Guaranda, Bolívar.-

Las minas naturales de sal, los cultivos agroecológicos, los espectaculares miradores y la producción de toda clase de chocolates son algunos atractivos de la parroquia Salinas del cantón Guaranda, en la provincia de Bolívar.

Ubicada a 4 horas de la capital y a hora y media de Ambato, este lugar es conocido a escala local y nacional como un referente en cuanto a desarrollo asociativo y economía popular y solidaria.

Los emprendimientos de un grupo de salesianos italianos dinamizaron la economía del lugar y cambiaron la perspectiva de sus habitantes, desde principios de los años setenta. En la actualidad existen más de 28 empresas pequeñas que dan trabajo a los 10 mil pobladores de Salinas, por lo que es uno de los pocos pueblos del país donde se ha erradicado la pobreza.

El encantador paisaje de la parroquia se compone de verdes praderas, centenarias casas rurales, ganado vacuno pastando y una densa neblina que se divisa a lo lejos y da la bienvenida a los visitantes que  arriban cada fin de semana.

Sin embargo Salinas posee otros interesantes encantos que forman parte del sistema de desarrollo comunitario existente e integran una ruta turística que cada vez se fortalece más.

Farallones

Los imponentes y majestuosos farallones protegen al poblado de las impetuosas ráfagas de viento que suben desde la parte oriental, la ciclorruta que rodea la parroquia y los establecimientos donde se elaboran quesos, yogur, crema y más derivados lácteos.

Los farallones son dos enormes paredones rocosos de origen volcánico, resultado de procesos eruptivos de hace miles de años.

“A simple vista parecen dos formaciones pétreas sin mayor importancia pero en realidad son el hogar de varias especies de mamíferos, pequeños reptiles, aves y anfibios, pues al interior hay agua y humedad. Son dos de los elementos más fotografiados de la localidad, después de las minas naturales de sal, y parte fundamental del tan famoso paisaje salinero”, dijo Jimmy Cadena, guía turístico de Salinas.

Cadena es el organizador de los ciclopaseos de aventura que se realizan dos veces por mes en los páramos de la parroquia, a más de 3.600 metros de altitud. Junto con otros aventureros y visitantes extranjeros, lidera los recorridos por el interior de los farallones, en los cuales además se practica descenso de montaña (rápel).

“El tiempo ideal para esta actividad extrema es agosto, pues en este mes no hay lluvias aunque sí viento. No obstante, el descenso en cuerda del farallón tiene lugar en áreas ya identificadas como seguras y cuenta con la asesoría de expertos en este deporte a fin de evitar accidentes o experiencias traumatizantes”, agregó el guía.

Una vez al interior de la enorme formación rocosa el panorama es totalmente diferente a las praderas de Salinas. Abejorros, mariposas, libélulas y otros lepidópteros aparecen en escena y guían a los visitantes hacia los paredones por donde se filtra el agua que especies vegetales de la parte alta recogen a diario.

Entre ellas la yerba silvestre, achupallas, margaritas y variedades pequeñas y coloridas de orquídeas, las cuales crecen a su antojo en la cumbre y paredes altas de los farallones. Al interior de los mismos hay enormes cuevas en las que viven especies variadas de roedores, aves e insectos.

Aunque los rayos del sol se cuelan cada mañana por las caprichosas formaciones rocosas en lo alto del paredón, cuando la espesa niebla cede, la temperatura en el lugar no supera los 12 grados, por lo que a los turistas se recomienda vestir prendas termoactivas.

“La altura de Salinas (3.600 metros) no es impedimento para que una persona sana realice cualquier actividad deportiva. No obstante, el mirador de la localidad y los farallones están en un lugar más alto, y allí sí es recomendable llevar equipo necesario para paliar la deshidratación o un bajón de azúcar, en el caso de presentarse; los ciclistas y senderistas suelen portar trozos de panela, agua de canela y gel de sábila”, explicó Roberto Camino, deportista guarandeño.

La ruta ciclística incluye tramos de páramo, senderos de piedra o césped y caminos lastrados, por los cuales transitan a diario los productores locales de leche. Foto: Roberto Chávez / EL TELÉGRAFO

Ciclorruta extrema

Otra de las actividades que se puede realizar en Salinas es el ciclismo de montaña, más conocido como ciclismo extremo. Esto porque la ciclorruta local incluye tramos de páramo, caminos lastrados y senderos de pasto y piedra.

De acuerdo con la experiencia y resistencia, los deportistas pueden escoger entre recorridos de 5, 10 y 40 kilómetros, los cuales atraviesan pueblitos vecinos.

“Todas estas rutas parten del centro de Salinas. Avanzan por sendas rústicas y llegan a poblaciones como Verdepamba, Pampabuela y Pumín, en las cuales hay restaurantes donde se oferta gastronomía típica y producción láctea, uno de los sectores productivos de la parroquia”, explicó Mireya Santos, habitante de Salinas.

Los extensos y verdes pastos del pueblo son sinónimo de leche de calidad. Cerca de 300 productores lácteos entregan leche a empresas de derivados lácteos, entre ellas el Salinerito.

“Además de los italianos, acá llegaron emprendedores suizos que nos enseñaron a hacer toda clase de quesos. Las queserías son parte fundamental de la ruta turística de Salinas”, explicó Pablo Chicaiza, salinero de 85 años. (I)

Las fábricas de queso y más derivados lácteos son parada obligatoria de los aventureros y turistas extranjeros que llegan a Salinas cada fin de semana. Foto: Roberto Chávez / EL TELÉGRAFO