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El batido de ojo de vaca y bola de toro, la especialidad de Ramón

La venta empieza a las 06:00 y antes de las 08:00 ya se han terminado los ojos.
La venta empieza a las 06:00 y antes de las 08:00 ya se han terminado los ojos.
Fotos: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
03 de diciembre de 2016 - 00:00 - Mario Rodríguez Medina

Con un plato de estofado de albacora en mano, José Coronel se dirige hacia el puesto de Ramón Barreto, quien lava el vaso de una licuadora después de haber despachado un jugo de aguacate.

Es la calle 12 de la bullanguera Manta, y cuando son las 06:20, el comercio a las afueras del mercado central (están arreglando la estructura tras el terremoto) es movido.

José cuenta que el pescado es alimento, pero que le falta el complemento del jugo, uno que solo Ramón prepara en Manta. Se trata del batido de ojo de vaca y bola de toro, un brebaje exótico que a más de uno le parece desagradable, pero que a quienes lo consumen les significa una dosis extra de energía.

“Póngale aguacate, borojó, leche, 2 ojos y la bola”, dice José, un comerciante de ropa de 61 años, que desde hace 6 es cliente de Ramón, entre una y 3 veces por semana.

Desmiente este hombre que el batido sea afrodisíaco, como dicen las personas, “pero sí da mucha energía, es bueno para el cerebro y para recuperarse de la mala noche”.  “Me despierto todos los días a las 04:00 y este jugo ‘me pone once”.

Otro de los clientes de Ramón es Galo Gabriel Vargas, vendedor de productos choneros, a quien conoce desde que era un niño. “Yo empecé a vender aquí con mi papá, y desde niño conozco a Ramón. Me hacían tomar el batido completo para crecer fuerte y aquí estoy, con harta energía”.

Galo, quien muele maní desde muy temprano, siempre ha tenido su local junto al de Ramón, por lo que es uno de sus clientes más fieles. “No siempre le pongo ojos, pero casi todos los días me tomo de sus jugos”.

Contrario a José y Galo Gabriel, Ítalo Hernández, supervisor del mercado, nunca ha tomado el batido de ojo de vaca. Sí ha tomado jugos ahí, pero solo de frutas y leche.

Al acercarse a conversar mientras Ramón es fotografiado para esta nota, Ítalo se decide a probar el batido. “Lo quiere con papaya”, dice con determinación.

Ve cómo Ramón hace un corte al ojo y exprime una materia gelatinosa, transparente. Cuando recibe el vaso del batido, es como cualquier día. “Nunca había probado la mezcla, pero hoy me atreví. No sabe a nada raro, ojalá me dé energía por el resto del día”.   

Ramón cuenta que empezó a hacer este tipo de batidos cuando un cliente le pidió la mezcla, hace más de 30 años. “Él mismo los trajo y yo le puse. Ahora, todos los días me traen ojos y bolas a vender y mis clientes hasta los dejan separados de un día para otro”.

Los días que más brebajes con ojo vende son los sábados, entre 15 y 20. De martes a viernes son de 10 a 13 los clientes que piden su bebida especial.  

“Algunas personas han venido débiles y este batido les ha hecho bien, porque es pura vitamina. También tengo batido de hígado con mora, que es bueno para la anemia”.

Él también toma de sus preparados, “pero no todos los días. Cuando se toma uno, hasta sueño le da, porque se paso de vitaminas”.

Antes de las 07:30, ya no hay ojos de vaca, pero sí muchos jugos por vender, la variedad frutal da para que el puesto de Ramón tenga actividad hasta más de las 12:00. (I)

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