La semana se le hizo eterna. Kabiel Moreira, de 9 años, estaba ansioso de surcar el firmamento por primera vez, luego de conocer que sería parte de los vuelos del programa Alas para la Alegría, que organiza el Ala de Combate # 23.  

Cuando llegó el día, no lo podía creer; sentía cosquillas y se puso más nervioso cuando abordó el avión Caza 295. El militar Wilson Gualotuña, del equipo de vuelo,  conversaba con él para que se relajara y disfrutara con sus otros acompañantes del paseo.

Kabiel conocía de vuelos solo por televisión e internet, así como por sus aviones de juguete. “Me gustan los juegos de aviones, me hacen tranquilizar”, dijo el niño durante el vuelo, que duró 20 minutos.

El menor fue parte de la nómina de 360 niños de Salud, Educación y Recreación (SER) del Miraflores, 20 de Mayo, Ceibo Renacer y Los Esteros, además de la biblioteca que avala el Gobierno local. La mitad de los menores estuvo en albergues oficiales, tras perder sus familias el lugar en el que habitaban, después del terremoto del 16 de abril de 2016 y ya fueron reubicados.  

El capitán Luis Cobos, jefe del departamento de Comunicación Social del Ala de Combate # 23, dice que esto es parte del compromiso que tiene la institución con la sociedad “y más que nada contribuir al desarrollo de la misma”.  

Cuenta que el evento gana espacio con el transcurso de los años. “Al principio era dirigido a niños que identificábamos; ahora se pide ayuda a la municipalidad, para que nos ayude a identificar con mayor exactitud niños que realmente necesitan y desean cumplir este sueño”.

En total, hubo 5 vuelos, cada uno de 20 minutos. Aparte de esta actividad, los pequeños disfrutaron de un show de canes amaestrados, que son ocupados para operaciones militares; también se presentaron actores personificando a Los Vengadores.

Entre  los niños que volaron estaban integrantes de la escuela municipal de fútbol Nueva Esperanza (39 en total). Lideraba el grupo el entrenador José Zamora, quien manifiesta que de esta experiencia los chiquillos nunca se olvidarán. Él también voló por primera vez.

Ariel Andrade, uno de sus pupilos, explica que la jornada fue interesante. “Estoy emocionado, porque aparte de volar, hemos visto los perros y compartimos entre amigos toda una mañana”.

Mientras los miembros de la Fuerza Aérea Ecuatoriana decían que abrocharan sus cinturones, Leonardo Santana, de 12 años, dio un grito de emoción, como varios de los menores que estaban en el avión. “Después del despegue se nos fue todo el miedo, fue algo muy lindo para mí, inolvidable”.

Durante el vuelo, Jesús Tomalá, de Ceibo Renacer, se quedó impresionado al ver de cerca las nubes a las que contemplaba desde tierra minutos antes de partir. “Parecía que las tocábamos”.

Explica que estando arriba, el avión hacía pequeños descensos que los hacían gritar de emoción. “Quisiera repetir el vuelo”.

Jesús comenta que vio todo Manta y, además, avanzaron hasta Portoviejo.

Karina Suárez, trabajadora social del patronato, estaba atenta de los pequeños y destaca la labor del Ala de Combate. El próximo evento de Alas para la Alegría será en octubre.

A la par de la actividad se desarrolló en la clínica de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, Alas para la Salud, campaña gratuita contra el cáncer de mama. (I)

Los pequeños, como Kabiel Moreira, disfrutaron de un vuelo por Manta y Portoviejo, dentro del programa Alas para la Alegría. Foto: Rodolfo Párraga /EL TELÉGRAFO