Gonzalo Calderón (57 años) saluda con garbo. Montado sobre su asno lleva yerba para alimentar al animal, que es su medio de transporte a la hora de labrar la tierra. A diario asciende a las montañas y desde ahí ve todo Pacoche y el verdor de la naturaleza, lo que lo llena de paz.

Una camisa manga larga y pantalón protegen su cuerpo del clima, que a diferencia del calor de la urbe mantense, es frío. Ese microclima da para que la zona sea hábitat de un sinnúmero de especies terrestres y aves.  

Contar con un bosque a pocos kilómetros de la casa es su orgullo, al igual que para los demás comuneros de Pacoche —localidad perteneciente a la parroquia Santa Marianita, zona rural de Manta—. Gonzalo ya perdió la cuenta de las veces que ha recorrido el lugar, ingresando por el Sendero del Mono.

En su mente está grabado el sonido que hacen los monos aulladores. En el lugar también hay guacharacas, ardillas, culebras, armadillos, guantas... además de varias especies de aves, entre ellas perdices. Del mismo modo, árboles como la caña guadúa, matapalo, higuerón, el mangle, la guaba y más. 

“Encontrarse a turistas en el lugar nos alegra, porque sabemos que luego van a comentar a sus ciudades lo hermoso que es el bosque y sus alrededores”, expresa el hombre, que está dedicado a la agricultura.

Ama la zona por su tranquilidad. En su lento caminar, este pacochense indica que en el sitio hay cultivos como café, caña dulce, aguacate, guanábana,  guayaba, zapote, entre otros.

Por el momento, Gonzalo trabaja los cafetales en sembríos como lo hace la mayoría de personas de la zona. Augusto Chóez (88 años), jipijapense que se radicó hace varias décadas en la comuna, siente que ahí se vive en un buen ambiente.

Isabel Montalbán indica que las visitas son más frecuentes los fines de semana y además también van de paso por el museo Pacocha, lugar que difunde la historia de la cultura local. “Aquí es muy lindo”, dice la mujer, mientras se escucha el sonido de los olleros (pájaros).

La turista Daniela Medranda afirma: “Esta es la Sierra de Manta, por ser fresco”. La joven sostiene que el bosque debería ser más promocionado. “Venir es una experiencia inolvidable para aquellos que nos gusta la naturaleza y la aventura, es un lugar que enamora”.

Pacoche tiene en Carlos Chóez (53 años) a su representante. El dirigente  de la comuna habla un poco de historia del sitio que es una zona de montaña que le dio vida a Manta a través del agua.

“Por primera vez el cantón tuvo agua entubada procedente de este zona, después ya vino Casa Lagarto, de Santa Ana”.

Desde 2008, el sitio (5.045 ha de bosque húmedo tropical y de bosque seco tropical) pasó a ser parte del Refugio de Vida Silvestre Marino Costera Pacoche.

“Por estar dentro de un área protegida, los comuneros debemos mantener y respetar los lineamientos que da el Ministerio del Ambiente. Dentro del plan de manejo se permite el monocultivo”, expresa Chóez.

En la comuna también hay un sitio histórico-cultural, el de las tumbas, que está detrás del comedor Reencuentro.

En la cabecera de Pacoche se asientan 137 familias; en la vía se han puesto negocios con estructura amigable al ambiente, para que quienes visiten disfruten de la gastronomía como el caldo y seco de gallina criolla y bollos.

Chóez tiene el proyecto de conectar una vía directamente de la cabecera comunal hasta la playa de Ligüiqui.

“Hemos pedido a la Prefectura que nos ayude con ese proyecto, para entrelazar la vía con playa, lo que es museo, lugares como avistamiento y el bosque, con el fin de hacer un paquete turístico completo”.

El dirigente de la parroquia Santa Marianita, Leonardo Alonzo, indica que este año el GAD hará obras de vías, aceras y bordillos.  (I)