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Épocas marcan la realidad de peluqueros en Manta

Julián Bermúdez, uno de los peluqueros de antaño, dice que este oficio no se extinguirá.
Julián Bermúdez, uno de los peluqueros de antaño, dice que este oficio no se extinguirá.
Fotos: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
14 de enero de 2017 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

La tendencia que impusieron The Beatles continúa arraigada en los pensamientos de Julián Bermúdez (69 años). Pero él la rememora de manera diferente a cómo tal vez lo harían otros fans de la famosa banda inglesa de pop/rock.

Con el ‘cuarteto de Liverpool’ llegó el look de la melena (cabello largo) para los hombres, lo cual incidió en que algunos peluqueros de Manta renunciaran a su actividad ante la escasez de clientes.

Julián es un peluquero local que sobrellevó la época y que se ha mantenido en la actividad en su negocio, la Peluquería Secret Dream, ubicada en la calle 13.
“Antes de que se imponga esa moda los caballeros se cortaban cada 8 o 15 días el cabello. Les gustaba andar elegantes desde niños hasta adultos, pero todo varió con esa moda”.

En ese tiempo había más de 60 peluqueros. “Ya peluqueros como yo no hay muchos. No creo que lleguemos a 6”. Cuenta que hay uno en Santa Martha, otro en el Mercado Central y otro en Tarqui.

“Los otros han muerto”, detalla el hombre que viste elegante —como lo ha hecho siempre— para recibir a sus clientes.  

Manta vivió el boom de los peluqueros desde los años setenta hasta los noventa; al entrar a los 2000, la juventud empezó “con los famosos grafos (cortes con diseños)”.

Julián, con 55 años en el oficio, fue trabajador de una reconocida peluquería Las Gardenias, de Gonzalo Tapia. Cortó el cabello de exalcaldes, comerciantes y exportadores. Las tijeras y navajas cambiaron por las máquinas eléctricas en los setenta, recuerda Julián.

Bermúdez, oriundo de Bachillero pero residente de Manta desde hace 52 años, señala que actualmente hay una gran cantidad de peluquerías/ barberías abiertas, pero no todas pertenecen a personas de la localidad, sino también a ciudadanos de otras provincias y hasta a extranjeros.  

“Lo que antes no quería aprender la juventud ahora sí lo quiere saber, pero porque vino esta moda de los grafos y la gente se corta el cabello seguido”.

Entre los clientes de Julián hay empleados, maestros de colegio y otros. Cada corte cuesta $ 5.

“Hago el corte tradicional”, señala el hombre que también está ingresando al negocio de la medicina natural, y agrega que la peluquería no se va a extinguir.  

En la avenida Ascario Paz, sector del barrio Umiña, Luigi Guevara (30 años), propietario de La Barbería atiende a su clientela. Es uno de los jóvenes que les hace la venia a los expertos de antes. Quiere trabajar como se hacía en peluquerías de antaño, es decir, usar navaja afeitadora.

“Quiero implementar esa herramienta porque no irritaba el rostro y dejaba la barba más definida”. Luigi cambia el look de clientes de  3 años en adelante; es muy cuidadoso y esteriliza siempre todos sus utensilios.

“Los jóvenes son los que más buscan los grafos porque están pendientes del fútbol”. El precio del  corte es de $ 5. Ese valor incluye el perfilamiento de las cejas y alguna raya o dibujo pequeño.

Estima que en Manabí hay más de 100 colegas. Aprendió el arte hace 5 años. Su tutor fue Renzo Pilay. En Quito trabajó en peluquerías de extranjeros, de ahí le surgió la idea de entrar en el negocio.

En su local se hace diseño de barba, depilaciones, corte de uñas y limpiezas faciales.

El colombiano Daniel Ramírez (28 años) de la Barbería Boston  lleva 3 meses ejerciendo su profesión de peluquero en el lugar.

Llegó a Manta para trabajar en otras cosas, pero como al Ecuador —dice— apenas están llegando los cortes modernos (grafos y dibujos)  decidió ejercer lo que sabe.

“En Colombia la competencia es grande, el nivel es más alto”. Tiene clientes desde los 5 años hasta los 40. Afirma tener mucho respeto por  los peluqueros de antaño.

En un corte sencillo el promedio de tiempo que ‘se tira’ es 25 minutos, cuando el cliente quiere dibujos se puede tardar más de una hora.   

Darwin Dota, quien maneja este negocio es lojano y cuando arribó a Manabí, notó que es una de las provincias donde habita gran cantidad de gente con barba. Para él, esa es una de las claves para atraer clientes.

“Manta es buena plaza de trabajo. Mi negocio es acondicionamiento físico, pero hay que ajustarse con una plaza y por eso tengo la peluquería”. Al igual que su compañero tiene gran respeto por los barberos/ peluqueros de antes.

“No podemos decir que el nuevo tiene algo diferente al antiguo, al contrario, actualmente están saliendo tendencias de peluqueros de antaño para sumarlos a los nuevos estilos”.   

El mantense Carlos Macías prefiere las barberías de ahora para estar a la moda, mientras que Yuber Echeverría opta por las peluquerías tradicionales. (I)  

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