La Reserva de Producción de Fauna de Chimborazo cumple este mes 26 años de mantenerse como área protegida. Cuenta con una extensión de 58.560 hectáreas distribuidas entre Chimborazo, Tungurahua y Bolívar.

En esta área se potenció la crianza de camélidos y hoy esta actividad forma parte de la economía de cientos de familias chimboracenses. “Es un área impresionante. Me gusta visitar la cueva del templo Machay porque dicen que allí efectuaban rituales los puruhaes. También las caminatas a La Chorrera y el Sendero de los hieleros”, dice César Rosero, turista quiteño.

En 1987, mediante Acuerdo Ministerial 437, se registró este sitio como recurso ecológico para mantener el páramo como un hábitat de los camélidos (llamas, vicuñas y alpacas) nativos de Los Andes.

Es un área que cubre 58.560 hectáreas en Tungurahua, Chimborazo y Bolívar, en la zona central.El Ministerio del Ambiente adecuó el Centro de Servicios Turísticos, en la vía Riobamba-Guaranda. Allí los turistas se registran y pueden obtener la ayuda de guías.

Los comuneros también han impulsado la venta de artesanías. Uno de estos grupos se encuentra en la parroquia San Juan, en la comunidad Palacio Real. Allí, 80 familias desarrollan el turismo comunitario, manufacturan artesanías con lana de vicuña y preparan comida con carne de llama.

Rosa Tayupanda es parte de la organización Palacio Real y comenta que venden los productos en ferias o a la entrada del refugio en el nevado Chimborazo. “Es nuestra forma de vida y sabemos cómo aprovechar la vicuña”, comenta la vendedora.

La Asociación Calshi, en la parroquia San Andrés, también practica el turismo comunitario. “Organizamos recorridos hasta el nevado. A los extranjeros les gusta mirar a las vicuñas y alpacas sueltas en el páramo, y se llevan contentos gorras, bufandas y adornos”, señaló Pedro Sima, guía nativo.

Ecuador es uno de los 177 países del mundo que son dignatarios del Convenio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres. Por eso el objetivo principal de las autoridades es continuar con el cuidado de estos camélidos y asegurar que no se explote irresponsablemente su crianza y su lana.