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La Maquinaria y personal del municipio local y la prefectura de tungurahua despejan la carretera cada mañana

Parte de la comuna de Puñapí, en Patate, debe ser reubicada debido al invierno

La maquinaria del municipio de Patate desaloja material de las quebradas del caserío Puñapí, a fin de facilitar el desfogue del agua que baja de la montaña.
La maquinaria del municipio de Patate desaloja material de las quebradas del caserío Puñapí, a fin de facilitar el desfogue del agua que baja de la montaña.
Foto: Carlos Novoa/El Telégrafo
23 de julio de 2016 - 00:00 - María Mena

“Patate sufre sin duda el peor invierno de los últimos 40 años. Los perjuicios no solo se sienten en el agro sino en la ganadería, vialidad, piscicultura y calidad de vida de las familias residentes”.

Hace poco más de un año esta frase fue pronunciada por Medardo Chiliquinga, alcalde ese cantón tungurahuense, quien se refería a las afectaciones del invierno en dicho sector, pero este año la tragedia se repite.

Árboles caídos, viviendas destrozadas, animales muertos y cultivos sepultados por grandes cantidades de lodo fueron algunos daños que dejó un enorme deslizamiento de tierra producido la madrugada del 20 de junio de 2016, y que el equipo de reportería pudo observar a su llegada.

En las últimas semanas las precipitaciones han desencadenado eventos similares, y la respuesta del Municipio local, la Prefectura de Tungurahua, los Ministerios de Agricultura, Vivienda (Miduvi), Inclusión Económica y Social, entre otras entidades ha sido inmediata.

La semana anterior, durante una nueva visita a Patate y diálogo con el burgomaestre, la respuesta fue similar a la de junio de 2015. “Erróneamente pensamos que el año anterior tuvimos el peor invierno de las últimas 4 décadas. Hoy la situación empeora, pues hay descenso de tierra, agua y vegetación, por 3 quebradas más del caserío, y hay varias familias en riesgo permanente”, señaló la autoridad.

En esta última parte, Chiliquinga se refiere a los deslizamientos de lodo y vegetación que  desde inicios de mes se registran en  los desfiladeros de Cristogallo, Ventanillas y El Aguacate.

Estos están próximos a la quebrada Chiriyacu, por la que en junio de 2015 descendieron enormes cantidades de lodo debido a la acumulación de agua en la parte alta de las montañas circundantes.

Al igual que el año pasado, otra de las afectaciones del temporal lluvioso es el constante taponamiento de la vía Puñapí-Lligua, carretera que conecta con el cantón Baños.

Este camino, pese a ser considerado de segundo orden, es uno de los 3 nexos entre Tungurahua y la Amazonía. Cada mañana hay descenso de lodo que tapona la vía, por lo que maquinaria de la prefectura de Tungurahua, y los municipios de Patate y Baños, permanecen en el lugar para limpiar la calzada.

Los productores de mandarina adelantan en estos días la colecta anual por temor a perder toda la producción. Foto: Carlos Novoa / El Telégrafo

Adelanto de cosechas

Si bien el invierno suele llegar a esta productiva comunidad, en la que mayoritariamente se cultiva mandarina, en agosto, este año las lluvias se adelantaron 2 meses. “Los aguaceros llegan siempre a finales de julio y afectan a esta y otras localidades que están rodeadas por montañas. En esta ocasión el anticipo invernal obliga a los agricultores a adelantar cosechas, lo que puede ser perjudicial para la calidad y precio del producto”, señaló Marcelo Castañeda, comunero de Puñapí.

Como la mayor parte de sus vecinos, el 70% de su parcela está sembrada con mandarina y limón. “La cantidad de sales, minerales y humedad del suelo favorecen la siembra de estas dos frutas cítricas, de clima tropical”, agregó.

Según cifras del departamento municipal de gestión de riesgos, al menos 5,3 hectáreas están afectadas por los constantes deslizamientos de tierra y en riesgo de ser sepultadas por completo.

“Pese a que aún falta un mes para la colecta anual de mandarina, todos los agricultores del sector hemos emprendido la recolección de la fruta, pues no sabemos si uno de estos días nuestros cultivos puedan quedar bajo el lodo”, explicó Francisco Núñez, agricultor de 74 años.

Reubicación

Presuroso, asustado y vistiendo ropa invernal, Núñez cruza cada mañana con sus 2 nietos el tramo de vía afectado por los aludes.

Su vivienda se encuentra a pocos metros de allí. Él, varios de sus familiares y vecinos asistieron la semana pasada a una reunión con autoridades y personal del Miduvi, en la que se explicó una posible reubicación de los perjudicados.

“La Secretaría de Gestión de Riesgos emitió un informe en el que se sugiere reubicar a los damnificados. Esto implica el traslado de al menos 20 familias que estarían en riesgo permanente por los aludes, a un sitio seguro que aún no ha sido determinado”, dijo Giovanny Soria, técnico de riesgos del Cabildo.

En los últimos 2 meses se han realizado al menos 6 reuniones como estas, en las que se explican los mecanismos que se aplicarían en caso de una evacuación. “Si bien la mayor parte de las 28 viviendas del perímetro afectado  están ocupadas temporalmente y son usadas como bodegas de herramientas agrícolas, si la situación empeora se deberá movilizar a la gente de inmediato. Por ello en el municipio se analizan las posibles ubicaciones donde se habilitaría el reasentamiento”, añadió Soria.

Personal del Miduvi visita con frecuencia el lugar para evaluar los daños en las casas y demás estructuras del caserío. De momento el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) cantonal permanece activado a fin de hacer reportes diarios de las afectaciones en cultivos, viviendas, ganado, y gestionar la limpieza diaria de la vía por la que gran parte de la población saca sus cosechas a mercados de Tungurahua. (I)

Medardo Chiliquinga. Alcalde del cantón Patate, en Tungurahua.

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