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El Telégrafo
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Sigchos, primer productor de vino mortiño en el país

Gracias a una segunda inversión de la prefectura de $ 40.000, el proceso artesanal se industrializará.
Gracias a una segunda inversión de la prefectura de $ 40.000, el proceso artesanal se industrializará.
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
25 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Ciudadanía

En 2010 nació uno de los más ambiciosos anhelos de los agricultores del cantón Sigchos, en Cotopaxi: producir vino de mortiño, un producto abundante en esa ciudad.

Siete años después el sueño se cristalizó con la apertura de El último inca, nombre que un gremio de productores de la comunidad Quinticusig le dio al vino que en la actualidad se elabora.

En un principio recibieron apoyo y asesoría del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Diecisiete socios iniciaron el proyecto, y más adelante se sumaron más productores del cantón, hasta consolidar un nutrido grupo.

Actualmente la asociación la integran 21 agricultores que hace pocas semanas recibieron de la Prefectura de Cotopaxi, la planta para la fabricación del producto, en la que se invirtieron cerca de $ 62.000. Según Hernán Ulloa, técnico de la institución, la infraestructura es una de las más modernas del país.

En la siguiente etapa del proyecto, agregó, se ha destinado una nueva partida presupuestaria valorada en $ 40.000, para la adquisición de  equipos que potenciarán la elaboración del vino. Dejarán el sistema artesanal y entrarán a una fase semindustrial.

Los veintiún socios son los beneficiarios directos del proyecto. Además personas de la localidad laborarán en la producción y entrega del fruto, así como en el transporte y la comercialización del vino.

Proceso de elaboración

Mercedes Catota, una de las socias y responsables de la producción, explicó que una vez cosechada la fruta pasa por cinco procesos. “Primero se la muele, luego se mezcla con agua (1 litro de agua por cada libra de mortiño). Después inicia la etapa de endulzado y se espera la fermentación, finalmente se envasa el producto para su comercialización”, explicó la productora.

Catota acotó que el vino es expendido en las ferias ciudadanas y exposiciones que organiza el MAG, dentro y fuera de la provincia. Lo mismo ocurre con las mermeladas que se elaboran con frutos y más vegetales cultivados en Quinticusig.

Por su parte, Luis Lutuala, también miembro de la asociación, destacó la importancia del asesoramiento técnico y demás apoyo que recibieron de la prefectura y del Ministerio de Agricultura.

“La construcción de la fábrica es un sueño hecho realidad, también la entrega de recursos económicos para la adquisición de modernos equipos consolida el desarrollo microempresarial de nuestro cantón”, destacó el productor.

Otra de las estrategias para el éxito de esta iniciativa es haber firmado un convenio para la entrega del fruto base, con cinco comunidades aledañas a Quinticusig. Estas son Chugchilán, Isinliví, Guantualó, Panateo y Saquisilí.

El objetivo del acuerdo es garantizar el abastecimiento permanentemente de la materia prima. La fábrica cuenta con todos los permisos para el funcionamiento y los respectivos registros sanitarios que aseguran la excelencia del derivado frutal.

La meta del gremio es continuar con la producción de este vino para su expendio en tiendas de centros comerciales nacionales e internacionales. Al momento se entrega a supermercados de Latacunga, Quito, Ambato, Riobamba, Guayaquil, entre otras urbes.

Los productores obtienen entre 5.000 y 6.000 botellas de vino al año, producto que además de dinamizar significativamente la economía del cantón, lo visibiliza y amplía la oferta de trabajo existente. (I)

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