Comunicativa, amable, risueña, pero sobre todo laboriosa, es como describen aquellos que conocen a Sor Mónica Guilcaso (foto), quien trabaja en el Hogar de Ancianos del Instituto Estupiñán de Latacunga.

“Moniquita lidera todas las actividades al interior del centro. Coordina con alegría y entusiasmo todos los días las atenciones y terapias que se brindan a los adultos mayores, su pasión es tal que la hemos apodado la ‘madre Teresa’ ecuatoriana”, dijo Tania Villavicencio, ayudante del Hogar de Ancianos y amiga de la religiosa.

Es oriunda del cantón Pujilí en Cotopaxi, tiene 44 años, y lleva cerca de 2 décadas siendo parte de la orden Hermanas de la Caridad. Durante este tiempo ha prestado sus servicios pastorales y ayuda social en Guayas, Imbabura, Pichincha, siempre vinculada estrechamente con niños y ancianos.

“Ayudar a los más débiles es una forma de expresar el amor de Dios, y practicar lo que se predica”, es una de las frases que Mónica repite a diario con sus conocidos y amigos. “El Hogar de Ancianos se mantiene por autogestión, gracias al Señor los cotopaxenses son gente muy generosa, aunque de a poco la ayuda llega cada mes”, manifestó la religiosa, quien lleva cuatro años al frente del centro.

Sor Mónica es feliz siendo parte de la orden Hermanas de la Caridad, aunque de joven no estuvo entre sus planes serlo. “Se vinculó a la congregación con más curiosidad que convencimiento, pero en el camino descubrió en su alma  la necesidad de servir a los demás, le resultó difícil dejar a sus padres y hermanos pero encontró una verdadera familia en la orden. Definitivamente tiene vocación, ama lo que hace, además siempre es atenta y colaboradora”, manifestó la periodista Adriana Sanmartín, quien mantiene una estrecha amistad con Mónica. Al igual que ella, miles de cotopaxenses la admiran por su entrega y altruismo. (I)