; pero igual se pesca todo el año”.

Tres especies predominan

El más experimentado del grupo es William Alexis Clarke, oriundo de Cojimíes (cantón Pedernales) y que habita en Jaramijó desde hace 38 años. Cuenta que empezó a pescar porque buscaba un pasatiempo que lo relaje y lo vincule al mar.

“Estar en la casa a esta edad a  uno lo envejece más. La pesca que realizamos es un deporte relajante, quita todo el estrés y lo podemos hacer entre amigos”, menciona el hombre, de 63 años.

William asegura que nació con un anzuelo en la boca, “me apasiona lo que hago”. Cuenta que en las faenas escogen los pescados que llevarán a casa y los que no son de su agrado los devuelven vivos al mar. “Nosotros no los matamos, pensamos en las futuras generaciones”.

La caña que usa para pescar se la trajo su hermano desde el exterior. Aprendió su técnica desde pequeño y ha desarrollado un par de mañas con los años. Esa experiencia es admirada por sus compañeros de capturas. Aseguran que William es un maestro para ellos.

 “Para mí, no es una pelea desigual; si el pez lucha por su vida, se libera, y si yo lo traje, la satisfacción es mía de haberlo pescado. Eso es lo bonito de esto”.

Las especies que más capturan son el pargo, la corvina y el bagre. Franklin Dender es otro de los practicantes de la actividad. Lo que captura no siempre va a parar a sus ollas. A veces regalan lo obtenido a familias de escasos recursos económicos. Asegura que en el grupo son solidarios.  Él también es de Cojimíes, pero radica en Manta.

La pesca que realizan es de cuidado. Ha habido accidentes como lo destaca Hugo. Hay quienes se han caído en las piedras escolleras.  “Nosotros tenemos precaución, por eso usamos botas”.

La indumentaria que usan van de acuerdo a este deporte, pues también se colocan capuchas para evitar los rayos solares y gafas. Incluso en las noches, Clarke se ubica en la frente una linterna minera, pues la faena suele continuar al caer la tarde.

Este grupo ha tenido reuniones para hablar sobre la creación de un club para en un futuro realizar competencias en Manta. El grupo es abierto, solo se necesita tener la convicción de hacer una pesca responsable.

Coinciden en que en puertos pesqueros artesanales podrían realizar  bien la actividad. Para ello requieren acceso. Están dispuestos a pagar por el ingreso, con tal de ejercer lo que tanto les gusta.

Mientras esperan que se dé su pedido, siguen viendo la tabla de mareas y definiendo en qué localidad manabita será su próxima cita para pescar. (I)

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