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Los danzantes aún pisan fuerte en San Andrés

Los danzantes de Pujilí atraen a los turistas por su singular baile y sus atuendos adornados y coloridos.
Los danzantes de Pujilí atraen a los turistas por su singular baile y sus atuendos adornados y coloridos.
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
22 de octubre de 2016 - 00:00 - José Miguel Castillo

Los lugareños afirman que el danzante, que se denominaba tushug en tiempos del Tahuantinsuyo, renació hace casi un siglo en la parroquia San Andrés de Píllaro, en Tungurahua.

En esa zona agrícola adquirió la reputación de personaje popular predominante. Desde allí extendió su baile singular de 3 tiempos por comunidades, parroquias y cantones de Tungurahua, Cotopaxi, Pichincha, Cañar, Chimborazo y Loja.

Desde entonces, dejó de ser el sacerdote de la lluvia que veneraban los incas y se integró al séquito religioso católico que acompaña las milenarias fiestas del Corpus Christi (Cuerpo de Cristo).

En su honor, precisamente en San Andrés, se realizó el 29 de mayo de 2016 un encuentro nacional de danzantes, el primero de este tipo en el Ecuador. En la actualidad ya se planifica el siguiente para 2017 con el apoyo municipal.

“Queremos que la gente se entusiasme al ver al danzante. Que entienda que es un mito viviente y que comprenda el esfuerzo que implica ponerse este traje que bien puede llegar a pesar más de 80 libras”, comentó Julio Satuquinga, quien se cuenta entre los pocos sastres de Huapante Grande que todavía se dedican a este oficio.

San Andrés está formada por más de 20 comunidades y barrios como Andahualó San Isidro, Andahualó San Luis, Cardosanto, Corazón de Jesús, La Unión, entre otros.

Once días antes del encuentro nacional, 2 danzantes ‘sanandreseños’ y 2 de los personajes secundarios que desfilan con ellos (el mono y el sahumeriante) se reunieron en el edificio del Gobierno Autónomo Descentralizado de San Andrés de Yatchil, ubicado a 15 minutos de Píllaro y a una hora de Ambato. Fueron convocados por las autoridades cantonales y parroquiales para conocer más de este personaje tradicional. Sus trajes fueron colocados sobre largas mesas de madera para que los visitantes pudieran apreciar y comprender los detalles.

Los curiosos se maravillaban con 2 prendas que resaltaban sobre las demás: los sancos de madera de molle y cuerdas de cuero y los altos penachos que se colocan sobre la cabeza y que pueden llegar a pesar hasta 60 libras —cuentan con un armazón, 8 extensiones de cuero, cada una formada con 12 plumas de pavo real—.

Danilo Congacha se encarga de vestir a los danzantes. Por eso le denominan humamarca. “Llevo 11 años en esta actividad y es un honor para mí hacerlo antes de una celebración barrial y en las fiestas del Corpus. Me toma hasta media hora dejar arreglado a un danzante”.

En sus manos, cada pieza se mueve con rapidez. Primero coloca la gorra de lana, la faja de paño que se cose al gorro y que protege las mejillas y la barbilla. También, los cascabeles que se fijan al cinturón y que cubren la zona superior de las piernas. El pantalón y la enagua blancos con encajes que se colocan sobre la ropa y se anudan por detrás.

Luego van el delantal y la pechera que, en algunos casos, contiene joyas de oro, plata, apliques, perlas y dijes de valor. “Es por eso que un traje de danzante puede costar más de $ 1.500. Debido a esto es que gestionamos para que este personaje sea declarado parte del patrimonio cultural del Ecuador”, aseguró la concejala de Santiago de Píllaro Rosario Tixe.

Según el historiador Pedro Reino, los danzantes bailan en pareja: huarmi (mujer/lo femenino) y cari (hombre/lo masculino). Usan el paso de un tiempo para caminar largo, el de 2 para girar en las esquinas y el de 3 para hacer los honores. (I)

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