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Los lazos del matrimonio cimentaron a varios presidentes y las fortunas de políticos

Los lazos del matrimonio cimentaron a varios presidentes y las fortunas de políticos
09 de julio de 2016 - 00:00 - Pedro Reino Garcés. Historiador. Academia de Historia

Rafael Vásconez Jijón imagina el cadáver del primer esposo de su madre, don Joaquín Sánchez de Orellana, levantado con una pompa funeral espléndida.   

Las velas lloraban muchas más lágrimas ardientes que los dolientes familiares. Rafael Vásconez Jijón imaginaba lo que le contaba su madre, doña Antonia Jijón.

El ataúd colocado sobre regios pedestales de plata bruñida era custodiado por unos ángeles patéticos de cuerpo entero que lloraban inexplicables angustias. Al fondo, un Cristo con su cara volteada esquivaba la mirada del féretro de don Joaquín que fue hijo del Primer Marqués de la Villa de Orellana.

A un costado de la capilla ardiente estaba el obituario impreso y enmarcado en vidrio: “Descansa en la paz de Dios, Don Joaquín Sánchez de Orellana (1751–1822).

Su esposa: Antonia Jijón de Vivanco y Chiriboga. Su padre don Clemente Sánchez de Orellana y Riofrío: Primer Marqués de la Villa de Orellana (nacido en Cuenca del Ecuador en abril de 1707 y fallecido el 15 de febrero de 1782).

Su padre, a los 50 años y por su labor como servidor público de la corona hispana, fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago. Su madre, la espiritual quiteña Antonia Agustina Javiera de Chiriboga y Luna, con quien se casó don Clemente el 8 de septiembre de 1733.

Su abuelo, Don Jacinto Sánchez de Orellana y Ramírez de Arellano, Alcalde Ordinario del Cabildo y General de la Caballería de Cuenca.

Su abuela, la virtuosísima dama limeña, Teresa de Riofrío-Peralta y Messía de Andrade. Sus hermanos: Dn. Jacinto, Da. María Josefa, Da. Juana y Da. Micaela Sánchez de Orellana.  Sus 10 cuñados hermanos mayores de su esposa…” ¿Para qué recordar más?

Las reflexiones y el juicio

Rafael Vásconez Jijón sale a mirar los chaparrales que crecen encajonados a las orillas del río Ambato. Se da cuenta de que los espinos blancos de los cactus terrígenos, que sirven para hacer adobes, tienen menos ramas que el árbol genealógico al que se encuentra vinculado.

¿Sería por amor que mi padre el Coronel Nicolás Vásconez López Naranjo buscó a la enriquecida viuda para desposarse? Imagino a mi abuelo el coronel Juan Manuel Vásconez de la Vega y a mi abuela Manuela López Naranjo renegándose en sus tumbas del juicio que me ha tocado soportar.

Ha releído el juicio que sigue su padre contra toda mi parentela de políticos vinculados a los Valdiviezo. Han llegado a decir en el juicio: “Se afirma con imperdonable cinismo que los contadores no han encontrado bienes suficientes para la extracción de los veinte mil pesos de las arras ofrecidas por su primer esposo a mi madre la señora Antonia Jijón de Vásconez”.

¿Se quedarán con la herencia que también a mí me toca? ¿Cómo puedo pensar que una familia que pone presidentes en la nueva república se declara insolvente y  “afirma que al tiempo de la muerte  de Don Joaquín Sánchez su patrimonio era CERO y que por tanto nada le correspondía a la viuda por su dote y arras…”?

Saca una hoja de papel desde donde se desborda tal cantidad de primos fecundados como trigo en el abono de la patria arada para su beneficio. Aquí están germinando mis primos por parte de mi tía Mercedes casada con el primer presidente.

Así como va el agua por el río, ¿cómo irán tan solo los once hijos de mi tía Mercedes, la Primerísima Dama de esta república?

Y cuando pase el tiempo, podrán ver el estorboso bosque que no ha de ser solo de flores. ¿Cómo serán las pugnas, las que ahora yo mismo las siento cuando apenas estoy junto al tronco con las primeras ramas?

Volvía en el aire la voz de su madre para advertirle premoniciones que tendría que irlas comprobando con el tiempo. Ha de llegar el día en que Juan José Flores y Jijón de Vivanco, nacido en 1831 en Babahoyo, se casara con Ángela Icaza y Aguirre. Elvira Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1832 en Babahoyo, se  casará con Eusebio Icaza.

Antonio Flores y Jijón, nacido en 1833 en el palacio presidencial en  Quito, llegará a ser Presidente de la República entre 1888 y 1892, y se  casará con Leonor Ruiz de Apodaca.

Timoleón Flores y Jijón de Vivanco (1839-Quito), se casará con Mercedes Chiriboga y Fernández Salvador. Amalia Flores y Jijón de Vivanco (1840-Quito), con el general inglés Leonardo Stagg.

Mercedes Flores y Jijón de Vivanco (1842-Quito) se casará  con Antonio Fernández Salvador y Gangotena. Reinaldo Flores y Jijón de Vivanco (1844-Quito) con Ana Caamaño y Gómez Cornejo. Matilde Flores y Jijón de Vivanco (1845-Quito) con Federico Hurtado y Brizón. Virginia Flores y Jijón de Vivanco (1846-Babahoyo) con Pedro García Moreno, hermano del presidente Gabriel García Moreno.

Josefina Flores y Jijón de Vivanco (1848-Babahoyo), se casará con Felipe Carcelén de Guevara y Barriga; e Isabel Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1850 en Babahoyo. (O)

Los recuerdos, las recomendaciones y el juicio futuro

Mi primer esposo no fue un hombre cualquiera, hijo mío, le había dicho doña Antonia Jijón al vástago de su segundo matrimonio consumado con el Coronel Nicolás Vásconez. Tu abuelo, Don Clemente fue Maestre de Campo, Gobernador, Corregidor y Alguacil Mayor de Loja. Fue Alguacil Mayor del Tribunal del Santo Oficio y en 1732, Alcalde Ordinario en su natal Cuenca. Se convirtió en Gobernador, Corregidor y Colector General del Cabildo de Quito, y luego Corregidor de Cuenca. Hijo mío, no dejes que se diluya la familia, sobre todo la sangre de los Jijones que se multiplicará. Rafael vuelve a releer el juicio: “Cuando el señor Coronel Nicolás Vásconez, como esposo legítimo de la señora Doña Antonia Jijón, demandó ejecutivamente a la familia Valdiviezo por la dote que el señor Joaquín Sánchez había prometido, V.E. corrigiendo los conceptos de los jueces de primera y segunda instancia, revocó las sentencias de trance… de esta operación aparece que no resultaba para arras  que la miserable de 822 pesos, 3 reales… y no obstante que en dicha cuenta incluyeron gruesas sumas que V.E y declararon que no eran acumulables…” (De mi novela: Nido de Rifles) (O)

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